La historia de los palillos
Hoy en día, gracias al fenómeno de la globalización y al auge dentro de la moda gastronómica que ha cobrado la cocina oriental, hay ciertos elementos que ya los conocemos todos (o al menos la mayoría). Un ejemplo de de ello son los palitos chinos. Qué son, hoy por hoy, ya lo sabemos todos.
Lo que sí muchos de nosotros no sabemos y conservamos en la completa ignorancia, es como utilizarlos. Al menos como utilizarlos correctamente, sin tener que demorar más de dos horas y media para comer el más minúsculo de los tazones de arroz.
No en vano, algunas mujeres (embelesadas por su belleza, pero agotadas por nuestros fracasados intentos de utilizarles), hemos optado por lucirlos en el cabello, como preciosos y exóticos broches para el pelo.
Los palillos orientales son muy sencillos. Son unos simples palillos puntiagudos que sirven para llevar la comida a la boca. Serían los “equivalentes” a nuestros cubiertos en el mundo oriental. Normalmente se los fabrica de madera, bambú, metal, hueso, marfil y muy recientemente, también de plástico.
El origen de los palitos orientales, que por lo general denominamos como “palitos chinos”, no hay que ser muy astuto para adivinarlo. De todos modos, les doy la oportunidad: ¿Adivinen? Sí, muy bien: China.
El tiempo que ha pasado desde su origen tal vez si es más difícil de adivinar. De todos modos, si alguna vez escucharon la gastada frase de “ la cultura milenaria”, tal vez puedan aproximarse. ¿Ya pensaron cuanto? No, no… ¡mucho más!. Se estima que surgieron hace más de cuatro mil años.
Kuai-zi es la palabra mandarina para los palillos, como ya dijimos -más específicamente kuàizi o kuài'er. Su significado es sencillo: “los objetos de bambú para comer rápidamente”.
Y uno puede pensar… estos orientales…mucha cultura milenaria, mucha cultura milenaria, pero a la hora de inventar algo para comer la súper complicaron. Porque comer con palillos y comer con cuchillo y tenedor, tiene sus diferencias ¿no?.
Ahora… aclaremos: si bien uno puede pensar lo anterior (porque como poder pensar podemos pensar lo que sea), no vallamos a creer que los occidentales fuimos más astutos por inventar nuestros cubiertos, que los orientales y sus palillos. Aquí no vamos a medir la astucia, sin embargo, bien podemos decir, que aquello que los occidentales simplificamos con los cubiertos, los orientales lo simplificaron antes de llevar el plato a la mesa: lo simplificaron con sus métodos de cocinar.
Antes de inventar nuestros respectivos utensilios, orientales y occidentales comíamos con nuestra herramienta básica: la mano. Nuestros distintos modos de cocinar, hicieron que unos necesitáramos una cosa y otros, otra.
Los orientales cocinaban todo muy chiquito. A falta de combustible, todo se cortaba pequeño para agilizar su preparación. Es una cuestión de regla simple ¿verdad?. Pedazos grandes demoran mucho en cocinarse y pedazos chicos demoran mucho menos. De esta forma los orientales ahorraban energía, pero además ahorraban complicaciones a la hora de sentarse a la mesa: no necesitaban cortar, sólo transportar del plato a la boca.
Por ende, para nada necesitaban nuestros filosos cuchillos, ni nuestros tridentes pequeños capaces de mantener la comida quieta mientras la cortamos. Bastaba con unos simples palillos.
Los Kuai-zi, nacieron por la necesidad tan simple de no ensuciarse las manos (al menos así lo pienso yo). Sin embargo, no todos estuvieron tan predispuestos a alejar sus manitas de los distintos ingredientes, y por ello la expansión de los palillos a los países vecinos no fue cosa fácil. Hasta el primer milenio de nuestra era, no se los adoptó ni en Vietnam, Japón o Corea. Y en Japón incluso, cuando se lo adoptó se lo hizo plasmándole algunas modificaciones de tamaño, de diseño (mas redondeados), de técnica (hechos de una sola pieza de bambú) y el mecanismo (en modo de pinza)
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