AMLO y el 2020, un año en que el presidente de México le restó importancia a lo urgente
Tres meses bastaron para que todas las expectativas puestas en el año 2020 dieran un vuelco en México, y el mundo. En ese breve lapso de tiempo, el presidente Andrés Manuel López Obrador pasó de minimizar el virus del covid-19 al afirmar que no era “terrible ni fatal” a luego lamentar las más de 120,000 muertes y los 1.5 millones de contagios que dejaba para fin de año la peor epidemia que ha sufrido el país en tiempos recientes.
Entre los temas en los que AMLO se centró durante los primeros meses del año estuvo la caravana migrante proveniente principalmente de Honduras que buscaba cruzar México. Frente a la congregación de reporteros que asisten religiosamente cada mañana al Palacio Nacional, el mandatario invitó a los migrantes a quedarse en México, donde podrían establecerse y acceder a un trabajo.
También abordó temas como el mejoramiento al sistema de salud nacional. Sin embargo, el cambio de proveedores de medicamentos en hospitales y clínicas públicas retrasó la entrega de medicamentos para el tratamiento de pacientes con enfermedades como el cáncer, especialmente de los niños.
Otros dos asuntos que estuvieron expuestos en el primer tercio del año fueron el anuncio de la construcción del famoso Tren Maya en la península de Yucatán y la venta del avión presidencial, el cual fue regresado de Estados Unidos a México con el objetivo de ofrecerlo al mejor postor, aunque al final sería rifado con boletos de la Lotería Nacional el mes de septiembre solo de manera simbólica.
Con el virus ya al acecho, López Obrador fue abordado por padres de los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa en 2014 y confrontado por miles de mujeres que se manifestaron en contra de la ola de feminicidios que azotan al país, teniendo casos como el de la niña Fátima como emblema. Las protestas de marzo apenas fueron el preámbulo de los meses caóticos por venir.
Pandemia inevitable
El 22 de febrero la prensa mexicana dio a conocer que tres personas habían dado positivo a la prueba de covid-19. La noticia no hizo mayor eco en la sala de la sede de la administración federal durante esa semana.
Por entonces, López Obrador ponía sobre la mesa otros temas como la cancelación de puentes vacacionales por días festivos, decisión de la que luego se retractó.
También respondía con un satírico “fuchi, caca” a los corruptos actuales y del pasado, rechazaba el consumo lúdico de la marihuana —tema que entrado el año sería discutido por el Congreso— y llamaría a realizar una consulta popular para enjuiciar a los expresidentes.
Para marzo, con el virus regándose como pólvora encendida por todo el país, el presidente, que mantenía su 70% de simpatía popular, no tuvo más remedio que comenzar a abordar el tema que preocupaba a la salud pública del país y nombrar a un encargado para la atención de la contingencia, el doctor Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud.
Pero la percepción de la opinión pública de México fue que la presidencia no estaba tomando con la seriedad que se requería a la enfermedad, que barría el mundo ferozmente desde Asia y Europa.
Declaraciones como el “salgan a comer”, que hizo López Obrador el 23 de marzo, o su famoso “este es el detente” —cuando mostró unas minúsculas estampas religiosas que, aseguró, protegían a la gente de la enfermedad— fueron duramente criticadas, justo cuando arrancó la llamada Jornada Nacional de Sana Distancia.
"Todavía estamos en la primera fase”, aseguró. “Yo les voy a decir cuándo no salgan (sic), pero si pueden hacerlo y tienen la posibilidad económica, sigan llevando a la familia a comer a las fondas, a los restaurantes, porque eso es fortalecer la economía familiar y popular”.
El video fue publicado por el presidente en sus redes sociales cuando oficialmente había ya 316 casos de coronavirus en el país.
Por esos mismos días, el presidente intentó tranquilizar al país diciendo que México tenía reservas y que no se iban a endeudar por la contingencia.
Hasta finales de año, esta postura ha sido sostenida y ha sido calificada como un acierto de la administración actual. Hasta ahora, la nación no ha requerido apoyo de ningún organismo como el Fondo Monetario Internacional para hacer frente a la situación actual.
Solo cinco días después de que el político de izquierda minimizara la gravedad de la situación causada por el coronavirus en México, el 28 de marzo, cambió su discurso y emprendió una campaña para solicitarles a los mexicanos “no salir a la calle sin que haya algo realmente necesario que nos obligue a salir, lo mejor es quedarnos, vamos a aguantar, vamos a mantener este retiro que nos va a ayudar mucho si nos cuidamos”. Ese mismo día 717 personas se reportaban como contagiadas y sumaban 12 fallecidos.
El mandatario, no obstante, continuó sus giras y actos públicos en diversos lugares del país. El más comentado, y recriminado, tuvo lugar el 30 de marzo. Ese día, López Obrador saludó de mano a la madre de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, Consuelo Loera, de 91 años, en un tramo carretero del estado norteño de Sinaloa que López Obrador asistió a supervisar. “Sí, la saludé. Hicieron un escándalo nuestros adversarios”, reconoció en su conferencia al día siguiente.
La llamada Jornada Nacional de Sana Distancia, caracterizada por una heroína de traje color rosa bautizada como “Susana Distancia”, transcurrió con el acierto de la firma de acuerdos con hospitales privados de todo el país para que recibieran a pacientes con otras enfermedades para que el sistema de salud público pudiera darles atención a los pacientes graves de covid-19.
