Desde Del Río, Texas, migrantes son enviados en autobuses a Chicago, Washington DC y Nueva York. Les ponen un brazalete con sus datos, no se les obliga a viajar, tampoco les cobran y, si lo desean, se pueden bajar en el camino. "Si ellos quieren quedarse en algún lugar porque han hecho arreglos con familiares, lo pueden hacer, pero el autobús no los llevará a su casa", dijo Tiffany Borrow, directora del centro Valverde, organización a la que llegan decenas de indocumentados diariamente.
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