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Nueva York

"Negociando con la cordura": cómo una artista se repiensa frente al coronavirus en Nueva York

La artista Paola Martínez Fiterre cuenta su experiencia de cuando fue sorprendida por el coronavirus en Nueva York, y cómo logró volver el encierro y la parálisis de la ciudad en algo positivo.
29 Ago 2020 – 08:04 PM EDT
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Cualquier persona que conviva con Paola por dos minutos coincidirá en que es un espíritu libre. Paola hace senderismo con vestido, publica sus autorretratos de desnudos en Instagram (la han censurado varias veces), y no cree en tabúes a la hora de hablar, de soltar lo que piensa.

Una entrevista y un paneo rápido de sus redes sociales son suficientes para preguntarse cómo Paola Martínez Fiterre, la fotógrafa y artista cubana, que llegó a Nueva York con una maleta y como no tenía nada más comenzó "a usar mi cuerpo como único objeto” para plasmar el sentimiento, sobrevivió al encierro por el coronavirus, al entumecimiento de la ciudad.

Marzo

Nueva York como epicentro de tanto --para muchos, de todo--, se convirtió también en el epicentro del virus. La ciudad que nunca duerme fue anestesiada, y los artistas que se alimentan del movimiento, reprimidos.

Fueron cancelados “proyectos de exposiciones, de curaduría, de residencias artísticas, programas de verano para artistas aquí en Nueva York y Barcelona. En ese sentido [la cuarentena] ha venido a afectar mucho mi trabajo, mi vida, mi rutina de artista”, explica Paola.

En marzo Paola recién se había mudado a su “cajita de zapatos”, un cuarto pequeño en Long Island City cuya única conexión con el mundo exterior es una ventana. Para ella, las mudanzas, son una característica en común de los inmigrantes: “ir cambiando de espacio hasta que encuentras el hogar”.

"Mi trabajo es así: autorretratos en espacios, en esquinas, en habitaciones, donde sé que voy a habitar por cortos períodos de tiempo, y ver cómo mi cuerpo responde a ese espacio y a esos objetos que hay ahí en ese espacio, y cómo el espacio responde a mí".


En ese cuarto, que se sintió ajeno durante todo el principio, pasó su tiempo de toque de queda.

Ante la antipatía de la habitación, Paola tomó su cámara como talismán. Ella y la cámara contra el mundo, contra la soledad. “Sabía que en algún punto esa cámara iba a ser la conexión entre yo y ese espacio”, recuerda, hasta que comenzó a disparar, desde la ventana, hacia la ventana, detrás de las cortinas de la ventana. La ventana como “el único recordatorio de que el tiempo estaba pasando”.


Como un proceso de conciliación con el cuarto, Paola comenzó a documentar su vida en confinamiento: hablar por teléfono, comer, bailar sobre la cama, la felicidad, la ansiedad. Ahí, justo ahí, comenzó un nuevo proyecto de fotografía documental.

"Una se va construyendo una vida nueva que una no conoce (...) Es bien particular, cómo tú te construyes poquito a poco cada día para negociar con la cordura, para seguir todos los días, y nada, y sobrevivir…".

La máscara, el turno de hablar

Conocida también por sus habilidades con la máquina de coser y el bordado, Paola aprendió a confeccionar máscaras cuando una amiga la introdujo COPE NYC, que cuenta con un programa para repartir mascarillas gratis a la comunidad.

No sabía la artista que ese programa daría paso a un proyecto personal mucho mayor.

La tela que COPE NYC ofrece para hacer las máscaras es estampada, y “no me permitía hacer mis propios diseños”, dice Paola. Entonces tomó una camisa blanca, de algodón, lo cortó a la medida, e hizo un dibujo.


Paola quería hacer un diseño que significara tener las manos en la cara, “por el tema de que con el coronavirus nos han dicho que esto no se puede hacer, y quería sacarle el lado sarcástico.

“Empecé a jugar yo misma --continúa Paola--, de qué modo podría tener un diseño que tuviera las manos en la cara, pero tenía que tener mucho cuidado porque podría significar que me estoy autosilenciando.

"Y dije ‘No, voy a hacer un diseño que signifique estoy silenciándote para hablar yo, porque desde el punto del individuo pienso que ahora mismo es un momento muy importante en el que todos debemos hablar’".

Una foto en Instagram fue el detonador para que decenas de personas le pidieran a Paola una máscara.

“Me pareció algo grandioso que tanta gente quisiera usar las máscaras que yo estaba haciendo. Si tienes que cubrirte, por qué no hacerlo con una máscara con la que te sientas identificada”.

Las máscaras, hechas y pintadas a mano, son completamente gratis. Pídele una a Paola a través de su Instagram.

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