Empacar puede convertirse en un dolor de cabeza, no importa qué tan organizada seas. Escoger la ropa que llevarás es casi una tortura porque cada 10 minutos te haces la terrible pregunta “¿y si…?” “¿y si tengo una cena formal? ¿y si salimos a pasear por la ciudad? ¿y si tengo que caminar mucho? ¿y si hace frío?”