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Juan Guaidó

La nueva enemiga de Maduro: una cuidadora a domicilio que huyó de Venezuela

Dinorah Figuera surgió como inesperada opción después de que su partido liderara este mes una especie de rebelión en las filas de la oposición para expulsar al asediado Juan Guaidó de su papel como "presidente interino".
Publicado 16 Ene 2023 – 12:13 PM EST | Actualizado 16 Ene 2023 – 01:22 PM EST
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Como muchos de los siete millones de venezolanos que han abandonado su país en los últimos años, cuando en 2018 Dinorah Figuera dejó atrás a su familia y su carrera médica, se vio obligada a aceptar comidas de organizaciones benéficas y a saltar, al llegar a España, de un piso compartido a otro, reporta AP.

En la actualidad, sigue esforzándose para llegar a fin de mes trabajando como cuidadora a domicilio de una anciana diabética en la ciudad portuaria de Valencia.

Pero ahora, a sus 61 años, tiene una responsabilidad enorme: liderar desde el exilio a la oposición venezolana en la aparentemente imposible lucha por desbancar al presidente Nicolás Maduro.

Figuera es la nueva jefa de la Asamblea Nacional elegida en 2015.

Figuera forma parte de un nuevo liderazgo femenino en Venezuela

La selección de Figuera este mes como parte de un nuevo liderazgo de exlegisladoras mujeres fue inicialmente celebrada como un reconocimiento tardío del papel clave que mujeres como ella han desempeñado en la lucha de dos décadas contra los gobiernos socialistas de Venezuela.


Todo podría volverse en su contra. Para la mayoría de los observadores, Figuera sólo logró conseguir protagonismo por las fracturas internas de la oposición respaldada por Estados Unidos.

Esa división ha dejado a la oposición desacreditada a los ojos de millones de venezolanos que hacen lo que pueden para evitar unirse al éxodo masivo del país.

"Esto podría acabar siendo un cuchillo de doble filo si no hacemos las cosas bien", dijo Figuera en una entrevista en un parque mientras interrumpía una apretada agenda de llamadas telefónicas con políticos de la oposición que la buscaban por primera vez.

"Pero vamos a correr ese riesgo, con todas las consecuencias, porque los venezolanos merecemos un cambio".

Figuera surgió como opción improbable después de que su partido lideró este mes una rebelión para expulsar al asediado Juan Guaidó de su papel como 'presidente interino', el título que reclamó en 2019 como jefe de la Asamblea Nacional cuando a varios opositores importantes se les prohibió postularse contra Maduro en las elecciones presidenciales.

Aunque el mandato de cinco años de la asamblea terminó a finales de 2020, todavía funciona como una sombra simbólica de la legislatura de Maduro y es ampliamente considerada como la última institución democráticamente elegida de Venezuela.

Los mismos incondicionales de la oposición eligieron a Figuera para sustituir a Guaidó en una sesión parlamentaria celebrada a través de Zoom porque muchos habían huido de Venezuela en los últimos años. Pero en un giro de los acontecimientos, el llamado gobierno interino se disolvió oficialmente, rebajando así la influencia de Figuera.

Aunque la difícil situación de Figuera es similar a la de muchos migrantes venezolanos, las circunstancias de su partida son únicas.

Figuera tuvo que huir de Venezuela

En octubre de 2018, su amigo íntimo Fernando Albán -padrino de su hija- murió al caer desde el décimo piso de un edificio perteneciente a los servicios de inteligencia de Maduro. Fue calificado de suicidio por el gobierno. Figuera tuvo que huir rápidamente cuando empezó a recibir amenazas por denunciar que su compañero de militancia había sido asesinado bajo custodia.

"No tuve tiempo de despedirme de mi familia", recuerda.

En España, le concedieron asilo. Madre soltera, estuvo un tiempo separada de su hija y lloró desde el extranjero el fallecimiento de su madre y sus dos hermanos -su formación como cirujana y epidemióloga no le sirvió de nada a miles de kilómetros de distancia-. Hoy, más asentada, envía dinero a sus seres queridos desde un trabajo para el que está muy sobrecualificada, pero que agradece tener.

"Me siento parte de la familia", dice Figuera de su empleadora española, la hija de la anciana a la que cuida. "Siempre dice que nadie se cree que la mujer que cuida de mi madre sea la presidenta de la Asamblea Nacional de Venezuela".

