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"Espero un milagro de Dios": Un hombre lleva casi 20 años sufriendo por una rara enfermedad crónica que lo tiene postrado en una cama

En medio de la precaria situación familiar, este hombre tiene que ser atendido por sus padres. "No tengo como pagarles porque hace bastante tiempo que no puedo ni moverme por mí mismo", dice a la espera que pueda encontrar quien los pueda ayudar para tratar de encontrar un tratamiento que le devuelva su vida.
Publicado 10 Jun 2022 – 04:47 PM EDT | Actualizado 10 Jun 2022 – 04:47 PM EDT
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Misael Mejía, de 36 años, no se puede mover porque padece una variedad de artritis que afecta los huesos y articulaciones. "Solo puedo estar de pie máximo 10 minutos o menos porque no aguanto el dolor", dice. Clic aquí para conocer cómo ayudarlo.
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El niño Misael que corría, jugaba y era feliz terminó cuando cumplió 17 años, justo en el momento en el que sintió un dolor en su cadera que se fue extendiendo de a poco en sus piernas, tobillos y espalda.
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Víctor Manuel Zúñiga Sánchez, padre de Misael, recuerda que le daban calmantes, y pastillas, a falta de dinero para poder llevarlo al doctor, pero esos remedios poco pudieron hacer mientras el dolor que sentía aquel joven iba aumentando considerablemente.
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Como pudieron, los padres de Misael lo llevaron a diferentes doctores en su natal Honduras, lo cual se convirtió en una travesía de dolor debido a que nadie les podía dar un diagnóstico certero sobre lo que padecía su hijo. “Un médico nos dijo que no tenía nada y que no había bacterias dentro de él”, recuerda Albertina Rosales, la afligida madre.
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No fue hasta que una brigada médica estadounidense llegó a Honduras que por fin supieron que lo que Misael padecía era espondilitis anquilosante, una variedad crónica de la artritis que afecta considerablemente a huesos y articulaciones en la base de la columna.
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Ahora, tras 19 años de haber comenzado a verse afectado por esta dolorosa enfermedad, Misael tiene que valerse de sus padres, quienes se han convertido en sus manos y piernas, mientras sufren a diario ver los dolores de uno de sus cuatro hijos.
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Con 36 años cumplidos, Misael tiene que ser atendido recurrentemente mientras permanece postrado en una cama dentro de una habitación estrecha, siempre al cuidado de sus padres, quienes se encargan de asearlo
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“No tengo como pagarles a mis padres porque hace bastante tiempo que no puedo caminar ni moverme por mí mismo. Lo más que puedo hacer es estar parado por unos 10 minutos”, dice al borde del llanto.
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La situación, ya de por sí difícil, se complica cada vez más debido a la precaria situación económica de la familia que se mantiene con los pocos ingresos que Víctor obtiene por algún trabajo de albañilería que llega a conseguir o por lo que se puede vender en un pequeño puesto para poder comprar los caros medicamentos.
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La gran parte de la ayuda económica ha venido desde las donaciones de feligreses de la iglesia del pueblo, pero necesitan más ayuda para que Misael tenga acceso a los mejores especialistas posibles, debido a que se le ha detectado que su corazón mide tres veces más de lo que debería, entre otros padecimientos.
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A pesar de la difícil realidad que viven, nadie en la familia pierde la fe de que todos tendrán un futuro mejor, lejos de cualquier sufrimiento. “Yo solo digo que Dios sabe lo que hace (…) y espero un milagro de él en mi vida”, dice Misael.
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