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La historia de Sylvester Stallone es esencialmente la misma de Rocky y es nunca darse por vencido

Publicado 16 Nov 2018 – 10:28 AM EST | Actualizado 18 Mar 2019 – 03:08 PM EDT
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Una famosa frase que podría haber dicho Mark Twain o no, sostiene que «los días más importantes en la vida de una persona son dos: el día en que nace y el día en que descubre por qué».

Sylvester Stallone debe opinar que esa frase es muy equivocada.

Obviamente el día de su nacimiento, como el de cualquiera, fue muy importante.

En su caso además porque una mala praxis del médico le dañó un nervio de la mejilla y lo dejó con una leve parálisis en el costado izquierdo y con una peculiar forma de hablar, marcas distintivas que lo acompañarían el resto de su vida y, muy especialmente, en su carrera.

Su siguiente día importante, ese del gran descubrimiento del porqué, no lo conocemos exactamente, pero sí podemos asumir que fue a principios de los 70, cuando decidió que la razón por la que había nacido era para estar vinculado al cine, fuera como fuere.

Eso lo podemos saber por la historia de cómo Rocky se hizo realidad, una historia que definitivamente contiene más días importantes para Sylvester Stallone y, sobre todo, mejores.

Días que llegaron gracias a una perseverancia y una determinación propias del mismísimo Rocky Balboa.

El semental italiano

La primera presencia de Stallone en una película fue como extra en el drama deportivo (¿un presagio?) Downhill Racer de 1969, protagonizada por Robert Redford y Gene Hackman. Allí debe haber descubierto su pasión por el cine y la realización de películas pero, como suele suceder, al principio la suerte le fue esquiva.

Quería ser actor pero quizá por esas peculiaridades antes mencionadas —una leve mueca en su rostro y una forma de hablar como si estuviera en cámara lenta— no conseguía demasiados papeles.

Su situación económica era apremiante, y fue desalojado del departamento que alquilaba en Nueva York.

«Estaba en la ruina y dormí en la estación de autobuses por tres semanas en medio del invierno» ha dicho.

Sin techo y sin dinero, vio un aviso en un periódico sobre una película que pagaría 100 dólares por día a su actor protagonista, y no dudó en presentarse.

La producción se titulaba La fiesta en lo de Kitty y Stud y era una película porno soft. Fue elegido como protagonista, y en ella interpretó a Stud, un hombre tosco y algo bruto pero con asombroso desempeño sexual que con su novia organizan una fiesta en su casa, en la que Stud termina por tener sexo con todas las asistentes femeninas. El rodaje duró dos días y Stallone recibió un cheque por $200 dólares.

«Era hacer esa película o robar a alguien» dijo después, «porque estaba realmente con la soga al cuello».

Años más tarde, cuando Sylvester Stallone ganaba reconocimiento mundial por Rocky, los productores de esta película decidieron relanzarla con el título de The Italian StallionEl semental italiano—, el apodo de Rocky Balboa, que resultaba muy atinado también para Stud.

Pero todavía faltaba para eso.

Antes, Stallone actuó en un papel muy pequeño en una obra de teatro off-Broadway titulada Score, también erótica y muy exitosa, que después se adaptó en una película; protagonizó una pequeña película olvidada, No Place to Hide, y tuvo papeles secundarios en Farewell, My Lovely y Capone.

Por lo demás, sus papeles se reducían a ser extra o tener una muy breve aparición, cosa que hizo en películas como Bananas de Woody Allen y Klute de Alan J. Pakula, y en las series MASH, Police Story y Kojak.

Ser actor y tener éxito, o siquiera ganarse la vida, estaba resultando más difícil de lo esperado.

Así que Sly consideró que lo que tenía que hacer era ponerse a escribir su propia historia.

El éxito a los golpes

El 24 de marzo de 1975 Sylvester Stallone vio la famosa pelea de Muhammad Ali vs. Chuck Wepner, en la que Wepner fue derrotado por Knock Out, tal como todo el mundo esperaba, pero recién en el último asalto, el número 15, aguantando casi toda la pelea contra el Ali que venía de ganarle a Foreman, lo que fue visto como una proeza pese a la derrota.

Esta heroica derrota, o triunfo del espíritu, fue lo que inspiró a Sylvester Stallone a escribir el guion de Rocky. Al menos en forma directa y decisiva, pero se puede decir que la inspiración también provenía de su propio esfuerzo por triunfar.

