Una pareja es acusada de matar a su hijo por intoxicación forzada de agua
Una pareja de Colorado está acusada de matar a su hijo de 11 años al obligarlo a beber grandes cantidades de agua. Ahora enfrenta varios cargos, incluidos abuso infantil y asesinato en primer grado.
Ryan Sabin, de 41 años, y Tara Sabin, de 42 años, se entregaron a las autoridades el pasado martes, por lo que ahora están detenidos sin derecho a fianza en la cárcel del condado de El Paso, según reportó la Gaceta de Colorado Springs.
Los fiscales aseguran que Zachary Sabin falleció el pasado 11 de marzo en el poblado de Black Forrest después de que sus padres lo obligaron a tomar cuatro botellas de agua de 24 onzas (unos 750 mililitros) durante varias horas sin comer.
La oficina del forense del condado estableció que el niño murió por intoxicación forzada de agua.
Según la declaración jurada, publicada por CBS News -en donde se puede leer que Zachary sufrió otros abusos físicos- la pareja precisó que el pequeño Zachary debía beber agua porque tenía un problema urológico hereditario.
En la noche del 10 de marzo, Ryan Sabin, un sargento sargento designado en Fort Carson, afirmó que su hijo "solo tomaba sorbos y vomitaba el agua" porque la estaba bebiendo "muy lentamente y tenía aire en el estómago, lo que provocó que el agua se asentara encima". Dijo que le pidió a Zachary que simplemente tomara y "eructara".
Tras el reclamo del pequeño, que se tiró al suelo, Ryan Sabin admitió haberlo pateado al menos dos veces. Después dijo que lo sacó a la intemperie para que el frío "le sacara el berrinche".
Cuando lo dejó entrar, el niño se durmió en el suelo. Al despertarse caminó "haciendo ruidos ininteligibles" y se fue al baño donde "colocó sus manos en la pared y simplemente se quedó mirándola" antes de acostarlo alrededor de las 11:15 p.m. El hombre dijo que se durmieron pensando que estaba bien.
Fue al día siguiente, a las 6 a.m., cuando Ryan Sabin llamó al 911 después de encontrar al menor muerto, con un pañal empapado de orina, con espuma saliendo de su boca y rastros de sangre en su cama.
La pareja aseveró que, por el problema que tenía el menor, se le exigía tomar al menos dos botellas de 32 onzas (casi un litro) al día.
El pequeño era "amado por muchos y recordado por su risa única y contagiosa, su sonrisa, su obsesión con los nuggets de pollo, su amor por los libros y la lectura, y su amor por los animales", según el obituario publicado por la Gaceta de Colorado Springs.
