Si tuviéramos la oportunidad, nos encantaría estar siempre con nuestros pequeños, disfrutando minuto a minuto a su lado, celebrando sus triunfos, consolando sus derrotas y sorprendiéndonos con lo rápido que crecen.
Parece que fue ayer cuando tu peque dio sus primeros pasitos y te dijo “mamá”. En un abrir y cerrar de ojos ese bebé entró a la primaria y ahora es un torbellino por el que te desvives; sin duda un pequeño huracán de amor.
Los 5 años son una etapa de cambio; quizá no lo notes, pero es en esta edad que la personalidad de tus hijos se comienza a moldear. Se vuelven más sociables, expresan con más claridad qué les gusta y qué no; además empieza a tomar sus propias decisiones, muchas de ellas en torno a la comida.
Nuestros hijos crecen muy rápido, en un momento los tenemos entre los brazos y al siguiente los perseguimos por toda la casa. Llegar a los dos años es toda una aventura para ellos y para vivirla al máximo necesitan estar bien alimentados.
Si ya has escuchado a tu pequeño decir: “me duele la pancita”, entonces conoces perfecto la sensación de urgencia que las mamás sentimos por querer averiguar lo que tiene para poder curarlo inmediatamente.
¿Te has preguntado por qué existen tantos cereales, papillas o leches en polvo que están enriquecidas con hierro? Es porque este es un nutriente esencial para el crecimiento y sano desarrollo de tu hijo.
Una de las responsabilidades más grandes que tenemos como mamás es alimentar correctamente a nuestros pequeños. Por eso buscamos las mejores alternativas para que crezcan sanos, fuertes y felices.
Una de las batallas más duras que debemos enfrentar las mamás en el primer año de vida de nuestro hijo es lograr que deje el biberón y acepte tomar directamente su leche y otros líquidos de un vasito. Tiene lógica, ¿qué niño quiere renunciar a algo que lo hace feliz?
Uno de los grandes cambios que nuestros pequeños atraviesan en sus primeros 1000 días de vida, es la transición de la leche materna a alguna otra. Muchas mamás se inclinan por las opciones en polvo, que además de estar adicionadas con vitaminas y minerales, están diseñadas para ayudar a cubrir algunas necesidades de los niños.
Nuestros pequeños crecen muy rápido, un minuto los tenemos entre los brazos mientras los amamantamos y en un parpadeo ya están dando sus primeros pasos.
A partir del primer año de vida de tu pequeño se pueden incluir en su dieta algunos productos lácteos, ¿pero qué pasa cuando tu hijo es intolerante a la lactosa? Su dieta es lo primero que se debe modificar y con la apropiada orientación de su pediatra, puedes armar un plan nuevo.
Si tu pequeño tiene problemas con los lácteos o es intolerante a ellos, es importante que tengas claro cuáles son sus necesidades nutricionales en las diferentes etapas por las que va a pasar, ya que debes buscar cómo satisfacerlas sin incluir esos alimentos que lo hacen sentir mal.
Después del primer cumpleaños, muchas mamás introducen en la dieta de los niños la leche de vaca y algunas notan que sus hijos se sienten mal poco después de consumir cualquier tipo de lácteos.