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Christian Bale vuelve a transformarse hasta quedar irreconocible para su nueva película

Publicado 8 Feb 2019 – 01:00 AM EST | Actualizado 8 Feb 2019 – 11:48 AM EST
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Christian Bale llegó a ser uno de los actores más aclamados de su generación en parte gracias a su voluntad de transformarse radicalmente para un papel, un aspecto siempre admirado por el mundo y por la Academia de los Premios Oscar, así que no tiene intenciones de perder la costumbre.

Famosamente perdió 30 kilos alimentándose solamente con manzanas, agua y café para su papel en El maquinista, y luego recuperó 45 a base de pizza y helado para Batman Begins; después de eso interpretó a un ex boxeador decadente y adicto al crack en The Fighter, a un estafador barrigón y pelado en American Hustle, y a un genio loco y autista en The Big Short.

Todos estos papeles fueron interpretando a personas reales en películas biográficas o basadas en hechos reales, otro género bastante favorito de la Academia, lo que le valió la nominación a mejor actor de reparto en todas ellas (y llevarse el premio por The Fighter).

Volviendo a estas aventuras y a una colaboración con el director de The Big Short Adam McKay, ahora Christian Bale se pone en la piel del político que ha sido considerado el vicepresidente más poderoso de la historia de los Estados Unidos, Dick Cheney.

El vice de Bush

La película sigue precisamente ese relato, el de Dick Cheney como el vicepresidente más poderoso de la historia del país.

Aparece por ahí George W. Bush, interpretado por Sam Rockwell, que le propone ser su compañero de fórmula, antes de las elecciones presidenciales del 2000.

Cheney, que había sido jefe de gabinete de la Casa Blanca durante la presidencia de Gerald Ford, y Secretario de Defensa en el gobierno de Bush padre, sabe que el puesto de vicepresidente es casi simbólico y no ejerce demasiado poder real, así que le propone algo diferente a Bush.

Quiere ocuparse de supervisar aspectos burocráticos, militares, de energía y de política exterior.

Dick Cheney se convertiría en un orquestador importante, detrás de bastidores, de algunas de las políticas más notorias y polémicas del gobierno de Bush, especialmente después del 11-S.

Fue uno de los primeros promotores de la invasión de Irak y a él se le adjudican otras medidas como las intervenciones ilegales de la NSA (denunciadas después por Snowden) y las «técnicas mejoradas de interrogatorio», el famoso eufemismo con el que definieron la tortura sistemática de prisioneros.

Para su papel, Christian Bale aumentó 20 kilos, los que obtuvo, según reveló el actor, comiendo muchos pasteles. Por primera vez siguió este procedimiento asistido por un nutricionista, dado que ya no es tan joven y está más preocupado por el efecto que pueden tener estas proezas físicas en su salud. También se afeitó la cabeza, se blanqueó las cejas y realizó ejercicios para tener el cuello más ancho.

El director Adam McKay prefiere un estilo de improvisación antes que ceñirse por completo a un guion. Bale dijo que tuvo que investigar para este papel más que para cualquier otro, ya que no solo tenía que replicar el modo de hablar y los gestos de Cheney, sino también poder improvisar al hablar sobre determinadas políticas, sobre en qué fase estaban o utilizar determinadas abreviaciones.

Todo ese esfuerzo, naturalmente, ha sido premiado con una inevitable nominación al Oscar a mejor actor, que viene precedida de su triunfo en los Globos de Oro.

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