#TchauQueridaDay: ¿puede un hashtag derrocar a un gobierno?

Hace algunos años, durante la primavera árabe, se hablaba del poder de Twitter para hacer revoluciones. En muchos países aún, sobre todo cuando la libertad informativa está amenazada, las redes sociales son un canal de comunicación colectiva, un sitio para discutir cuestiones que muchas veces no encuentran expresión en otras partes.
Cuando un debate en línea se reitera mucho, las plataformas sociales lo llaman “trending topic” (aunque la realidad del TT es más compleja que esto: involucra algoritmos, información basada en intereses de usuarios y data geolocalizada, entre otros factores). Algunos de estos trending topics tienen una naturaleza muy negativa: y de tan crítica que es, se convierte a veces en casi derrocadora.
Esta semana, #TchauQueridaDay en Brasil, con el que se pedía el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, y #AdiosDilmaFueraMaduro en Venezuela, con el que la oposición al actual presidente Nicolás Maduro se une a la decisión brasileña y pide una similar, son dos casos latinoamericanos que hablan de cierta intención de destituir a un presidente nacida en las redes sociales.
En Guatemala, por ejemplo, el expresidente Otto Pérez Molina dejó su cargo en 2015 luego de acusaciones de corrupción en una campaña intensa de #RenuncieYA, que comenzó como un grupo de Facebook armado por activistas. “Es cierto que sin la movilización masiva de la ciudadanía, sin esa presión en las calles, es difícil ver cómo el presidente hubiera renunciado. Y comenzó, como muchas cosas hoy en día, en las redes sociales”, narraba el periodista Daniel Alarcón en un podcast sobre este tema en Radio Ambulante.
Pero Twitter no es un medio todopoderoso que opera de forma autónoma sino que, la mayoría de las veces, actúa en coordinación con activismos fuera de línea. “No creo que un hashtag pueda por sí mismo destituir a un presidente, pero puede ser muy poderoso”, dice Carrie Brown, la directora del máster en Periodismo Social en City University of New York (CUNY).
“Un trending topic puede movilizar a la gente y generar conciencia pero, en general, también se necesita un trabajo de campo”.
Cuando preguntamos si Twitter y las otras redes sociales pueden echar a un presidente, todos los entrevistados dijeron que las redes solas no pueden hacer nada. “No creo que mediante un hashtag se pueda derrocar a un gobierno. Como tampoco una sola pluma podría haber escrito El Quijote. Twitter es una herramienta potente para movilizar, para mostrar la indignación, e incluso para evadir los bloqueos informativos. Pero tiene que haber circunstancias en el mundo analógico para que haya cambio real”, contó a Univision Noticias Gustavo Román Jacobo, especialista en Comunicación Política de Costa Rica.
En el caso de Dilma, según el teórico, el juicio político no se dio a raíz de la protesta tuitera, sino por la crisis económica de Brasil, la subida del desempleo y el aislamiento político de la líder. Un hashtag solo no puede ser golpista, pero sí que puede hacer circular muchos significados sociales que rebotan como eco.
Manuela Barem, editora jefe de BuzzFeed Brasil, experta en redes sociales, contó a Univision Noticias que, más allá de lo que sea tendencia en redes sociales, los ciudadanos del país tienen opiniones mucho más diversas. “El hashtag representa a un número de personas que quieren que Dilma se vaya del gobierno. Pero es importante acordarse que la situación es más complicada, y que vivimos un momento muy polarizado. Hay también mucha gente que no está de acuerdo con el juicio político”.
El origen del hashtag #TchauQuerida tiene su historia en una anécdota popular: hace unos meses, se filtró una conversación telefónica entre Dilma Rousseff y el expresidente de Brasil Lula Da Silva. En esa llamada, Lula llamaba a Dilma “querida”: “Hola, querida/adiós, querida”, se oía. Cuando los diputados votaban el juicio político, varios de ellos manifestaban su apoyo a esta medida con la frase “chau, querida”. Entonces la multitud anti-Dilma comenzó a decir en redes #TchauQuerida.
Barem piensa que, mientras las redes cumplen el papel de representar una parte de la opinión, no provocan un cambio por sí mismas. “Las redes sociales no tienen un impacto directo en las decisiones políticas, pero sí es indudable que son un termómetro de la opinión pública, algo que sí puede generar influencia en las actitudes de los políticos.”
En Venezuela, entre acusaciones a algunos medios de comunicación de parciales, hace rato que la comunidad se informa a través de Twitter. Pablo J. Boczkowski, profesor en Northwestern University y codirector del Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad en Argentina, dice que las redes sociales son un elemento que contribuye pero no determina el cambio social, y que este efecto se enfatiza por la condición de anonimato en internet y es más fuerte en sociedades donde la libertad de expresión está restringida. “En estos lugares, las redes funcionan como mecanismos paralelos, para que la gente se comunique. No son la panacea, sería mejor que hubiera plena libertad de expresión. Pero cumplen ese rol: el que los ciudadanos se informen y opinen. Las redes son un complemento o un sustituto cuando los canales normales están tapados o no funcionan al máximo”.
Luis Carlos Díaz, periodista venezolano, también piensa que las redes sociales no pueden tirar abajo gobiernos, pero sí que pueden encauzar un tono político. “Nuclean conversaciones en torno a un tema. Las etiquetas plantean comunidades de habla que pulen (mejoran) argumentos, que encuentran causas comunes y que además logran más visibilidad por la cohesión que logra posicionar una tendencia. Eso no afecta directamente al poder, pero sí empodera a quienes se le oponen. Es como jugar billar a dos bandas.”
Esta capacidad de las redes de ir “en contra” de los poderosos puede que encarne tendencias más destructivas que constructivas. Es decir, es más fácil que un hashtag pida la destitución de un funcionario, a que proponga el apoyo de uno nuevo, o la postulación de un plan de acción concreto que supere a la crítica.
“Es la ‘teoría del espiral del silencio’”, cuenta a Univision Noticias el experto en comunicación política de Costa Rica Gustavo Ramón Jacobo. “En determinados momentos, se instalan climas de opinión que hacen que personas que no están de acuerdo con algo, se manifiestan en contra. Los otros, los que piensan distinto, se callan porque las personas no quieren quedarse aisladas, solas.”
Por eso, se trata más de percepciones sociales, de ilusiones colectivas, que de posturas reales.
Si en estos días se sintió que todo Brasil estaba “en contra” de Dilma Rousseff, puede que no sea más que un contagio online, una idea que resultó dominante en redes. Estas olas de tendencias suelen aplastar a las posiciones divergentes.
“No creo que Twitter solo pueda dar comienzo a toda una revolución”, dijo a Univision Noticias Ola Al-Ghazawy, periodista especializada en Ciencia de Egipto que participó de forma activa de las protestas de la primavera árabe en Cairo. “Aunque Twitter no ganó la disputa política, sí triunfó en unir a las personas que tienen ideas similares”.