Bolsonaro da positivo: así manejó la pandemia el presidente que menospreció la amenaza del covid-19

Después de meses de negar la gravedad de la pandemia y dejar de lado las medidas de protección, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, reveló el martes que ha dado positivo por coronavirus, una noticia que resalta la forma controvertida de su respuesta a una pandemia que ha matado a más de 65,000 brasileños.
Igual que su homólogo Donald Trump, el mandatario brasileño ha minimizado las medidas de distanciamiento social para frenar su propagación, al tiempo que ha respaldado tratamientos no probados, como la hidroxicloroquina.
Brasil, con 1.6 millones de casos confirmados es uno de los países más impactados por la pandemia, solo superado por Estados Unidos, con casi tres millones de casos. Brasil también tiene el segundo mayor número de muertes de covid-19, con 65,556, hasta el martes, en comparación con 132,979 en los Estados Unidos.
En mayo, la prestigiosa revista médica británica The Lancet publicó un editorial llamando a Bolsonaro la "mayor amenaza" para la salud pública en Brasil, y concluyó que "necesita cambiar drásticamente el rumbo” para no ser el próximo país en ver un aumento en el número de casos. Bolsonaro tuiteó un mensaje burlón en el que afirmaba que planeaba hacer una barbacoa para "miles" en el palacio presidencial.
Pero, al igual que Trump, Bolsonaro ha visto afectada su popularidad a raíz de su actuación frente a la pandemia. Una encuesta de DataPoder360 publicada el 11 de junio encontró que el índice de desaprobación de Bolsonaro superó su aprobación por primera vez desde su elección, 50 por ciento a 41 por ciento, respectivamente.
Contrario a Trump, Bolsonaro, un ex capitán del ejército de 65 años, a veces usa una mascarilla en público, pero luchó contra la Corte Suprema por una orden que le obligó a hacerlo. Tampoco ha querido recomendar que los brasileños se cubrieran la cara, diciendo que cualquier precaución debería sopesarse con el daño económico que podrían causar.
"Las masas no pueden quedarse en casa porque la nevera está vacía", dijo Bolsonaro a los medios el 20 de abril frente a su residencia oficial en Brasilia.
Desde el inicio de la pandemia, ha desestimado al covid-19 al que comparó con una "miserable gripe" e insistió en acudir a manifestaciones y saludar personalmente a sus partidarios.
Como resultado, muchas personas culpan a Bolsonaro de la propagación del virus. Un análisis de Reuters de los datos de movilidad de Google, que recopila el movimiento del teléfono celular, mostró una reducción mucho menor en las personas que entran y salen de centros de tránsito y lugares de trabajo en Brasil que en países donde las medidas de quedarse en casa han sido efectivas.
Reuters también encontró que la reducción de la movilidad de Brasil fue menor que la de otras naciones en desarrollo, por ejemplo, Argentina, India y Sudáfrica. Reuters analizó datos de 17 países de África, Europa, América Latina y Asia para el mes de abril.
¿Cómo comenzó?
Brasil confirmó el primer caso de coronavirus el 26 de febrero: un hombre de 61 años que había regresado recientemente a São Paulo de un viaje de negocios al norte de Italia. El 17 de marzo, Brasil reportó su primera muerte, también en São Paulo.
Brian Winter, un veterano experto en Brasil y editor en jefe de Americas Quarterly dice que Bolsonaro fue muy influenciado por su visita a Trump en la Florida a finales de marzo.
“Fuentes cercanas al gobierno de Bolsonaro me dijeron que regresó de Florida más convencido que nunca de que el coronavirus no representaba una amenaza grave,” explicó Winter en una columna en el periódico The Washington Post.
Después de un comienzo lento de la crisis, Brasil experimentó un fuerte aumento en los casos a fines de abril, pero las cosas cambiaron a finales de mayo, cuando Estado Unidos anunció una medida que impide la entrada al país de extranjeros provenientes de Brasil.
