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Terremoto en Turquía y Siria

Del rescate a la recuperación: se desvanecen las esperanzas de encontrar a más supervivientes del terremoto en Turquía y Siria

Los familiares se enfrentan a una terrible realidad: es poco probable que vuelvan a encontrarse con sus seres queridos desaparecidos al tiempo que ven cómo los trabajadores empiezan a pasar del rescate a la recuperación de cuerpos.
Publicado 10 Feb 2023 – 06:07 AM EST | Actualizado 10 Feb 2023 – 10:50 AM EST
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Las primeras y cruciales se han convertido en tensos y lúgubres días en las zonas del sur de Turquía azotadas por el terremoto del lunes: cada vez son menos los rescatados con vida de entre los escombros.

Los sobrevivientes y famliares se enfrentan a una terrible verdad: es poco probable que vuelvan a encontrarse con sus seres queridos desaparecidos. Los trabajadores empiezan a pasar del rescate a la recuperación de cuerpos.

En Nurdagi, una ciudad de alrededor de 40,000 habitantes ubicada entre montañas nevadas a unas 35 millas (56 kilómetros) del epicentro del terremoto, una multitud de espectadores, en su mayoría familiares de personas atrapadas, observaban el jueves cómo maquinaria pesada trabajaba en un edificio que se había derrumbado de forma tal que sus diferentes pisos quedaron compactados, con apenas unas pulgadas entre ellos.

Mehmet Yilmaz, de 67 años, miraba desde la distancia cómo las excavadoras y otros equipos de demolición comenzaban a derribar lo que quedaba del edificio, en donde quedaron atrapados seis miembros de su familia, incluidos tres niños y un bebé de 3 meses.

Allí la operación ha pasado del rescate a la demolición.


“No hay esperanza. No podemos renunciar a nuestra esperanza en Dios, pero entraron al edificio con dispositivos de escucha y perros, y no había nada”, dijo Yilmaz, quien no se ha movido del lugar en estos tres días.

El hombre calcula que unas 80 personas seguían atrapadas dentro de la estructura derrumbada, pero no cree que ninguna de ellas vaya a ser recuperada con vida.

“El edificio parece pilas de papel y cartón, el quinto piso y el primer piso han chocado en uno”, dijo sombríamente, con una mirada de resignación.


Quedan pocos edificios en Nurdagi que no hayan sufrido daños importantes. En aquellos donde se creía que aún podía haber sobrevivientes, los trabajadores usaron picos, martillos neumáticos y palas para cortar con cuidado los trozos de hormigón y los nudos retorcidos de las barras de refuerzo con la esperanza de descubrir alguna señal de vida. En otros edificios, como en el que quedó atrapada la familia de Yilmaz, se trató más de recuperación.

En Kahramanmaras, la ciudad más cercana al epicentro del terremoto, los trabajadores continuaron el jueves buscando sobrevivientes, pero casi todos sus hallazgos fueron cadáveres.

De pie sobre un alto montículo de escombros, tres hombres metieron la mano en una grieta y sacaron un cuerpo envuelto en una manta roja, con unos pies descalzos que sobresalían. El cuerpo fue colocado en la pala de una retroexcavadora y bajado lentamente al suelo.


Un rescatista dijo que su estado psicológico estaba en declive después de días de búsqueda y que el olor a muerte entre los escombros se estaba volviendo insoportable.

Cerca de allí, un polideportivo cubierto sirve como depósito de cadáveres improvisado para acomodar e identificar los cuerpos que se van recuperando de los escombros. En la cancha de baloncesto yacían decenas de cuerpos envueltos en mantas o mortajas negras, al menos uno de los cuales parecía ser el pequeño cuerpo de un niño de 5 o 6 años.


En la entrada de la improvisada morgue, un hombre lloraba sobre una bolsa negra para cadáveres que yacía junto a otra en la plataforma de un camión pequeño. “¡Tengo 70 años! ¡Dios debería haberme llevado a mí, no a mi hijo!”, gritó.

Erdal Usta, asistente del fiscal provincial, dijo que los cuerpos que se sacan de los escombros se llevan al edificio y se catalogan, y esperan la identificación de los familiares que luego pueden transportarlos para enterrarlos.

El balance oficial de muertos por los terremotos superaba este viernes los 21,000, de ellos, 17,674 en Turquía y 3,377 en Siria. Pero los expertos consideran que el saldo seguirá aumentando de forma significativa.


Una mujer, que no quiso dar su nombre, dijo que había llevado el cuerpo de su suegro a la morgue para registrarlo formalmente como fallecido. Ella y su familia, dijo, habían sacado al hombre de entre los escombros con sus propias manos, pero había sido aplastado por el derrumbe.


En Nurdagi, Mehmet Nasir Dusan, de 67 años, permanecía sentado en una silla viendo cómo las excavadoras derribaban los restos de un edificio de 9 pisos en nubes de polvo. Dijo que tampoco tenía esperanzas de reunirse con sus cinco familiares atrapados bajo los escombros. Aún así, agregó, recuperar sus cuerpos traería un pequeño consuelo.

“No nos iremos de este sitio hasta que podamos recuperar sus cuerpos, incluso si toma diez días. Mi familia está destruida ahora”, declaró.

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