La razón por la que los elecciones presidenciales en Estados Unidos se hacen entre semana es porque antiguamente el domingo era un día reservado para asistir a la iglesia. Además, como gran parte de la población era rural, los votantes necesitaban más de un día para poder llegar a las urnas y las elecciones se fijaron para el primer martes de noviembre, un mes que no interfiere con la cosecha de otoño.