Las llamadas que nadie puede espiar: por esta razón WhatsApp es la red social favorita de los narcos
Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán siempre quiso hablar por teléfono sin la preocupación de que agentes antinarcóticos lo estuvieran espiando. Su sueño se materializó en 2008, cuando un hacker colombiano se reunió en la sierra con la cúpula del Cartel de Sinaloa para ofrecerles un sistema instalado en celulares y al que no podían acceder las autoridades. Le costó una fortuna y fue efectivo unos años.
Ni los expertos del Buró Federal de Investigaciones (FBI) pudieron interceptar las llamadas que entonces realizaban ‘El Chapo’, sus socios, pistoleros y hasta sus amantes. Usaban teléfonos Blackberry impenetrables. El FBI tuvo que ponerle una trampa al hacker en un hotel de Manhattan en 2010 para que este se volviera informante, les permitiera entrar al moderno sistema del cartel y colectara evidencia.
Irónicamente, una tecnología similar de comunicaciones encriptadas por la que ‘El Chapo’ Guzmán pagó varios millones de dólares hace 12 años hoy está al alcance de todos. La ofrecen WhatsApp, Signal y otras aplicaciones. Por eso se han convertido en herramientas muy populares entre narcotraficantes, coyotes, terroristas, pandilleros y depredadores sexuales, advierte el Departamento de Justicia (DOJ).
“Aplicaciones como WhatsApp, Signal y otras son cada vez más usadas por grupos delictivos, especialmente por los carteles”, dijo el fiscal general William Barr al anunciar el 10 de septiembre que un operativo arrestó a casi 1,840 traficantes del Cartel de Jalisco y de Sinaloa en varios estados.
“Mientras, en el pasado, la inteligencia en las comunicaciones era fundamental para las investigaciones, ahora nos encontramos con que en gran medida se corta por el uso de este encriptado. Hemos tenido que desarrollar, y la DEA ha estado desarrollando, la mejor respuesta posible a eso para mantener nuestro gran esfuerzo policial contra los carteles”, agregó Barr.
Actualmente ninguna orden judicial puede obligar a estas redes sociales para que abran un chat privado.
Las medidas de privacidad de WhatsApp son tan estrictas que ni siquiera sus administradores pueden entrar a una conversación escrita o por audio entre sus más de 68 millones de clientes en este país.
“Cuando se encripta de extremo a extremo, sus mensajes y llamadas están asegurados, de modo que solo usted y la persona con la que se está comunicando pueden leerlos o escucharlos, y nadie en medio, ni siquiera WhatsApp”, explica la aplicación en su página de internet.
Signal tiene una operación similar y así lo explica en su portal: “La privacidad no es un modo opcional, es simplemente la forma en que funciona Signal”. Esta red ofrece un número de seguridad único que permite verificar la seguridad en mensajes y llamadas con contactos específicos.
Ninguna de estas empresas respondió a Univision Noticias si están colaborando de alguna manera en los esfuerzos para mejorar las investigaciones criminales que realizan el FBI, la DEA y otras agencias policiales.
Las conversaciones de los terroristas
En julio de 2019, en una ponencia en la Conferencia Internacional sobre Seguridad Cibernética en Nueva York, el fiscal Barr reclamó que no habían encontrado la manera de espiar las conversaciones entre criminales en dichas plataformas. En cambio, sí pueden escuchar las llamadas convencionales y leer los textos de Messenger (el sistema de mensajes de Facebook) a través de una orden de registro.
“Permite que los delincuentes actúen con impunidad, ocultando sus actividades bajo un impenetrable manto de secreto”, alertó el funcionario. “Hemos visto a los carteles transnacionales mover cada vez más sus comunicaciones hacia plataformas encriptadas diseñadas para bloquear el acceso legal”.
Barr citó como ejemplo un cartel que así logró planificar sus actividades criminales y traficar con éxito cargamentos de fentanilo que movió de Asia hacia México y después hacia EEUU.
