Irian (extremo izquierdo de la imagen, camisa gris) perdió su casa hace 11 años en el deslave del estado Vargas. Desde entonces ha vivido en media docena de refugios del gobierno y desde hace dos años, en la calle. Su esposa y sus dos hijos —de 6 y 3 años— viven con su suegra, en un apartamento de dos habitaciones que comparten con otras diez personas —cuatro adultos y dos niños—. Irian hace un poco de dinero recogiendo cartón y cada tarde le lleva a su familia las sobras que reúne en la basura.
"Hoy conseguí una masa y poco de jamón para que coman", dice. Crédito: Cristian Hernández
Como Irian, unas 15 personas recogen comida todos los días en este contenedor de basura ubicado en la avenida Urdaneta de Caracas,
a pocas cuadras del palacio de Miraflores desde donde gobierna Nicolás Maduro.
El hambre se ha agudizado en el país desde su ascenso al poder. Crédito: Cristian Hernández
"Hasta el presidente nos habrá visto y se hace la vista gorda. Este gobierno no ayuda a nadie", dice Edgar, de 19 años, subido al contenedor. En varias oportunidades se han detenido funcionarios del gobierno que los anotan en listas y les prometen una ayuda que nunca llega. Crédito: Cristian Hernández
Julio, abrazado a Edgar, cuenta que
a este basurero llegan los desperdicios de una panadería y que eso les hace más afortunados que otros que también viven de hurgar en la basura. "Cuando sale torta todo el mundo se cansa de comer torta. Salen sacos de cachitos, empanadas, pastelitos, sale burda de comida. ¿Malo? Malo es acostarse con hambre". Crédito: Cristian Hernández
Todos los días,
al terminar la jornada, los hombres, mujeres y niños que viven a expensas de este contenedor se lavan la cara y los brazos con agua, y limpian la basura de los alrededores. "Dejamos todo lo limpiecito para que los vecinos no nos saquen de aquí", comenta Irian. Crédito: Christian Hernández
Otro grupo de unas 20 personas se reúne en el basurero de la plaza El Venezolano, también ubicada en el centro de Caracas, a una cuadra de la sede de la Misión Negra Hipólita, el programa social creado por el chavismo para atender a las personas que viven en la calle. “Yo creo que esa gente se lleva esa comida para su casa. Tú ves a esa gente de la Misión Negra Hipólita y parecen todos unos cochinos: abombaos, culones, rosaditos”, dice uno de ellos. El gobierno alega que el dinero del más reciente boom petrolero fue a parar a la "inversión social", pero
el aumento de la pobreza extrema refleja lo contrario. Crédito: Christian Hernández
Vicente vivía en el estado andino de Mérida y hace año y medio emigró con su familia a Caracas en busca de trabajo, oportunidades. "Pero la cosa aquí está fea, esperaba encontrarla mejor", dice este joven de 25 años, mientras esculca las bolsas llenas de restos de pollo crudo. Desde hace unos meses
trabaja como obrero en contrucciones del gobierno. "Pagan muy poquito, el sueldo no alcanza, y tengo cuatro muchachos que mantener". Crédito: Christian Hernández
Herminia Medina Villamizar vive en la calle y visita el mismo basurero desde hace año y medio: desde que un incendio arrasó su casa en el barrio de Las Adjuntas y mató a su esposo. "Quedé en la calle con mis cuatro hijos", cuenta Villamizar, de 34 años de edad. De los niños, solo uno va a la escuela y todos solían acompañar a la madre en sus requisas entre los desperdicios.
"Todos venían conmigo al basurero pero uno se enfermó con una infección en el estómago, estuvo hospitalizado y no lo traje más". Crédito: Christian Hernández
"Hoy revisé la basura y conseguí dos paquetes de chupetas y las repartí entre los compañeros míos", dice Villamizar, como si hubiese encontrado un tesoro. Las bolsas de basura apiladas en esta esquina de la Plaza El Venezolano, en el centro de Caracas, suelen provenir de una piñatería y de dos restaurantes cercanos. Y quienes comen de ellas las esperan con puntualidad:
"A las 5:30 (de la tarde) llegan las bolsas del restaurante chino". Crédito: Christian Hernández
Carlos Alberto Perdomo tiene 42 años, los cuatro últimos viviendo en la calle. Como tiene antecedentes penales por un robo hace 28 años, le cuesta conseguir un trabajo formal. Se gana la vida como "parquero": cuidando carros ajenos que estacionan en las calles de Caracas, donde los asaltos son comunes y frecuentes. El dinero de las propinas que recibe solo le alcanza para comprar un pan al día, después de hacer la fila respectiva.
El estómago lo llena con basura. "Y esto no me gusta, pero qué voy a hacer. Esto ya se ha convertido como un vicio, sabes? Como una modalidad para subsistir, porque es mejor hacer esto que robar, ¿no crees tú?", dice Perdomo. Crédito: Christian Hernández
"Uno consigue desperdicios, pedazos de huesos baboseados de la gente, comida que botan en mal estado. Una la escoge y ve qué es lo que sirve para comer y así mismo me la como, a riesgo agarrar una amibiasis", agrega Perdomo. Ya se ha enfermado semanas enteras lo cual,
en medio de la escasez de medicinas y
la crisis del sistema público de salud, añade un problema más a su situación.
"En los hospitales no te quieren atender, tiene que ser una emergencia muy grave, que llegues muriéndote para que te puedan atender", se queja. Crédito: Christian Hernández
Carlos Arévalo duerme desde hace tres años en la calle y cuando tiene dinero paga "una pensión de mala muerte" en el centro de Caracas. "Y mira lo que se me pegó a mí por estar durmiendo en pensiones.
Esto es escabiosis, sarna, y no hay medicinas", dice Arévalo, levantándose la camisa. Vivía con su madre en el barrio caraqueño de Pinto Salinas. Ella murió de cáncer. Él cayó en las drogas y acabó en la calle. Su único hermano se fue del país hace dos años y vive en Estados Unidos. "No tuvo mucho problema para irse porque tiene la nacionalidad española. Yo también la tengo, pero también tengo la mala vida. Por situaciones, por problemas personales". Crédito: Christian Hernández