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Coronavirus

Para padres vacunados con niños pequeños la angustia por el coronavirus no termina

La vacuna infantil contra el covid-19 tardará meses en llegar, lo que los deja en un limbo difícil de navegar: ¿Cómo retomar algún grado de normalidad y aprovechar los beneficios de la vacunación sin poner a su familia en riesgo? Esto dicen los expertos.
21 Mar 2021 – 02:53 PM EDT
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Recientemente los criterios de elegibilidad de su estado les permitieron a Eduardo Rodriguez y a su esposa recibir la anhelada vacuna contra el coronavirus. Aunque ya transcurrieron dos semanas desde la segunda dosis y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) ya han actualizado las directrices para personas vacunadas, por ahora casi nada ha cambiado en casa: siguen replegados. La sensación de alivio ha sido opacada por algo que no anticipaban: la parálisis.

Como padres de tres niños, de 1, 6 y 8 años -uno de los cuales es asmático- no saben cómo aprovechar los beneficios de la protección que ahora tienen contra el nuevo coronavirus, sin exponer a sus hijos. Una situación que podría perpetuarse hasta comienzos del 2022, pues los ensayos clínicos en niños apenas comienzan y faltan meses para que los más pequeños puedan recibir la vacuna. Eso los deja en un limbo que cada vez compartirán más familias: el de los padres vacunados con niños sin vacunar.

Hay esperanzas de que cierto grado de la vida pre-pandemia se alcance hacia el verano en Estados Unidos, pero para los padres de niños pequeños y, especialmente de aquellos menores con condiciones crónicas, esa normalidad estará entre comillas.

No sé cómo lograr un balance entre aprovechar los beneficios de la vacunación y proteger a mi familia. Sostener este aislamiento durante casi un año más es inviable, pero no podemos evitar pensar que nuestros hijos siguen sin protección al coronavirus”, dice Rodriguez quien todavía no se siente cómodo con la idea de que una persona vacunada visite su casa sin usar máscara, algo que estaría permitido por los nuevos lineamientos de los CDC, siempre y cuando no haya alguien de alto riesgo en el hogar.

¿Qué análisis riesgo/beneficio se debe hacer y cómo deben adaptarse durante los próximos meses? Es algo que quedará en gran parte a discreción de las familias y sus circunstancias, pero hay ciertos datos que pueden ayudar en la toma de decisiones.

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La data: un buen punto de partida

Para Leana Wen, médico de emergencia y profesora de Salud Pública de la Universidad de George Washington hay que tomar en cuenta lo que se sabe hasta la fecha del covid-19 y los niños.

“Sabemos que los niños tienden a presentar menos complicaciones del covid-19 que los adultos. Es cierto que trágicamente ha habido casos de algunos que han enfermado severamente y muerto, pero siguen siendo raros”, dice a Univision Noticias.

Por eso admite que se sentirá “mucho mejor” sobre el riesgo para la familia en general, porque “el mayor peligro no es para el niño, sino para los adultos que puedan tener condiciones crónicas o las personas mayores que tienen más probabilidades de sufrir consecuencias severas”.

En efecto, la data de casos infantiles de covid-19 indica que el riesgo, tanto de contagio, como de presentar síntomas severos para los niños es menor que para los adultos (aunque no es cero). Y se eleva ligeramente para aquellos menores con condiciones como cáncer, enfermedad renal crónica, síndrome de Down, problemas del corazón, obesidad, diabetes, asma moderada a severa o aquellos que estén inmunosuprimidos.

De acuerdo con la data actualizada de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, de los más de 22 millones de casos de covid-19 detectados en EEUU al 17 de marzo de 2021, 2% corresponden a niños entre 0-4 años y casi 10% a niños entre 5 y 17 años.

De las casi 400,000 muertes por covid-19 contabilizadas en esa web, menos del 0.1% corresponden a niños y 0.1% a niños entre 5 y 17 años.

Según un reporte de los CDC que analizó data de casos de covid-19 en niños entre marzo y diciembre de 2020, de la muestra analizada, el 2.5% de los niños, adolescentes y jóvenes adultos (de 0 a 24 años) contagiados fueron hospitalizados, 0.8% requirieron el ingreso a cuidados intensivos y menos del 0.1% fallecieron.

Una buena manera de poner todas estas cifras en perspectiva es comparando el índice de mortalidad por covid-19 en niños con otras causas de muerte infantil.