Las siguientes semanas fueron acumulando más casos y más muertos en todo el territorio. Aún así, López Obrador, quien ha sido criticado en múltiples ocasiones por no utilizar la mascarilla facial, realizó declaraciones que parecían desconectadas con la realidad que se vivía.
En abril, durante la Semana Santa, y con el país paralizado por la cuarentena, dijo que México estaba dando ejemplo al mundo. "La inmensa mayoría del pueblo está siguiendo al pie de la letra las recomendaciones de no salir, de estar en casa, de cuidarnos y de cumplir la sana distancia".
Las cifras de contagios, ocupación hospitalaria y decesos lograron contraerse apenas unos puntos. "Hemos podido domar la epidemia", aseguró a los medios el 26 de abril, cuando las autoridades de salud estimaban que no se llegaba todavía al pico más alto que ellos esperaban para mayo, entre el 8 y 10. No obstante, la punta de esa primera curva llegaría mucho más tarde, hasta el 1 de agosto cuando se registraron 9,556 contagios en un solo día.
Vivir con el virus
Pero antes de agosto, López Obrador cayó en desaciertos como el de romper una de sus principales promesas de campaña, la de el uso de militares en labores de seguridad civil. En mayo se anunció en el Diario Oficial de la Federación que el Ejército y Marina realizarían "tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria".
En junio, AMLO anunció que se realizaría una reunión entre el presidente Donald Trump y López Obrador en ocasión de la entrada en vigor del nuevo Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México (T-MEC).
Aquella reunión, celebrada el 8 de julio en Washington DC fue otro acierto del presidente mexicano y de su canciller Marcelo Ebrard al resultar en un ambiente armónico y fraternal, a pesar de la postura del presidente Trump en temas como el migratorio.
Para agosto, fue el hermano del presidente, Pío López Obrador, quien apareció en la escena pública al protagonizar unos videos en los que supuestamente recibía dinero para la campaña electoral de AMLO de 2018, señalamiento que la autoridad electoral al final desacreditó y descartó.
Ese mismo mes, López Obrador garantizó el acceso a las vacunas contra el coronavirus al haber realizado un pago previo. Además, el 15 de agosto se decretó un duelo nacional por los primeros 50,000 muertos a causa de la pandemia.
Paralelamente se comenzó a discutir en el Congreso la legalización de la marihuana, tema que el presidente aseguró que sería totalmente decisión de los legisladores.
En medio de protestas a bordo de automóviles en contra de la administración federal en calles de diferentes ciudades mexicanas, el presidente celebró como un acierto la subida de remesas en un 7% durante los últimos meses, ordenó la cancelación de fideicomisos con fondos federales para distintos proyectos sociales, deportivos, artísticos, lo que le valió una ola de manifestaciones.
Para septiembre, con los números de la primera curva del coronavirus en México a la baja, el mandatario informó que las obras del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, que sustituye al cancelado en Texcoco, iban viento en popa.
Además, celebró que la Cámara de Diputados aprobara la iniciativa para quitarle el fuero al presidente y, así, pueda ser juzgado por cualquier delito y recomendó a sus opositores, representados por un grupo denominado FRENA (el Frente Nacional Anti-AMLO ) que montaron un campamento en el Zócalo de la Ciudad de México, que se mantuvieran en sus tiendas, que no fueran a pasar la noche en el hotel.
La exigencia de ofrecer disculpas por la conquista por parte de España a México fueron las exigencias, absurdas para muchos, que hizo el presidente durante el mes de octubre.
En noviembre, AMLO estuvo en la mira internacional al ser uno de los pocos mandatarios que se resistió a felicitar al presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, argumentando que esperaría a que los responsables de dar por finalizada la elección dieran al demócrata como ganador.
La felicitación llegó mes y medio después a través de una carta, un gesto que lució tardío y que es visto como una mala jugada diplomática frente al principal socio comercial de México. Además, ocurrió pocas horas después de que lo hiciera el presidente de Rusia, Vladimir Putin, con quien la nueva administración demócrata tendrá que lidiar por innumerables conflictos pendientes, especialmente la guerra cibernética de la que ha sido blanco EEUU.
Ese mismo mes de noviembre, entre una temporada de huracanes golpeando como nunca antes el Caribe, hizo una de las declaraciones más desafortunadas del año cuando dijo que las inundaciones en su natal Tabasco habían sido en parte a causa de que se había tomado la decisión de inundar las zonas más pobres del estado deliberadamente.
"Tuvimos que optar entre inconvenientes: no inundar Villahermosa y (que) el agua saliera por las zonas bajas, desde luego se perjudicó a los más pobres pero teníamos que tomar una decisión", explicó.
Quizá la mejor noticia de los últimos 12 meses para el presidente de México llegó a finales de diciembre, justo una semana antes de que concluyera este lioso año. El primer lote de la vacunas contra el coronavirus llegó el pasado 23 de diciembre.
Al día siguiente, una enfermera fue la primera mexicana en recibir la inmunización y con ella se abrió la puerta a lo que el canciller Marcelo Ebrard, clave en el equipo de AMLO, calificó como "el principio del fin" de la pandemia en México.
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