Estudios recientes han constatado una reducción de los glaciares ecuatorianos, como el Antisana, de entre 25 a 30 metros por año. Esta tendencia, que se repite en el resto de los Andes Tropicales, afecta directamente a las fuentes de suministro de agua, ya que los glaciares regulan los caudales de los ríos que nacen a sus pies.