Con una polarización extrema, Perú tendrá (una vez más) las elecciones más difíciles de su historia
LIMA, Perú. - Si haces un comentario a favor de Keiko Fujimori, eres un "corrupto"; si dices algo bueno de Pedro Castillo, eres un "comunista"; y si dices que viciarás tu voto, eres un "irresponsable". La polarización que actualmente vive el país permea hasta los entornos más íntimos de los peruanos en la recta final de las elecciones presidenciales.
“Tuve que retirarme de varios grupos de WhatsApp porque realmente ya se estaban poniendo tóxicos cuando se hablaba de las elecciones. Incluso una de mis amigas se amargó (molestó) conmigo porque no votaría como ella quería y me bloqueó, se acabó la amistad”, cuenta sorprendida Beatriz Gonzáles, de 34 años.
Los peruanos acudirán este domingo a las urnas para elegir al sucesor de Francisco Sagasti, quien lidera el gobierno de transición conformado en noviembre tras la renuncia de Manuel Merino tras una presidencia de apenas seis días. Merino abandonó el poder en medio de protestas generalizadas, que dejaron dos jóvenes muertos, por la destitución repentina de Martín Vizcarra por parte del Congreso.
El proceso electoral ha sido el más fragmentado en la historia del país, con 18 candidatos, de los que pasaron a una segunda vuelta electoral: Keiko Fujimori, excongresista e hija mayor del encarcelado expresidente Alberto Fujimori, y Pedro Castillo, un profesor de escuela rural y líder sindical.
Según el politólogo Gonzalo Banda, Fujimori está recibiendo el voto de los que la consideran “el mal menor” en estos comicios, proveniente de lo que denominó “la aristocracia empresarial” y de sectores desconectados con el sentir de las regiones del país.
A Castillo, consideró Banda, le ha funcionado construir para su candidatura “una narrativa de cambio” que, pese a sus generalizaciones y propuestas poco concretas, ha pegado en zonas lejanas de las grandes ciudades.
Llaman a la calma ante un margen que sería "muy pequeño"
En la última semana, las encuestadoras más importantes del país han mostrado que los candidatos han acortado la distancia que los separaba hasta llegar a un empate técnico. A estas alturas, cualquiera de los dos puede convertirse en el próximo presidente del Perú.
Castillo ha mantenido su intención de voto, pese a una fuerte campaña de desinformación y “terruqueo” (de “terruquear”, una palabra con la que se suele descalificar a los que tienen ideas afines a la izquierda, insinuando que simpatizan con grupos terroristas como Sendero Luminoso, el más sanguinario que operó en este país en la década de 1980 y del que aún quedan remanentes sin ideología que sirven al narcotráfico, según el Gobierno).
Una matanza de 16 personas, atribuida inmediatamente por las fuerzas del orden a Sendero Luminoso, a dos semanas de las elecciones generó conmoción entre los peruanos, pero también levantó suspicacias en algunos sectores que rechazaron el uso político que se le empezaba dar al hecho.
En las últimas semanas, Fujimori ha ido subiendo lentamente en las encuestas favorecida por una campaña, amplificada por algunos medios de comunicación locales, que apeló al rechazo al comunismo y al terrorismo, y que generó temor al cambio del modelo económico que favorece el libre mercado, según las encuestadoras.
En el último tramo de su campaña, además, pidió perdón por los errores que ella y su partido cometieron en el pasado reciente, lo que le ha ayudado a captar votos del aún grueso grupo de indecisos, que es el que definiría la elección.
“La diferencia entre ambos sería de márgenes muy, muy pequeños, poco significativos. Eso podría generar reacciones muy preocupantes cuando se conozca el resultado”, dijo a la prensa extranjera acreditada en el Perú, Manuel Saavedra, director gerente de la encuestadora CPI.
“Podríamos tener un escenario parecido al 2016” (cuando Pedro Pablo Kuczynski derrotó a Fujimori por menos de 50,000 votos, equivalente a la capacidad de un estadio), dijo por su parte Patricia Zárate, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos, en la misma reunión con la prensa extranjera.
Lo ajustado de los resultados hace prever problemas a algunos analistas. “Si hay como parece, un resultado ajustado, yo me temo que el perdedor no lo va a aceptar. El mejor escenario sería que quien gane lo haga con una diferencia de por lo menos 5% o 4% para que no sea cuestionado”, advirtió el analista Fernando Tuesta, quien además alertó sobre una campaña para deslegitimar el proceso electoral y que tiene como fin que se diga: “Si no gano es fraude”.
El propio presidente Sagasti, en un discurso a la nación emitido la tarde del viernes, pidió calma a la población y afirmó que “cada voto será registrado y respetado escrupulosamente”.
“Hago un llamado a toda la ciudadanía para que, tan pronto termine la jornada electoral en el Perú y en el exterior, mantengamos la serenidad y esperemos los resultados oficiales que nos entregarán las autoridades electorales. Invoco especialmente a quienes están candidateando en esta segunda vuelta, y a sus organizaciones políticas, a respetar escrupulosamente la voluntad del pueblo peruano expresada en las urnas”, dijo Sagasti.
El duro desafío de sacar a Perú de la crisis por la pandemia
Cualquiera que gane las elecciones peruanas tendrá un escenario de gobernabilidad poco auspicioso, según analistas.
Las campañas de los candidatos han desatado enormes expectativas sociales y económicas, por lo que tendrán que dar respuestas inmediatas, dijo recientemente a corresponsales extranjeros Fernando Tuesta, politólogo y exjefe de uno de los organismos electorales del país. “Los retos son enormes. Es una acumulación de demandas y creo que sobrepasan cualquier posibilidad de cualquier gobierno. Son retos inmediatos”, resaltó.
La crisis económica generada por la pandemia provocó que la pobreza en el Perú aumente el 2020 un 10%, pasando del 20 al 30%, según cifras oficiales. Se han perdido más de dos millones de empleos y el PBI ha caído a niveles no vistos desde hace 30 años.
A esto se suma el cansancio y decepción que viene arrastrando la población que en cinco años ha visto ya cuatro presidentes, con el pico de la crisis política dándose en noviembre, en plena pandemia, cuando en una sola semana el país tuvo dos mandatarios.
“Hay una crisis institucional. La gente no cree en nada. No cree en ninguna institución. No cree en Keiko Fujimori y las 80 mil promesas. También probablemente, un porcentaje muy alto, no cree en Pedro Castillo. Un 50% no cree y es sobre la base que va a trabajar cualquiera de los dos”, dijo la analista Giovana Peñaflor, quien advirtió que si las cosas siguen como están actualmente y no hay cambios “el país va a estallar. ¿Cuándo? Es como la bomba donde no hay el contómetro”.
El principal reto para el próximo presidente será el control de la pandemia y para ello se hará necesario el acelerar el proceso de vacunación. “Han hablado de generalidades y eso es preocupante. ¿Van a seguir con este plan de vacunación que es clave para cualquier tipo de política social, económica?”, dijo el analista Tuesta.
Perú es uno de los países más golpeados por la pandemia en el mundo. El gobierno encargó a un consejo de expertos la revisión de las cifras de fallecimientos y el grupo concluyó recientemente que más de 180,000 personas murieron por covid-19, mucho más del doble que se reconocía oficialmente. Con este sinceramiento de cifras, Perú se convirtió en el país con la tasa de mortalidad per cápita más alta del mundo.