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Los cubanos necesitan solidaridad de los demócratas en el mundo

"Los cubanos que en la isla reclaman libertad y democracia difícilmente podrán sostener su reclamo sin apoyo de las democracias, especialmente las más influyentes de Europa y Estados Unidos. En este último país, demócratas y republicanos deberían coordinar una estrategia bipartidista de apoyo al pueblo cubano".
Opinión
Miembro del equipo de política de Univision.
2021-07-19T15:33:01-04:00
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Simpatizantes del gobierno gritan consignas mientras antigubernamentales marchan en La Habana, Cuba, el domingo 11 de julio de 2021. Crédito: Ismael Francisco/AP

Hace más de cien años, el comunismo surgió como una mezcla de esperanza y terror. Hoy solo le queda el terror, como se ha hecho evidente en Cuba en estos días. Miles de cubanos se rebelaron el domingo 11 de julio, mayormente de forma pacífica, contra el régimen totalitario que padecen desde hace más de seis décadas, superando el miedo a la represión que domina sus vidas. Pero su extraordinario sacrificio podría diluirse sin una estrategia que busque los cambios libertarios y democráticos a los que aspiran y sin un sostenido apoyo de las democracias y de los demócratas en el mundo.

Como ha hecho siempre a lo largo de su trágica historia, el régimen de la familia Castro respondió con represión brutal al clamor de libertad, democracia y vacunas de los cubanos. Arrestó a centenares de personas a las que identificó como supuestas instigadoras de las protestas y a periodistas independientes. Golpeó a civiles indefensos. Asesinó por lo menos a uno. Ordenó apagones de internet para evitar que continúen saliendo de la isla imágenes de las protestas y la represión. Y, también como siempre, culpó de todo a Estados Unidos, el único país que con constancia ha exigido democracia y respeto a los derechos humanos en Cuba. Es un guiño desvergonzado y cínico a sus simpatizantes y compañeros de viaje fuera de la isla. Amenazó, además, con provocar un éxodo marítimo hacia este país como hizo en respuesta al descontento popular en los años 1960 (Camarioca), 1980 (Mariel) y 1990 (crisis de los balseros).

La familia Castro y los líderes del régimen que ella ha designado, como Miguel Díaz-Canel, viven con la ilusión de que pueden controlar los hechos y el futuro. Por eso su principal reacción es reprimir sin piedad a los descontentos. Pero es solo una ilusión. En realidad, no podrán evitar para siempre los cambios que anhela la mayoría de los cubanos. Porque, sencillamente, hay un antes y un después de las protestas multitudinarias a lo largo y ancho de Cuba.

Para consolidar y promover su causa justa, los cubanos opositores necesitan crear una comisión representativa de diversos sectores que formalice los reclamos que el pueblo planteó en las calles cubanas. Un grupo de activistas, trabajadores e intelectuales que pueda darle cohesión y propósito al descontento popular, como en su día hicieron Solidaridad en Polonia y Charter 77 en Checoslovaquia. Una vez constituido, este grupo podría plantear reivindicaciones concretas a los representantes del régimen que entiendan la posición vulnerable que ahora tienen, que ya no pueden reprimir con la misma impunidad de antes sin que lo note el mundo entero y que tampoco pueden abrir sin consecuencias la tradicional válvula de escape de un peligroso éxodo marítimo hacia Estados Unidos.

Pero los cubanos que en la isla reclaman libertad y democracia difícilmente podrán sostener su reclamo sin apoyo de las democracias, especialmente las más influyentes de Europa y Estados Unidos. En este último país, demócratas y republicanos deberían coordinar una estrategia bipartidista de apoyo al pueblo cubano que incluya una firme condena a sus represores, su identificación para ser procesados en tribunales internacionales, sanciones específicamente dirigida a ellos, apoyo técnico para que los cubanos tengan acceso ininterrumpido a internet y un plan de ayuda humanitaria independiente del régimen. Esta ayuda debería incluir vacunas contra el covid-19 – pues muchos cubanos no creen en la efectividad de las vacunas que produce el régimen - y podría canalizarse a través de las iglesias católica y protestantes que, a su vez, deberían hacer pública su disposición de cooperar en tan noble empresa.

Los cubanos de la isla que no hacen el juego al régimen saben muy bien que el embargo estadounidense no tiene nada que ver con los abusos y privaciones que padecen desde hace décadas. El único responsable de ellos es el régimen. Pero algunas experiencias vitales, como las de sufrir una dictadura implacable y mendaz, son intransferibles. Entre muchos estadounidenses ha prendido el mito y la falacia de que el embargo contribuye a la desesperación actual de los cubanos. Esto a pesar de que Cuba puede comerciar con el resto de los países del mundo y recibe de Estados Unidos la mayor cantidad de asistencia humanitaria y casi mil millones de dólares anuales en remesas enviadas por los cubanoamericanos a sus familiares. El subterfugio del embargo no debería, por consiguiente, dominar el debate sobre qué hacer para ayudar a los cubanos.

Mientras reflexionaba para escribir esta columna, me vino a la memoria una oportuna cita de Stendhal: “los pueblos no tienen sino un grado de libertad que su audacia conquista sobre el miedo”. Stendhal, desde luego, no vivió en la era de los totalitarismos, sino en el siglo XIX. Los regímenes totalitarios infligen un terror sistemático que apenas se conocía antes del siglo XX. De ahí el gran mérito del levantamiento popular en Cuba en el 7/11. Fue una admirable e importante conquista del miedo por parte de decenas de miles de personas. Ahora falta lo más deseable y difícil: hacer esa conquista permanente.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de Opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresada(s) allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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