¿Árboles que caminan en Ecuador? Esta es la explicación científica del misterioso fenómeno
Parece una historia salida de un cuento de hadas o de una película de ciencia ficción: un grupo de árboles que ‘caminan’ y se desplazan por el bosque. ¿Son reales? ¿Es sólo una ilusión óptica? Por supuesto, hay una explicación científica detrás de todo esto.
Este fenómeno ocurre en la Reserva de la Biósfera de la Unesco, en Ecuador. Los guías de turistas aseguran a los visitantes que estas palmeras se mueven por el área gracias a sus largas raíces, las cuales utilizan como piernas.
El nombre científico de dichos árboles es Socratea exorrhiza y son popularmente conocidos como ‘las palmeras que caminan’. Son nativas de las selvas tropicales de América Central y América del Sur, y miden entre 15 y 25 metros de altura. Tienen raíces largas y flexibles, las cuales crecen con rapidez. Su tronco es utilizado en la construcción de casas y la fabricación de objetos como lanzas y remos.
¿Pueden caminar o no?
Aunque los especialistas coinciden en que los árboles no andan por ahí caminando, como si dieran un paseo en medio la selva, existen varias teorías sobre si su desplazamiento es real y cuál es su función. Algunos aseguran que el movimiento es mínimo, mientras que otros sostienen que puede ser de varios metros al año.
El biólogo Gerardo Avalos publicó en el 2005 un artículo en la revista Live Science, en el cual asegura que este tipo de árboles tiene la capacidad de producir nuevas raíces, pero no las utilizan para cambiar de lugar. Comentó que los guías de turistas se han encargado de difundir la teoría de los árboles que caminan para hacer más atractivo el lugar, pero no es real.
El especialista también explicó que estas palmeras mudan constantemente de raíces. Es decir, cuando una de ellas se marchita aparece otra para reemplazarla, pero no en el mismo lugar. Esto ocasiona que cuando una nueva aparece y se entierra en el suelo, da la impresión de que el árbol se movió hacia un costado.
Por su parte Peter Vršanský, paleobiólogo del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Academia de Ciencias Bratisla, en Eslovaquia, aclara que sí es posible apreciar un leve desplazamiento en las Socratea exorrhiza. La nueva raíz que se desarrolla no aparece en cualquier punto del árbol, lo hace en un sitio específico que le beneficie.
Es decir, la palmera se orienta hacia el lugar en donde pueda recibir más sol y la raíz se entierra poco a poco en ese pedazo de tierra. Con el paso de los días el árbol se inclina hacia ese punto, para recibir una mayor cantidad de rayos solares (recordemos que en las selvas tropicales la vegetación es tan abundante, que prácticamente compiten por la luz del astro rey).
Vršanský también establece que, a diferencia de otros árboles, las raíces de las ‘palmeras caminantes’ no se entierran en forma horizontal en el suelo, lo hacen en una posición vertical para poder agregar altura al árbol. Con esto consiguen que otras especies a su alrededor no los cubran e impidan que reciban la luz del sol.
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