“También descubrimos que el cartel había usado WhatsApp con el propósito específico de coordinar los asesinatos de policías en México. El cartel terminó asesinando a cientos de policías. Si hubiéramos podido obtener acceso legal al chat de manera oportuna, habríamos salvado esas vidas”, lamentó Barr.
En otros casos, agencias federales detectaron que una pandilla mandó mensajes encriptados para aprobar o "dar luz verde" a los asesinatos de sus enemigos y traidores.
Además, el FBI descubrió que los terroristas que fueron baleados fatalmente en 2015 tras abrir fuego en el Curtis Culwell Center en Garland, Texas, intercambiaron unos 100 mensajes secretos con un terrorista extranjero a través de una de esas aplicaciones.
El Estado Islámico (EI, también conocido como ISIS) se adjudicó ese ataque, que habría sido motivado por una polémica exposición de dibujos animados del profeta Mahoma. A la fecha, el FBI desconoce el contenido de esas conversaciones.
Cuando realizaba una investigación sobre carteles mexicanos y las redes sociales alrededor de 2015, Nilda M. García, profesora asistente de la Texas A&M International University, se encontró con una publicación en Facebook que la sorprendió: un miembro del Cartel de Sinaloa que entonces era muy activo en dicha plataforma anunció públicamente que estaban contratando gatilleros y los dirigía a un chat privado.
"Decía: Por favor, los interesados manden su número de teléfono para agregarlos a nuestro grupo de WhatsApp. Muy rápido contestaron cientos de personas", contó la profesora, quien dice que algunos comentarios en esa publicación eran reveladores. “Una persona dijo: 'estoy educado, tengo una carrera de contaduría, tengo un trabajo formal, pero no me alcanza. Estoy desesperado. Por favor, denme trabajo y prueben de lo que soy capaz'. Como ese comentaron fueron muchos", afirmó.
Según la catedrática, las comunicaciones a través de WhatsApp también le han permitido a los integrantes del cartel comunicarse en privado desde lugares remotos, como la sierra. "Es impresionante la manera como se adaptan. Ven las oportunidades que hay en WhatsApp y lo explotan todo lo que pueden", señaló.
Cobrando rescates desde México
Los criminales también han sabido aprovechar que dichas redes sociales permitan hacer llamadas desde el extranjero y enviar además mensajes, fotografías, audios, videos y documentos.
Eso hizo una banda de secuestradores en Tijuana, en la frontera entre México y California, que cobró rescates comunicándose por WhatsApp con los familiares de las víctimas en Los Ángeles. En una video-llamada mostraron los golpes que había recibido un hombre por quien pedían 20,000 dólares y por esa vía le permitieron “despedirse” de su esposa e hijos para presionar a sus seres queridos.
Esa misma red fue usada por extorsionadores que fingieron haber raptado a la hija de una inmigrante colombiana que en agosto les mandó todos sus ahorros: 2,000 dólares. Le advirtieron a esa mujer, quien vive en Los Ángeles, que eran miembros de un grupo criminal en Sinaloa, México.
La popularidad de WhatsApp no solo ha crecido entre el crimen organizado y el terrorismo. Según Statista , de 2020 a 2023 pasará de 74.9 a 85.8 millones de usuarios de celulares activos en EEUU. La empresa comenzó a operar en enero de 2009 y Facebook la compró en 2014 por 19,000 millones de dólares.
El Departamento de Justicia sigue tratando de convencer a esa compañía y a su competidor Signal para que cooperen con sus expertos desarrollando soluciones tecnológicas que les den acceso legal a ciertos chats.
La dependencia menciona que ambas plataformas fueron diseñadas con llaves de seguridad administradas de forma centralizada y las cuales permiten hacer actualizaciones de su sistema periódicamente sin comprometer la privacidad de sus usuarios. Por esa ventana quieren entrar los investigadores federales.