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Historias virales

Gastó más de 100 mil dólares y 8 años para ser mamá y ahora se arrepiente: "una pesadilla”

No solo las famosas congelan sus óvulos para ser mamás sin preocuparse del reloj biológico, fuera del mundo del espectáculo diversas mujeres recurren a la misma práctica.

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Publicado 9 Nov 2022 – 12:39 PM EST | Actualizado 9 Nov 2022 – 12:39 PM EST
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Alice Mann había terminado una relación seria a los 35 años, así que, preocupada por su vida amorosa en el futuro, decidió congelar sus óvulos para posteriormente convertirse en madre en caso de seguir soltera.

La mujer, que no reveló su identidad verdadera, sino un pseudónimo para hablar del tema en entrevista con 'Daily Mail', el 23 de octubre de 2022, mencionó que “hizo de todo” para encontrar una pareja y al no conseguirlo empezó el difícil proceso de la fecundación in vitro.

A los 40 años Alice Mann inició el proceso in vitro para convertirse en mamá

Al seguir soltera y con cuatro décadas de vida, la mujer intentó concebir por medio de un donante de semen, pero no funcionó. Posteriormente, tuvo una nueva pareja junto a la que quedó embarazada, pero tristemente perdió el bebé debido a un aborto espontáneo.

Cuatro años después, Alice Mann ya había intentado un total de ocho fecundaciones in vitro, consiguiendo su sueño de tener un bebé a los 44 años.

Sin embargo, una vez que lo pusieron en sus brazos para que lo conociera después del parto, la mujer admitió que no sintió una “oleada de amor”.

“Durante casi una década había soñado con esto, pensé, mirando el catre con lágrimas corriendo por mi rostro. Durante mucho tiempo, todo lo que quería era ser madre, hacer que mi pareja fuera padre. Ahora mi sueño se había hecho realidad. Y fue una pesadilla.”, explicó Alice Mann a 'Daily Mail'.

Alice Mann admitió que “no había una sola parte de la maternidad que disfrutara”, a pesar de haber invertido tantos años de su vida y alrededor de 100 mil libras esterlinas (lo equivalente a 113 mil 853 dólares estadounidenses aproximadamente).

La nueva mamá experimentó resignación, resentimiento, horror y miseria; lo que a su vez atrajo culpabilidad porque eran sentimientos poco maternales,

“Me sentía atormentada por la culpa. Culpable de que este pobre e indefenso bebé haya aterrizado con una madre como yo y no con alguien mejor. Culpable porque sabía que había millones de mujeres que cambiarían de lugar conmigo en un santiamén, porque yo era una de ellas”.

Alice Mann consiguió hacer las paces con la maternidad

Con el paso del tiempo, la mujer reflexionó sobre su estado y llegó a la conclusión de que por años su objetivo cambió debido a los fallidos in vitro; ella se enfocó en quedar embarazada, más no en tener un hijo y una vez que lo tenía en brazos no sabía exactamente qué hacer con él.

Eso más, la falta de sueño, las hormonas y la recuperación postparto fue lo que incentivó sus pensamientos negativos.

“Irónicamente, dado el tiempo que lo había intentado, estaba menos preparada que la mayoría. En parte porque con cada ciclo de fertilización in vitro fallido, el objetivo había cambiado. Empecé queriendo un hijo, luego solo quería quedar embarazada. Y como eso parecía cada vez más improbable, no me permití pensar en cómo sería realmente la vida con un bebé”.

Otro factor que llevó a la mujer a odiar la maternidad fue que le dijo adiós a su vida “despreocupada y espontánea”, para estar al pendiente del nuevo ser que había traído al mundo, el cual “nunca parecía estar feliz y nunca le daba un día libre”.

Finalmente, Alice Mann concluye que la maternidad no es “lo peor” que le pudo haber pasado en la vida como solía crear, aunque tampoco la romantiza como “la mejor” de sus etapas; un bebé simplemente transforma la vida de sus padres y con o sin este se puede encontrar alegría.


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