Covid-19 versus otras causas de muerte infantil


Covid-19 versus otros virus respiratorios en niños

Fuente: Emily Olster


Estas cifras infunden confianza, pero no deben hacernos bajar la guardia o subestimar al coronavirus: todavía hay mucho covid-19 circulando en las comunidades y existe la posibilidad de que nuestros hijos se contagien, advierte en conversación con Univision Noticias el pediatra Ilan Shapiro.

Insiste en que ha habido casos de un peligroso Síndrome Inflamatorio Multisistémico (MISC-C) en niños que suele presentarse semanas después del resultado positivo; y adultos que, incluso habiendo sufrido síntomas leves al enfermarse, están presentando secuelas a largo plazo, algo que ha sido poco estudiado en niños. “No queremos jugárnosla con nuestros hijos, por eso lo mejor es prevenir”, recalca Shapiro.

Dicho esto, tampoco hay que paralizarse completamente por el miedo a lo que pueda pasar. Tal y como indica Emily Olster, profesora de Economía de la Universidad de Brown y autora de libros de maternidad quien -entre otras cosas- se ha dedicado a interpretar la data del covid-19 para el lector común durante la pandemia,“ siempre estamos viviendo con riesgos desconocidos. Debemos preocuparnos por los riesgos del covid-19 que podemos ver al igual que evaluamos con cautela los riesgos que nosotros y nuestros hijos enfrentan, pero no es productivo quedarse estancado en cada miedo sobre lo que podría pasar”, dice en su página web.

Vacunarse es el primer paso para protegerlos

Una vez vacunados, los padres ya han dado un gran paso para proteger a su familia: hay indicios de que las vacunas no sólo previenen el desarrollo de síntomas y de sufrir una enfermedad severa, sino de que también previenen en gran medida la transmisión. “Igual hay que seguir usando la máscara al estar en público, pero la posibilidad de pasar el virus se reduce una vez que la persona se vacuna”, aclara Wen.

“Durante meses los hemos venido protegiendo mediante el uso de mascarillas, el lavado de manos y el distanciamiento social. Hay que continuar haciéndolo”.


Mientras esperan que sus hijos puedan también recibir la anhelada vacuna, los padres cuentan con otras poderosas armas: “Durante meses los hemos venido protegiendo mediante el uso de mascarillas, el lavado de manos y el distanciamiento social. Hay que continuar haciéndolo”, insiste Shapiro.

Esto no implica que haya que perpetuar el aislamiento; por el contrario: esas medidas son justamente las que permitirán retomar algunas actividades. Se trata de encontrar un balance entre los riesgos y beneficios.

Dejar de pensar en términos absolutos

Mandar a los niños a la escuela presencial tan pronto como los distritos escolares lo permitan, por ejemplo, debe ser una prioridad en el criterio de Wen.

“Hay que sopesar los riesgos y los beneficios. Hay riesgos reales si continúas manteniendo a tu hijo fuera de la educación presencial, especialmente para aquellos que tienen el inglés como segunda lengua o sufren déficits sociales o emocionales, así que eso debe ser ponderado”, insiste y recuerda que, hasta ahora, la data indica que la transmisión del coronavirus en los colegios es bastante baja si se cumple con las medidas de mitigación.

Tampoco se debe que caer en la trampa de un análisis maniqueo: regresar a los niños a la guardería o la escuela no equivale a que haya que participar en otras actividades sociales. “Si llevas a tu hijo al colegio, eso no implica que además debas ir a playdates o fiestas. Puedes reducir el riesgo de otras formas. Muchos de los contagios ocurren no en los ambientes formales, sino en los informales”.


“Si vas a dejarlo reunirse a jugar con amiguitos, mejor hacer esos encuentros al aire libre y con máscaras, porque lo que no quieres es ser súper cauteloso en la escuela para que luego exponerlos fuera de ella”, insiste Wen.

El pediatra Ilan Shapiro, quien actualmente lleva a su hijo a la guardería, recomienda paseos a parques, juegos de fútbol o a las escondidillas (todo con máscaras) como alternativas seguras para compartir con los amigos de forma segura.

Y, a juzgar por los lineamientos ofrecidos recientemente por los CDC, que los abuelos ya completamente vacunados visiten y abracen a los nietos sin máscara es relativamente seguro.

En pocas palabras: para padres como Rodríguez hay maneras de sobrellevar los próximos meses de un modo mucho más amigable y tolerable que en el año anterior. Al paso que va la vacunación en Estados Unidos y si las variantes no nos juegan una mala pasada, para el verano ya un alto porcentaje de la población habrá recibido la vacuna con lo cual debería reducirse la circulación del virus y, con ello, el riesgo de contagio para los más pequeños.

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