Los juristas la llamaron una avalancha de pruebas que demuestran que el capo, durante más de dos décadas, inundó EEUU con miles de toneladas de drogas. Pidieron al jurado que use su sentido común y se pregunte quién tiene tantos guardaespaldas como un ejército, quién necesita esconderse en las montañas de Sinaloa, quién usa un sistema encriptado de comunicaciones y espía a su esposa y dos amantes, y quién tiene un túnel bajo la bañera y otro bajo una mesa de billar.