Aunque no es muy conocida en Venezuela, Figuera ha participado activamente en política desde su adolescencia, centrándose en ayudar a los vecinos del barrio obrero de Caracas donde creció. Tras tomarse un receso de dos años para someterse a un tratamiento contra la leucemia, fue elegida diputada en 2010 y de nuevo en 2015 por el partido Primero Justicia.

Su principal tarea como jefa de la futura legislatura es volver a conectar con los votantes desilusionados y unir a la oposición a un año de las elecciones. Es un reto difícil con tantos activistas como ella en el exilio y el control casi total de todas las instituciones por parte de Maduro. Horas después de su nombramiento, el fiscal general de Maduro anunció órdenes para su arresto.

Figuera cree que la oposición necesita una postura más modesta para volver a centrar la atención de los venezolanos en la corrupción del gobierno de Maduro, los abusos de los derechos humanos y la mala gestión de una economía petrolera una vez próspera golpeada ahora por la alta inflación, la pobreza y la escasez generalizada.

"Estamos en una encrucijada en la que hay que rectificar", dijo, sin dar detalles concretos. "Y eso significa abandonar algunas posiciones que nos han debilitado".

Pero la propia historia de extralimitaciones, errores estratégicos y lucha de egos también son un peligro en el seno de la oposición. Guaidó y sus aliados consideran que su destitución fue inconstitucional. Incluso algunas compañeras políticas ven su nombramiento como un intento desesperado de mejorar la desgastada imagen de la oposición.

"No tengo nada que celebrar como mujer", dijo Adriana Pichardo, exlegisladora del partido de Guaidó.

Sin duda, la política venezolana se ha caracterizado durante mucho tiempo por una fuerte dosis de machismo, del que la oposición no es inmune. Todos los comisionados de Guaidó, que funcionaban como ministros en la sombra, eran hombres y solo dos de los nueve miembros del equipo opositor que negocia en México con el gobierno de Maduro son mujeres.

"Las mujeres están donde no está el poder", dijo Natalia Brandler, directora de CAUCE, una ONG con sede en Caracas que forma a mujeres líderes políticas.

La escasez de oportunidades ha provocado las quejas de Estados Unidos y otros gobiernos occidentales que apoyan el movimiento prodemocrático de Venezuela.

En 2019, después de que Guaidó fuera reconocido como el líder legítimo de Venezuela por Estados Unidos y decenas de países, una organización sin fines de lucro llamada Independent Diplomat fue contratada silenciosamente con una subvención de Canadá para proporcionar tutoría y talleres con valiosos contactos en el extranjero a un grupo de legisladoras y activistas que se autodenominan Mujeres por la Democracia en Venezuela.

"Con demasiada frecuencia, la comunidad internacional impulsa la participación de forma simbólica, por ejemplo, estableciendo vías paralelas para las mujeres al margen de las negociaciones sustantivas, en lugar de dentro de las negociaciones principales como pacificadoras por derecho propio", afirmó Reza Afshar, exdiplomático británico que dirige Independent Diplomat.

"Tenemos que cambiar el paradigma. Las mujeres deben desempeñar papeles de liderazgo porque las pruebas sugieren que así se obtienen mejores resultados y, como hemos visto, que los hombres dirijan las cosas durante cientos de años no ha funcionado muy bien".

Irónicamente, gran parte del empoderamiento femenino dentro de la oposición es resultado de las políticas aplicadas por Maduro. Las elecciones parlamentarias de 2015 fueron las primeras en Venezuela en exigir la paridad de género para corregir desequilibrios de larga data que llevaron a que hasta el 91% de los alcaldes locales fueran hombres.

La mayoría de las vacantes para candidatas mujeres se encontraban en bastiones progubernamentales como el estado central de Aragua, que Figuera representa. Cuando la oposición ganó los comicios por goleada, varias mujeres hasta entonces desconocidas se impusieron por sorpresa.

Figuera, excluida ella misma de tantas reuniones a puerta cerrada de los jefes masculinos del partido, espera convertir su discreto toque en una fuerza que ayude a la oposición a recuperar parte de su credibilidad perdida.

"Soy una mujer de educación modesta que ha trabajado duro y ha ganado elecciones", dijo, reflexionando sobre su inesperado ascenso. "Tengo la experiencia de la resistencia y tengo la experiencia de tomar decisiones indeclinables".

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