El 85% de la población de Ruanda, en África Oriental, pertenece a la etnia hutu y el 15% a la etnia tutsi, grupos que han mantenido su rivalidad en este país desde la época colonial. El 6 de abril de 1994 el avión en que viajaba el presidente Juvenal Habyarimana, de origen hutu, fue derribado antes de aterrizar y pocas horas después un grupo de milicias hutu, quienes culparon a los tutsis del asesinato, desencadenaron la masacre. En la fotografía de 1997, los restos de cientos de víctimas del genocidio en Ntarama, donde unas 5,000 personas fueron masacradas. Crédito: ARMANDO FRANCA/ASSOCIATED PRESS
En la matanza, que dejó entre 800,000 y un millón de fallecidos, participó el gobierno, las milicias hutus extremistas, soldados, e incluso población civil. Muchas de las víctimas, en su mayoría tutsis, fueron asesinadas a machetazos. En la fotografía, tomada en junio de 1994, un hombre de 26 años que fue rescatado por la Cruz Roja después de ser herido cerca de la capital de Ruanda. Crédito: Jean-Marc Bouju/AP
La masacre comenzó el 7 de abril y duró hasta mediados de julio de 1994 cuando se formó un gobierno conformado por miembros de ambas etnias. Pasteur Bizimungu (hutu) fue elegido presidente y Paul Kagame (tutsi), vicepresidente. En esta foto de junio de 1994 un joven sobreviviente herido de machete y rescatado por la Cruz Roja cerca de Kigali, capital de Ruanda. Jean Marc Bouju/AP
En esta foto de agosto de 1994, algunos de los cientos de acusados de participar en el genocidio y cometer crímenes de guerra en una prisión de Kibungo, Ruanda. A finales de ese año el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el estatuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda,
encargado de investigar el genocidio. Crédito: Javier Bauluz/AP
El Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra para Ruanda desplegaba la ropa de las víctimas para que fueran identificadas por sus familiares. La fotografía de febrero de 1996 muestra a Albertine Mukakamanzi, una mujer que identificó las ropas su cuñado, el sacerdote de una iglesia donde fueron asesinadas 500 personas en Kibuye, a unas 120 millas al este de Kigali. Crédito: JEAN-MARC BOUJU/ASSOCIATED PRESS
A finales de 1998 se produjo la primera sentencia del Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra para Ruanda, el primero de este tipo en la historia de la humanidad. Jean Paul Akayesu, alcalde de Taba, fue hallado culpable de instigar el asesinato de 2,000 tutsis en su ciudad y fue condenado a cadena perpetua. En la fotografía una niña refugiada ruandesa junto a una fosa común en julio de 1994. Crédito: CORINNE DUFKA/REUTERS
Miles de sobrevivientes de ambas etnias tuvieron que refugiarse en los países vecinos durante la matanza. Políticos, militares, milicianos y religiosos, entre otros, están entre los 93 sentenciados y condenados por el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra para Ruanda, que funcionó hasta diciembre de 2015. Crédito: REUTERS FILE PHOTO/REUTERS
Cráneos y artículos personales de las víctimas pueden verse en una exhibición del Monumento al Genocidio en Kigali. Cientos de Ruandeses se reunieron el domingo para comenzar una semana de conmemoraciones de las vidas de 800,000 tutsis y hutus moderados asesinados durante el genocidio. Crédito: BAZ RATNER/REUTERS
Imágenes de algunas de las vícitmas donadas por sobrevivientes en el Memorial del Genocidio de Kigali. "No hay manera de comprender totalmente la soledad y la rabia de los sobrevivientes y, sin embargo, una y otra vez les hemos pedido que hagan sacrificios para dar a nuestra nación una nueva vida", dijo en días recientes Paul Kagame, presidente de Ruanda, al inicio de los actos conmemorativos. Crédito: BAZ RATNER/REUTERS