Trump ataca por segunda vez a Siria en un año sin autorización del Congreso: ¿por qué puede hacerlo?
La mañana del viernes 13 de abril, un centenar de congresistas de ambos partidos mandó una carta a Donald Trump pidiéndole que no emprendiera una acción militar contra Siria sin primero obtener la necesaria autorización del Congreso. El presidente la recibió, la leyó y menos de 12 horas después hizo exactamente lo contrario: lanzó un ataque con misiles contra objetivos sirios.
No es que Trump quisiera llevarle la contraria o desafiar a los parlamentarios al ordenar el segundo bombardeo contra Siria de su presidencia sin participar al Congreso, esta vez para castigar otro supuesto ataque químico realizado dos semanas atrás en un suburbio de Damasco, que dejó unos 40 muertos, y del que se responsabiliza al régimen de Bashar al-Asad.
Es que entre la Casa Blanca y el Capitolio hay grandes diferencias sobre cómo se debe realizar este tipo de aventuras militares,.
¿Está amenazada la integridad de Estados Unidos? ¿Al-Asad violó la convención de armas químicas de la ONU? ¿Ignoró un mandato del Consejo de Seguridad?, son las consideraciones que se hacen para justificar una medida como la adoptada por el presidente.
La carta de los congresistas explicaba que en Siria “no hay una amenaza directa contra EEEUU” y que una orden inconsulta del presidente “violaría la separación de poderes que está claramente delineada en la Constitución”.
Pero al hacer desde la Casa Blanca el anuncio de la acción militar contra Damasco, el presidente Donald Trump aseguró que la seguridad nacional estadounidense estaba amenazada.
Washington considera que es su vital interés de seguridad nacional que EEUU evite la propagación de armas químicas, además de la necesidad de controlar la expansión del grupo extremista islámico ISIS (algo que de acuerdo con el presidente luce como una misión cumplida).
Pese a la carta colectiva de la mañana del viernes, para medianoche algunas de las primeras reacciones desde el Capitolio parecen ser más favorables a la decisión presidencial que en el primer ataque con misiles ordenado por Trump a Siria hace exactamente un año, incluyendo el respaldo del senador republicano John McCain, frecuente crítico del presidente, y la 'compresión' mostrada por el líder de la mayoría demócrata en el Senado Chuck Schumer.
La mayoría de los legisladores sin embargo coincide en que hace falta una estrategia militar de largo plazo para lidiar con la crisis siria y que esa necesita de la aprobación del Congreso, que es el único que puede comprometer al país en un esfuerzo bélico.
El debate se centra en dos aspectos, uno internacional sobre si Estados Unidos puede tomar medidas militares en otro país país sin autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y otra en el ámbito doméstico sobre la capacidad del presidente de actuar sin la aprobación del Congreso.
Lo cierto es que el Congreso tiene el poder de decidir si ordenar una acción militar en la mayoría de los casos, la excepción: si hay una situación de emergencia en la que Estados Unidos sufre un repentino ataque y no hay tiempo para que el presidente solicite al Congreso autorización para actuar. Un aspecto que según algunos congresistas, incluido el republicano Rand Paul, no se ha dado en este caso.
Artículo 2
Es misma disyuntiva que enfrentaron los predecesores de Trump como George W. Bush y Barack Obama en otras crisis y que resolvieron con una amplia interpretación de la Autorización para el Uso de Fuerza Militar que en 2001 el Congreso dio al Ejecutivo para responder a las amenazas terroristas tras los ataques de septiembre de aquel año.
En este caso el presidente Trump apeló nuevamente a las facultades que la Constitución concede al presidente como comandante en jefe en el artículo 2, como dijo en una rueda de prensa la noche del viernes el secretario de Defensa James Matis.
El uso de esta figura es siempre polémico. Los expertos en leyes partidarios del poder presidencial argumentan que el artículo 2 confiere un poder constitucional sustancial para involucrar a las fuerzas militares en hostilidades, aunque otros sostienen que la Constitución no define con precisión el alcance de esos poderes.
El enfoque contrasta con el del presidente Barack Obama, quien en el caso de Siria buscó sin éxito el respaldo del Congreso en 2013 para lanzar una operación militar en Siria después de otro ataque con armas químicas contra la población civil siria.
Cuando era candidato en 2008 Obama dijo que "el presidente no tiene poder bajo la Constitución para autorizar unilateralmente un ataque militar en una situación que no implica detener una amenaza real o inminente para la nación".
El propio Trump se opuso entonces a la intervención de EEUU en Siria sin autorización del Congreso, como le han recordado algunos legisladores, como el congresista republicano Thomas Massie en un mensaje de tuiter con la etiqueta "gran error", en referencia a las palabras del presidente.
La ONU inutilizada
Hasta ahora Estados Unidos ha intervenido en Siria como parte de una alianza internacional, en la que participan 60 países, en la lucha contra ISIS y ha realizado dos ataques directos contra el régimen de Bashar al-Asad.
Respecto a la legalidad dentro de derecho internacional, la Casa Blanca señala que Siria viola sus obligaciones en la convención que regula el uso de armas químicas y las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Sin embargo, algunos aseguran que Washington no tiene autoridad clara para usar la fuerza como respuesta al supuesto uso de armas químicas.
La Carta de Naciones Unidas prohíbe a los países utilizar la fuerza en contra de otro a menos que lo autorice el Consejo de Seguridad o ejerza su derecho a la legítima defensa individual o colectiva. Además, en la tradición diplomática estadounidense no reconoce el derecho de intervención humanitaria.
En la ONU, durante los más de siete años de guerra en Siria, China y Rusia – países con poder de veto en el Consejo de Seguridad- han bloqueado las resoluciones del cuerrpo que autorizarían el uso de la fuerza para responder a las acciones contra la población civil del régimen de al-Asad.
La administración Trump podría justificar este nuevo uso de la fuerza limitado en virtud del derecho internacional basándose en los hechos concretos en Siria y apelando que se habían agotado otras vías.
El secretario Matis hizo referencia al primer ataque de abril de 2017 asegurando que el gobierno sirio "no entendió el mensaje" aunque no explicó por qué esta vez Bashaar al Asada si captaría lo que se le quiere decir.