A Selena Gómez le preocupa el uso de Instagram que hacen los jóvenes: "Nos ha dado una falsa idea de lo que es importante"

Suena exagerado, pero las recientes declaraciones de Selena Gómez, la 'reina' de Instagram con 133 millones de seguidores, asustan un poco. "Me preocupa el gran valor que la gente de nuestra edad da a las redes sociales. Es una plataforma increíble, pero de muchos modos ha dado a la gente joven, a mí incluida, una falsa idea de lo que es importante”, dijo la cantante en una entrevista esta semana en la revista Harpers Bazaar.
La intérprete de 25 años confiesa en la entrevista con Katherine Langford, protagonista de la serie '13 Reasons Why', de la que Gómez es productora, que no siente que vaya a superar del todo sus problemas de depresión y ansiedad que le persiguen desde hace tiempo. “Creo que es una batalla a la que me voy a tener que enfrentar el resto de mi vida”, señala.
Gómez fue diagnosticada con Lupus hace tres años, y desde entonces se ha retirado varias veces del escenario para atender sus asuntos personales, la más reciente el pasado mes de enero. Las personas que padecen esta enfermedad a menudo experimentan sentimientos de depresión y ansiedad por cuenta de los síntomas que aparecen y desaparecen, los brotes y remisiones, y por la incertidumbre de lo que les espera cada día.
Al margen de la enfermedad, no es la primera vez que la intérprete hace referencia a su relación amor-odio con la red que ayudó a catapultar su fama. “Instagram se había convertido en algo que me consumía. Me levantaba y me iba a dormir con ello. Era una adicta”, dijo el año pasado en una entrevista con la revista Vogue.
¿Cuál es la responsabilidad de las redes sociales en el malestar que padecen no solo los famosos como ella sino el conjunto de la población y, en particular, los adolescentes, más vulnerables? En los últimos años ha habido un aumento significativo en los casos de depresión, un mal que sufre la propia Gómez, y de suicidios e intentos de suicidio entre adolescentes, un asunto que aborda, por cierto, la serie '13 reasons Why'.
Jean Twenge, una psicóloga que analizó el fenómeno, considera que la causa es el tiempo que pasan en las redes sociales. ¿Qué sucedió para que tantos adolescentes, en tan poco tiempo, se sintieran deprimidos, intentaran suicidarse o se suicidaran efectivamente? “Después de revisar varias encuestas extensas hecha a jóvenes en busca de pistas, encontré que todas las posibilidades se remontaban a un cambio importante: el repentino ascenso del teléfono inteligente”.
El cerebro secuestrado
La preocupación es tal que un grupo de disidentes de Silicon Valley alzó la voz esta semana para alertar sobre los inventos que ellos mismos contribuyeron a construir, y advertir de que el uso continuado de las redes sociales causa depresión.
“Lo que percibimos como una adicción es parte de algo mucho más grande. Es parte de un problema invisible que afecta a toda la sociedad. Facebook, Twitter, Instagram y Google han creado productos que han tenido un impacto positivo en todo el mundo. Pero estas empresas también han creado una carrera por nuestra atención infinita. Lo necesitan para hacer dinero. Forzados a rendir más que su competencia, usan técnicas de persuasión para mantenernos pegados”, señalaban en un acto titulado La verdad sobre la tecnología: Cómo consigue tener a los niños enganchados.
De todas las redes sociales, Instagram podría ser la más dañina, según un estudio que indica que es la que más perjudica la salud mental de los jóvenes porque genera ansiedad, baja autoestima y otros problemas. “Instagram glorifica la vida perfecta, erosionando la autoestima”, escriben los disidentes de Silicon Valley. Pero no es la única.
Justin Rosenstein, el ingeniero de Facebook que creó el botón 'Me gusta' y que recientemente lanzó un duro alegato contra su ex compañía, compara la aplicación Snapchat con la heroína y tiene bloqueadas aplicaciones y redes sociales en su celular. Mientras tanto Sean Parker, uno de los fundadores de Facebook, dijo a finales de año que “ solo Dios sabe lo que Facebook está haciendo al cerebro de nuestros hijos”.
No sabemos con seguridad lo que Facebook hace al cerebro de nuestros hijos (aunque nos lo imaginamos), pero sí lo que las redes sociales hacen al nuestro. Algunos ejemplos:
- Facebook nos hace sentir mal. Un estudio de la Universidad de Stanford analizaba ya en 2012 hasta qué punto uno se siente mal después de navegar por Facebook y observar las fotos, biografía y actualizaciones invariablemente dichosas de tus contactos. Los participantes en este estudio se mostraron convencidos de que “todo el mundo disfrutaba de una vida perfecta”. Todo el mundo menos ellos, claro. “Subrayando la versión más inteligente, divertida de la vida de la gente, e invitando las comparaciones constantes en las que tendemos a vernos como los perdedores, Facebook parece explotar el telón de Aquiles de la naturaleza humana“, indica el estudio.
- Las redes sociales nos hacen sentir más solos. Nos permiten estar más conectados que nunca, sí, pero jamás hemos estado más solos, ni hemos sido más narcisistas. Esta es la tesis de un ensayo de Stephen Marche. “Vivimos en una acelerada contradicción: cuanto más conectados, más solos estamos”, señala Marche. El autor apunta a la paradoja de que las redes sociales podrían estar contribuyendo al aislamiento que querían conquistar, y explica por qué. Entre otras cosas: es la calidad y no la cantidad de interacciones con otros lo que importa.
- Buscamos nuestro “verdadero yo” en el sitio equivocado. Este estudio publicado en la revista Computers in Human Behavior examina el uso de Facebook para dar la imagen de cómo queremos que nos vean otras personas y obtener un sentido de pertenencia. Esto es, encontrar nuestro 'verdadero yo'. Este concepto, una moda que arrasa (consúltese el propio Facebook para buscar los mil mapas del tesoro con instrucciones sobre cómo encontrar este famoso 'yo'), se refiere a la idea de que poseemos cualidades por las que queremos que se nos reconozca, pero que no somos capaces de expresar en la vida cotidiana.
- Adictos a las redes. La línea entre ser un entusiasta de las redes sociales y un adicto es cada vez más delgada, de acuerdo con numerosos estudios, como uno de la Universidad de Bergen, en Noruega, que compara la adicción a Facebook con la que producen las drogas o el alcohol.
Al final, a Selena Gómez le pasa como a todos nosotros, y quizá sea lo más grave de todo. Las redes sociales niegan un placer cuya profundidad habíamos subestimado: la posibilidad de desconectar, y olvidarnos de nosotros mismos al menos durante un rato.