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Guerra Rusia y Ucrania

"Lo que antes era trivial, ahora hay que pensarlo al detalle": un mexicano repasa su vida en Ucrania a un año de invasión rusa

Pablo Ferrat habita desde hace más de 10 años en Kiev. El 24 de febrero de 2022 un mensaje de texto de Univision Noticias lo alerto del inicio de las hostilidades. Un año después, tras huir del país, volver y vivir las oleadas de ataques rusos, como la del 10 de octubre de 2022, comparte en lo que se ha convertido la vida en la capital ucraniana.
Publicado 24 Feb 2023 – 11:14 PM EST | Actualizado 24 Feb 2023 – 11:14 PM EST
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El novelista francés Gabriel Chevallier dijo en ‘El Miedo’ que la guerra habitúa a encontrar natural lo que es monstruoso. Hace un año, el 24 de febrero de 2022, una notificación en su móvil despertó a Pablo Ferrat. Este reportero intentaba localizar al mexicano que habita en Kiev para saber cómo se encontraban él y su familia. Esa madrugada, los bombardeos rusos habían iniciado y las alarmas resonaban por toda la capital ucraniana.

Ferrat se puso de pie y miró la negrura a través de la ventana de su apartamento de la céntrica zona de Pchersk. Incrédulo, escuchó a lo lejos las sirenas antiaéreas y los tronidos sórdidos de la artillería rusa que caía sobre el aeropuerto de Antonov, apenas a nueve millas de donde se encontraba, una acción que marcaba el inicio de la invasión rusa a Ucrania.

Apenas una semana atrás, el propio Ferrat había declarado a Univision Noticias que la población ucraniana veía la intervención armada de Rusia lejana y casi imposible de que ocurriera. Sin embargo, de pie ante la ciudad que había decidido llamar casa desde hace más de una década, se dio cuenta de que la vida para él, su esposa Olenka Pryshchepo, su pequeña hija Yaroslava, de un año, y la de todo el país estaba por cambiar.

Un año de invasión rusa que le cambió la vida

Desde otro apartamento en Kiev, ubicado a una milla y media del que habitó hasta que tuvieron que huir a Polonia unos días después de iniciadas las hostilidades para luego volver, Ferrat rememora el último año y asegura que la vida le ha cambiado al 100 por ciento.

El hombre, de 50 años y originario del Estado de México, dice que, aunque los servicios, los comercios y hasta el entretenimiento de la ciudad se han ido recuperado poco a poco, todo se ha reducido a que en cualquier momento puede sonar la alarma antibombas y cambiar cualquier plan.

“Ahora mismo puede sonar una alarma y atacan, vives con esa incertidumbre; no puedes planear nada a futuro”, sostiene a través del teléfono. "Las cosas que antes eran consideradas normales, hasta triviales, ahora hay que pensarlas a detalle".

Ferrat pone como ejemplo un concierto de música al que él y su esposa asistieron la semana pasada para el que tuvieron que considerar detalladamente con quién iban a dejar a su hija, la ruta en auto que seguirían y revisar varias veces la aplicación de mensajería instantánea Telegram, la cual, como miles de personas, utilizan para saber si está próximo a ocurrir un bombardeo.


“Estas aplicaciones ayudan mucho porque hay grupos a los que te unes y tienes ya la información. Por un lado ya sabes que suena la alarma e inmediatamente te refieres a estos canales”, comenta. “En estos canales te dicen: sonó la alarma porque voló un avión desde el aeropuerto tal o ya están preparando los lanzamisiles o ya se lanzaron los misiles”.

Cuando se lanzan los misiles, en los mismos grupos se comparte qué tipo son, qué dirección tomarán, cuántos son y el tiempo que tardarán en llegar con una antelación de 20 hasta 30 minutos.

“Dependiendo de dónde hayan salido, si fue del mar Negro, del mar Caspio, el mar de Azov o si fueron de territorio ruso, te ayuda a planear tus acciones, si te quedas o te vas a un refugio”, señala quien tuvo que pasar varios días en un búnker soviético subterráneo de Kiev con su familia al inicio del conflicto.

En promedio, dice, las alertas de bombardeo se reciben cada dos o tres días.

Ataque ruso del 10 de octubre, clave

Además de su huida de la capital, que tuvo lugar el 26 de febrero, apenas dos días de iniciada la invasión, la fecha que Ferrat recuerda como la que cambió de manera definitiva la dinámica de vida en la capital fue la del 10 de octubre de 2022.

Ese día, una oleada de ataques fueron lanzados por el ejército ruso en distintas ciudades ucranianas, incluido el centro de Kiev, a donde regresó a habitar la familia Ferrat después de pasar dos meses como refugiados en la ciudad polaca de Lublin. Loa agresin de octubre causó al menos diez muertos y decenas de heridos, apagones y racionamientos de energía en todo el país.

“Los civiles no nos acostumbramos al estado de guerra, pero te adaptas a la vida, a lo que hay ahora”, comenta con resignación ante las monstruosidades de las que ha sido testigo como la ocurrida en abril de 2022 en Bacha, en las afueras de Kiev. Ferrat contó en su cuenta de Facebook que alrededor de de 300 personas fueron asesinadas, todos civiles, muchos de ellos hombres con las manos atadas a la espalda y otro tanto mientras caminaban o huían de la ciudad.


Ferrat cuenta que después del 10 de octubre tuvieron cortes de electricidad por cuatro horas al día, aunque otras personas sufrieron hasta ocho horas de apagón; sin embargo, comida, gasolina y gas no les han faltado.

Un año con miedo a la escalada rusa

El año del inicio de la invasión rusa a Ucrania ha sido particularmente tomada con precaución por los ucranianos. Ferrat asegura que aunque hay escuelas y oficinas laborando en esta nueva normalidad a la que se han habituado, pero que ellos, igual que muchos padres, no llevaron a la pequeña Yaroslava al colegio.

“El ucraniano se adaptó muy bien a los problemas, no quiere decir que no lo hayan sufrido. Se comenzaron a vender generadores de luz que funcionaban con gasolina y con eso mantuvieron abiertas las tiendas, los bancos y se pudo mantener la vida”, asegura.

“Nunca es calma, siempre es incertidumbre”, regresa cuando se le pregunta si se han acostumbrado a la nueva realidad. “Ya tenemos esa idea de que algo va a pasar. ¿A qué nivel? Una invasión como la que tuvo lugar el año pasado está casi descartado como dicen los expertos. Rusia no tiene la capacidad para hacer algo parecido, pero por supuesto que tiene la capacidad para causar bastante daño”.

Esta guerra, ¿tiene fin?, se le cuestiona al final de la conversación.

“Esta es una guerra existencial. Una guerra es fácil iniciarla, pero muy difícil terminarla. En el caso de Ucrania se trata de su existencia como país, como nación, como cultura. En el caso de Rusia, no es la existencia de Rusia como país sino de Putin, de su esfera de poder; si él pierde la guerra, sabe que prácticamente está muerto, nadie le va a perdonar que haya perdido la guerra. Él ya no puede pararla porque su existencia depende de ella”, concluye.

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