De un lado, la puerta del ascensor era gris. Parecía una puerta común. Pero tenía algo especial: llevaba a un mundo mágico, diferente a todas las demás áreas del hospital. Del otro lado, la puerta ya no era gris. Todo lo contrario. Tenía colores, energía, niños disfrutando, pediatras ayudándolos y payasos esperándolos para alegrarles el día. Esta imagen que estaba en la puerta del ascensor —y en las paredes contiguas— era el reflejo de lo que allí se vivía. La pediatría del hospital Casmu 3 en Montevideo, Uruguay, no solo es un área médica: es un área de arte, de juegos, de humor y, sobre todo, de mucho amor.