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Chile

¿Cómo evitará Chile el riesgo del populismo en su nueva Constitución?

El inicio de un proceso constituyente marcado por la elección de una mayoría de representantes ligados al progresismo genera incertidubre entre algunos, pero la diversidad y pluralismo de la Asamblea podrían servir de muro a orientaciones extremas.
24 May 2021 – 11:07 AM EDT
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El desplome de la bolsa, un vendaval político y todo tipo de especulaciones sobre el futuro de Chile: ese ha sido el efecto que tuvieron en los últimos días los inesperados resultados de la reciente megaelección en el país.

En los comicios, los chilenos eligieron a 155 representantes, además de gobernadores, alcaldes y concejales, que conformarán la Asamblea Constituyente a cargo de redactar una nueva Constitución que enterrará la Carta Magna aprobada por el dictador Augusto Pinochet en 1980.

En esta oportunidad, el electorado optó por castigar a los partidos políticos tradicionales y preferir, en su mayoría, a independientes y fuerzas emergentes de la izquierda.

Los candidatos de Chile Vamos, la coalición de la derecha a la que pertenece el presidente Sebastián Piñera, no lograron llegar al tercio de representantes necesario para poder vetar propuestas en la convención constituyente. A su vez, los partidos de la ex Concertación, la centroizquierda protagónica en el regreso a la democracia, tampoco consiguieron una buena representación.

Ambos conglomerados han sido acusados por la ciudadanía de haber dejado prosperar los grandes grupos de interés a costa de una mayor igualdad social.

Los efectos de estos comicios fueron inmediatos. El lunes, la bolsa de Santiago se desplomó (-9.3%), alcanzando el mayor retroceso diario desde marzo de 2020 y perdiendo todo lo ganado este año.

La definición de los candidatos de la carrera presidencial en vista de las elecciones de noviembre próximo registró grandes turbulencias, y en ciertos sectores se instaló la incertidumbre en cuanto a la dirección que tomará Chile con su nueva Constitución.

¿#Chilezuela?

La mayor preocupación está en los acuerdos que se lograrán en torno al futuro rol del Estado, que un número creciente de chilenos quisiera más fuerte.

Los temores que sienten algunos sectores de que esta constituyente dominada por el progresismo ponga en riesgo la estabilidad del país solo se acrecentaron a comienzos de la semana cuando el gobernante venezolano Nicolás Maduro felicitó a Chile por haber dado “una clara señal sobre su contundente rechazo al neoliberalismo salvaje”.

En Twitter, el hashtag #Chilezuela se volvió trending topic y afluyeron los memes sobre el mismo tema. Para constituyentes y analistas, sin embargo, el camino hacia una nueva carta fundamental no debiera ser tan polarizado ni los cambios tan radicales como algunos piensan.

"Esto es una puesta al día de la democracia chilena y estamos viviendo algo que muchas partes del mundo estarán viviendo y tendrán que solucionar a su propia manera", asegura el periodista y analista político Patricio Fernández, un independiente recién electo miembro de la Asamblea Constituyente.

Fernández, autor de un libro de crónicas sobre la crisis social de octubre de 2019 que impulsó el proceso constituyente, agrega que durante el estallido nunca vio que se apuntara a modelos socialistas o comunistas.

"Lo que hay aquí es el fin de un ciclo y la incertidumbre por el que viene. Pero la apuesta convencida por una respuesta revolucionaria como la que hemos conocido en Latinoamérica desde los años 60 no está presente en la discusión chilena", dice.

El sello: la diversidad

La convención constituyente que eligieron los chilenos tiene varias características inéditas: es totalmente paritaria, incluye 17 escaños para los pueblos originarios y contempla un amplio espectro de actores políticos; 48 de los representantes son independientes. Aunque la mayoría de ellos sean cercanos al progresismo, no tienen miradas uniformes.

Entre los representantes hay una gran diversidad social: en la asamblea convivirán abogados, profesores, psicólogos, periodistas, ingenieros e historiadores, pero también dirigentes sociales, amas de casa, transportistas escolares. Muchos son jóvenes y con una gran preocupación por el medio ambiente. El promedio de edad de los constituyentes es de 44 años.

Es una mezcla que los expertos consideran esencial para crear un puente entre la élite dominante y el resto de la ciudadanía en un país marcado por la desigualdad social.

Según datos del World Inequity Lab, un centro de estudios de la Escuela de Economía de París y la Universidad de Berkeley, Chile es el cuarto país entre las 10 naciones en las que el 1% de la población acapara la mayor cantidad de ingresos, concentrando el 27.8% del total.

La cifra es superada solo por tres países africanos: Sao Tomé y Príncipe, Mozambique y República Centroafricana.

"Lo más notorio de la convención es la inclusión de actores que habían estado excluidos, de gente que no es de la élite, y eso es bueno para el proyecto porque le da legitimidad", explica Claudia Heiss, doctora en Ciencias Políticas y autora del libro ¿Por qué necesitamos una nueva constitución?.

Heiss explica que, a diferencia de otros países de la región, como Ecuador, Bolivia o Venezuela, el proceso constituyente en Chile resultó de una demanda plural desde un inicio, lo que lo convierte en “un muy buen antídoto contra posibilidades autoritarias”. En Chile no existe un líder único o un movimiento con una unidad de proyecto que encabece el proceso, sino que una multitud de fuerzas.