En el guion de Rocky se cifran sus propias batallas, y eso es lo que lo hace auténtico; es decir, lo que le valdría su éxito.

Después de ver la pelea Ali vs. Wepner, Stallone se encerró a escribir el guion, para el que también se inspiró en los boxeadores Rocky Marciano (tomando su nombre y su estilo) y Joe Frazier (quien de joven trabajó en un matadero en Philadelphia y entrenaba golpeando los cadáveres de animales colgados en la cámara de refrigeración).

Escribió casi de manera ininterrumpida, finalizando su guion con un último envión de 20 horas seguidas de escritura, un esfuerzo en parte necesario para un guionista inexperiente y primerizo.

Había pintado todas las ventanas de negro para aislarse del mundo exterior, según reveló después:

«Recuerdo las ventanas y recuerdo la pintura negra, porque en ese momento mi vida se había volcado por completo a la escritura, ya que el trabajo como actor me había sido esquivo. Pero no se confundan: mi escritura era bastante pésima al principio y mi estilo dejaba mucho que desear. Recuerdo que comenzaba a escribir a las 11 de la noche y escuchaba el álbum Odessa de los Bee Gees una y otra vez hasta las 5 de la mañana. La escritura nunca era muy productiva, pero me memorizaba todas las palabras del álbum. Puedo decir que rápidamente abandoné después ese método de escribir. La razón por la que pinté las ventanas de negro fue que no quería distracciones ni excusas ni cosas como "Oh, qué día más agradable, creo que voy a salir y pedir comida por ahí"»

Tres días y medio después el guion de Rocky estaba completo, pero Sly todavía tenía algunos importantes obstáculos que superar.

Rocky no puede ser otro

Con su flamante guion bajo el brazo, se presentó ante todo estudio hollywoodense dispuesto a leerlo, con la condición de que si les gustaba y querían producir la película, el protagonista debería ser él mismo.

No era un capricho: Rocky Balboa era en cierto modo él mismo.

Compartían fecha de cumpleaños (6 de julio, como si hubieran venido al mundo llamados por el fervor patriótico) pero también otras características que probablemente Stallone consideraba propias y proyectó en su personaje.

«Un hombre con sentimiento y espiritualidad y un buen patriota» definió Stallone a Balboa. «Un hombre bueno por naturaleza, aunque la naturaleza no ha sido especialmente buena con él. Siempre lo he visto como un gladiador del siglo XX, con zapatillas de lona en lugar de sandalias».

A un par de productores hollywoodenses les gustó mucho el guion, pero no querían que el protagonista fuera interpretado por un actor desconocido como Stallone.

Pensaron que sería un éxito potenciado por la presencia de una gran estrella, y consideraron a Robert Redford, Ryan O'Neal, Burt Reynolds y James Caan como protagonistas.

Stallone no estaba dispuesto a ceder. Ni siquiera a pesar de la encrucijada que se le presentó.

Los productores le ofrecieron $350.000 dólares por los derechos de la historia y por su guion. Hoy en día esa cifra equivale a más de un millón de dólares y en ese entonces era inédita por un guion.

Stallone ha dicho que en ese momento tenía $106 dólares en su cuenta bancaria y que había tenido que vender a su perro (por 40 dólares) para comprar comida. Pero que nunca se perdonaría a sí mismo si aceptaba la oferta y la película resultaba un éxito con otro actor interpretando a Rocky Balboa.

Finalmente los productores no tuvieron otra opción que aceptar a Stallone como protagonista. Realmente les interesaba el guion, y además Stallone aceptó no cobrar la tarifa que le correspondía como guionista y cobrar el pago mínimo como actor.

El estudio United Artist, que pensaba invertir dos millones para hacer la película si tenía un actor conocido, aceptó gastar solamente la mitad para la película protagonizada por Stallone.

Con un presupuesto de un millón de dólares entonces se hizo Rocky, y se estrenó en diciembre de 1976, pocos meses después del cumpleaños de 30 de Stallone.

La película iba a recaudar $225 millones en la taquilla (más que ninguna otra ese año), convertir a su actor y guionista en celebridad internacional, y daría inicio a una franquicia todavía vigente cuatro décadas más tarde.

Tuvo además 10 nominaciones a los Premios Oscar, incluyendo las de mejor actor y mejor guion original para Sly, y fue galardonada con el premio más distinguido de todos, el de mejor película.

Pero mucho mejor que eso: se convirtió en un clásico del cine y en una de las historias inspiradoras y de perseverancia más emblemáticas de la cultura popular.

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