Para los médicos que lo trataron, el pequeño William está vivo de milagro. En mayo pasado, en medio de la represión a las protestas en Nicaragua, una bala perdida le atravesó la mandíbula y se le incrustó en la tráquea. Sus padres decidieron huir con él por el temor a las represalias tras acusar a la policía orteguista de haber herido al niño.