La medida es irónica porque " el gobierno de Bolsonaro es el único en el mundo que posiblemente haya copiado más de cerca el enfoque de la administración de Trump al minimizar la gravedad de la pandemia", dijo Winter.
Unos días después, Bolsonaro y Trump emitieron una declaración conjunta el 31 de mayo diciendo que "se solidarizan" y "permanecerán en estrecha coordinación" en sus respuestas al coronavirus. La declaración también anunció que Estados Unidos enviaría 2 millones de dosis del controvertido fármaco de hidroxicloroquina y los dos países realizarán ensayos clínicos sobre la eficacia del fármaco.
Choques políticos
Al igual que Trump, la política de Bolsonaro para desestimar la pandemia ha chocado contra los poderes regionales. "Si bien es cierto que Bolsonaro ha estado minimizando esto, mucho poder en Brasil reside con estos gobernadores y alcaldes en lugares como São Paulo y Río de Janeiro, donde han instituido cuarentenas y han ordenado medidas de distanciamiento social y han cerrado el transporte público", dijo Winter.
"Creo que es seguro asumir que sin esas medidas, la tragedia hubiera sido mucho mayor", agregó.
En los Estados Unidos, la retórica de Trump ha sido atemperada por figuras como su asesor médico, Anthony Fauci. Pero en Brasil, Bolsonaro despidió a su respetado ministro de salud, Luiz Henrique Mandetta, a mediados de abril, después de semanas de pelearse públicamente con él sobre las medidas para proteger al público.
Más tarde, el presidente explicó su acción diciendo: "La visión de Mandetta era la salud, la vida. El mío es más que la vida, incluye la economía, el empleo".
El reemplazo de Mandetta renunció menos de un mes después, luego de negarse a respaldar la opinión de Bolsonaro de que la hidroxicloroquina era un tratamiento efectivo.
El ministerio de salud de Brasil está encabezado actualmente por un general del ejército.
Tal vez siguiendo el ejemplo de Trump, a quien Bolsonaro admira, alentó los levantamientos contra los gobernadores estatales que apoyan las medidas de cuarentena. El 15 de abril, la Corte Suprema afirmó que los estados y municipios tienen la autonomía para regular las medidas de distanciamiento social.
En junio, después de una reacción negativa del público a la omisión del gobierno de la información covid-19 por tres días en en el sitio web oficial del gobierno, la Corte Suprema dictaminó que el gobierno debe restaurar los datos relacionados con el virus dentro de las 48 horas, incluidos los casos de contagio y las muertes.
"Apagón de datos"
Luego, a medida que las muertes relacionadas con virus alcanzaron nuevos récords diarios, el gobierno comenzó a limitar la información que compartió públicamente en lo que algunos medios llamaron un "apagón de datos".
El portal de información del ministerio mostró solo los nuevos casos registrados por estado en las últimas 24 horas en lugar de la acumulación de casos confirmados a nivel nacional, previamente compartidos cada día. Bolsonaro dijo en una publicación de Facebook que los números no representaban "el momento del país".
Pero el gobierno no ha ignorado el virus por completo. El 27 de mayo, Bolsonaro firmó una ley que libera 11,300 millones de dólares en ayuda federal a los estados y municipios. Y el 30 de junio, el ministro de Economía anunció que el gobierno distribuirá aproximadamente 112 dólares en cheques mensuales de ayuda de emergencia a trabajadores informales y desempleados hasta agosto, por un total de más de 28 mil millones de dólares.
Las comunidades indígenas
La pandemia ha llegado a las comunidades indígenas de la región amazónica de Brasil, que históricamente han sido susceptibles al contagio y tienen poco acceso a la atención médica. En las últimas semanas, el estado de Amazonas se ha convertido en uno de los más afectados por el covid-19.
El editorial de The Lancet enfatizó que la principal amenaza para los pueblos indígenas de Brasil durante la pandemia provino del propio gobierno de Bolsonaro, al "ignorar o incluso alentar la minería ilegal y la tala en la selva amazónica. Estos madereros y mineros ahora corren el riesgo de llevar covid-19 a poblaciones remotas".