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Sueño

¿Duermes mal? 'Divórciate' de tu pareja por la noche para acabar con el insomnio

El insomnio, que ya acechaba antes de la pandemia, afecta ya a un 36% de la población adulta, según los últimos sondeos. ¿Y si dormir en camas separadas fuese parte de la solución?
17 Mar 2021 – 11:49 AM EDT
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El insomnio ocupa un lugar destacado en la lista de los múltiples trastornos que hemos padecido en 2020 y lo que va de 2021. Un estudio de la Kaiser Family Foundation mostró que el 36% de los estadounidenses estaban teniendo problemas para dormir debido al estrés relacionado con la pandemia este verano.

Era un problema latente ya antes de la pandemia, cuando entre un 15 y un 20% de la población padecía episodios de insomnio, mientras que un 10% padecía insomnio crónico (dificultad para conciliar el sueño o volverse a dormir tras despertar en medio de la noche al menos tres noches por semana durante al menos tres meses).

Estudios similares en otros lugares del mundo, desde China hasta Europa, sugieren que el coronavirus ha alterado el sueño en adultos y niños. Además de la angustia que produce perder a un ser querido, enfermar o perder el puesto de trabajo, nos enfrentamos al insomnio espoleado por la ansiedad, la falta de rutinas, ejercicio y vida social.


A grandes males grandes remedios: quizá sea hora de probar un divorcio nocturno para evitar que al estrés como daño colateral de la pandemia se añada el robo de edredones, los ronquidos de tu pareja, la espinosa cuestión de la regulación de la temperatura o las visitas al baño.

El experto británico en sueño Neil Stanley, que lleva abogando por la separación nocturna cerca de 20 años, lo tiene hasta cuantificado, y asegura que las parejas que comparten cama tienen un 50% más de posibilidades de padecer interrupciones que aquellas que deciden “divorciarse” temporalmente de noche.

Tu esposo hasta en la sopa

No es el único. Wendy Troxel, autora de Sharing the Covers: Every Couple´s Guide to Better Sleep aboga por esta solución y argumenta que es más necesaria que nunca si, además, trabajas desde casa y ves a tu esposo o esposa hasta en la sopa. Esta experta apunta, al igual que Stanley, que el estigma de dormir en camas separadas puede pesar menos que estar cansado y resentido con tu pareja. “Hay momentos en los que estratégicamente tiene sentido que una pareja se 'divida y conquiste' durmiendo separados, por lo que al menos uno de los miembros de la pareja obtiene un sueño muy necesario”, señala Troxel.

¿Y qué decir de las parejas que tienen ritmos de sueño diferentes? Si has probado a dormir con un búho siendo una alondra o viceversa lo entenderás perfectamente. Esto es lo que indica Jennifer Adams, autora de Sleeping Apart Not Falling Apart.

“Cuando dormimos menos, es como si estuviéramos mirando el mundo a través de unas gafas oscuras. Estamos de mal humor. Somos más cascarrabias. La falta de sueño daña las relaciones”, dice la profesora de medicina Janice Kiecolt-Glaser, al frente de un estudio de la Universidad de Ohio que confirma lo que nos temíamos: la falta de sueño aumenta las posibilidades de regañar más con nuestro cónyuge y de ponernos de uñas a la mínima.

Las trifulcas sobre determinados temas –a la cabeza están las finanzas domésticas y la intromisión de familiares en la vida de la pareja– están extendidas entre todos los matrimonios. Lo que cambia es la forma de sobrellevarlas. Mientras que algunas parejas discuten de forma constructiva, otras son hostiles y negativas.
¿Qué es lo que marca la diferencia? Dormir o no dormir, esa es la cuestión.


“No es el hecho de que las parejas estuvieran en desacuerdo”, señala Kiecolt-Glaser, “es la forma en que lo hacen”. Mientras que unos –los afortunados dormilones– se manejan con humor y amabilidad a pesar de estar en desacuerdo, otros tienen un comportamiento que puede llegar a ser bastante feo. La buena noticia es que, cuando un miembro de la pareja duerme bien, mitiga el impacto de la falta de sueño en el otro.

Ya sabíamos que Morfeo es un buen aliado para los matrimonios duraderos. Un estudio de 2013 mostró que las parejas que duermen mal tienen más conflictos maritales (aunque también podría ser que sean las peleas en casa las que quiten el sueño). Otra investigación anterior encontró que los hombres tienden a pelear más con sus esposas después de una mala noche. Por otro lado, también se sabe que uno de los efectos colaterales de la falta de sueño es que la gente se hace más hostil en sus interacciones y usa más palabras negativas.

El estudio de la Universidad de Ohio también midió cómo las discusiones maritales, combinadas con la falta de sueño, son tóxicas para nuestra salud. Los investigadores analizaron muestras de sangre de los participantes para medir determinados valores asociados a la inflamación, algo relacionado con el cáncer, enfermedades del corazón y otras dolencias. Sorpresa: cuando los miembros de la pareja dormían peor, no solo era más probable que tuvieran conflictos, también tenían mayores niveles de proteínas inflamatorias en la sangre.

¿Y las relaciones íntimas? Los expertos citados más arriba sostienen que incluso pueden mejorar, ya que hay mayor intencionalidad para que se produzcan las relaciones sexuales.


Estancia extra

¿Es tan sencillo como eso? Para empezar, muchas personas (la inmensa mayoría) no dispone de un aposento extra para pasar la noche. Pero el principal inconveniente es menos prosaico: puede convertirse en un primer paso hacia un mayor grado de separación. Compartir lecho es un símbolo de intimidad. Tu pareja es la única persona con que lo haces, recuerda Paul Rosenblatt en su libro Two in a Bed (Dos en una cama, sin traducción al español). Acceso a relaciones sexuales, un lugar donde mantener la privacidad o la posibilidad de reflexionar sobre los eventos del día en la oscuridad son factores que, para la mayoría de las parejas, continúan pesando más que todos los inconvenientes mencionados.

“La cama marital no es solo un lugar donde dormir. Representa proximidad, compartir, la definición misma de matrimonio. Sin una cama que compartir al final del día, ¿sois algo más que dos personas bajo el mismo techo?”, se pregunta el columnista Tim Lott. Si la cosa se pone fea, no obstante, siempre es posible optar por soluciones de compromiso: de lunes a viernes separados, fines de semana juntos, o a la inversa.

Stanley, quien quizá sea el principal defensor de la tendencia, mantiene que una tercera parte de las molestias en el sueño están causadas por tu pareja.

“Compartir cama con alguien que hace ruido y con quien tienes que luchar para mantener tu trozo de colcha no tiene sentido”, escribe Stanley, expresidente de la Sociedad Británica del Sueño. Este experto asegura que históricamente nunca hemos compartido cama, y que el hábito se remonta a hace relativamente poco tiempo, los comienzos de la revolución industrial, cuando las familias se trasladaron en masa a las ciudades, donde disponían de menos espacio.

La cuestión es que cuando dormimos somos tremendamente egoístas. “El sueño es la cosa más egoísta que puedes hacer. Si eres feliz compartiendo cama genial, pero en caso contrario, no deberías tener reparo en dormir en una cama separada”. Esta noche, toma nota.

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