Elisa Loncón, lingüista y profesora, es una de las representantes de los pueblos indígenas elegida en los comicios del domingo pasado. Cree que llegar a acuerdos será trabajoso, pero que existen temas fundacionales que debieran unir.

"Calificar este proceso desde la izquierda o la derecha es demasiado reduccionista. Hay que entender que las demandas que lo impulsaron tienen que ver con la dignidad del ser humano, con no faltar más a la ética de no dañar al otro, como ha ocurrido con los poderes económicos aquí en Chile", declaró.

Un nuevo modelo

La brusca caída de la Bolsa del lunes 17 de mayo reflejó una de las principales preocupaciones del sector menos representado en la Asamblea Constituyente: el miedo a que la nueva convención cambie de manera muy drástica las reglas del juego para realizar negocios e inversiones.

La incertidumbre afecta en especial a las industrias ligadas a los grandes temas que estarán al centro del debate, como el sistema privatizado de pensiones, los derechos de agua y el uso de los recursos naturales. Si bien la mayoría de los chilenos parece estar de acuerdo en querer cambiar el sistema económico heredado de la dictadura de Pinochet, nada indica que aspiren a que estas transformaciones sean extremas.

Un estudio realizado por la consultora de asuntos públicos y de seguimiento del proceso constituyente Melero Asociados revela las tendencias. Analiza las propuestas de los candidatos electos en los principales asuntos que serán discutidos en la convención.

Los resultados indican que lejos de cuestionar el derecho a la propiedad, la mayoría quiere que siga consagrado en la Constitución. Más de 60 de los 155 constituyentes aspira a que así sea, pero estableciendo nuevos límites, mientras que cerca de 30 no harían cambios a las orientaciones actuales.

A su vez, quienes buscan una participación estatal amplia son minoría, en tanto que los representantes que proponen instaurar un Estado que reconozca los derechos sociales son 85, es decir más de la mitad.

"El estudio es un buen reflejo de que hay menos extremos hacia la radicalización de izquierda de lo que algunas personas han dicho. El modelo chileno va a cambiar; vamos a tener una mayor asistencialidad del Estado en el sentido de que va a dar más garantías de acceso a la salud, educación y previsión, pero son cambios que ya han empezado a darse en Chile", dice Manuel Melero, socio de la consultora. "El país ha tenido un giro importante y la nueva Constitución va a consagrar todo eso, hacerlo más explícito".

La gratuidad en la educación superior y la ampliación de la cobertura de los costos de enfermedades y medicamentos en el sistema público son en efecto ámbitos en los que los gobiernos recientes han avanzado. Asimismo, en los últimos meses, los persistentes reclamos por las bajas pensiones llevaron el presidente Piñera a proponer la creación de un fondo de ahorro colectivo que implica un cargo adicional para los empleadores. Los grandes lineamientos de la dirección que tomará la nación parecen estar esbozados.

"Chile es un país que suele apostar por la institucionalidad cuando muchos otros de América Latina suelen optar por caminos alternativos", sintetiza Fernández. "Y lo bueno es que aquí el estallido social se incorporó a la discusión institucional" , añadió.

Lo que sin duda dejará de existir es el modelo del “Estado subsidiario” que estableció la Constitución de 1980. Esta estipula que el gobierno solo puede desarrollar o participar en actividades empresariales si se lo permite una ley que requiere una mayoría absoluta. Según el estudio de Melero Asociados, menos de 15 constituyentes quieren mantenerlo.

En ese sentido, no cabe duda de que la nueva carta fundamental llevará a una redistribución del poder que se acerca más a las experiencias socialdemócratas y que permite una mayor participación ciudadana en los distintos niveles de la democracia.

"El modelo que tenía la constitución del 80 no lo vamos a volver a tener nunca más. Y es posible que se avance después en medidas más redistributivas, pero esas no las va a hacer la Constitución, sino que solo va a dar una señal en esa dirección", dice Heiss.

El conjunto de estos elementos lleva a constituyentes y analistas a pensar que, aunque parezca difícil lograr acuerdos sobre algunos puntos, el proceso no debiera ser conflictivo. En eso ayuda también el hecho de que la ley que regula la Constitución establece límites claros para un proceso de este tipo y prohíbe a la asamblea sobreponerse a las funciones del gobierno o del Congreso. La Carta Magna chilena solo establece grandes orientaciones.

"No hay tanto espacio de maniobra en la Constitución. Hay que llegar a acuerdos en la asamblea sobre grandes principios, pero el trabajo de la convención no consiste en enumerar todo en detalle", dice Zachary Elkins, académico de la Universidad de Texas y creador de Constitute Project, un sitio de análisis e información sobre las distintas constituciones del mundo.

A su modo de ver, el éxito del proceso chileno no solo es importante para responder a las demandas ciudadanas y para ponerle simbólica y concretamente fin al legado del régimen de Pinochet. Es también altamente relevante para el resto de América Latina.

"Para combatir el populismo se requiere una Constitución sólida", dice Elkins."Chile ha sido un modelo en la región por su economía y política democrática, así que creo que este proceso tendrá un impacto enorme. Todos los países, desde México hasta la punta de Tierra del Fuego podrían sentirse inspirados por el proceso constituyente chileno", añadió.

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