¡Shopaholics al ataque! ¿Qué hay detrás de esta adicción?

Lo primero que sale en el buscador cuando escribes las palabras ‘adicta a las compras’ es una lista interminable de juegos femeninos, los que te invitan a comprar virtualmente. Claro, son juegos, nada muy peligroso. Pero el hecho de que todos esos juegos estén ahí esperando a que alguien haga click, habla de una sociedad femenina muy consumista. Digo femenina porque todos los juegos están dirigidos al género femenino. De hecho, muchos de los casos que se dan a conocer, son precisamente de mujeres.
Pero lo cierto es que este problema también afecta a los hombres. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Stanford en el American Journal of Psychiatry, ya en 2006 el 6% de las mujeres y el 5,5% de los hombres en Estados Unidos, eran consideradores compradores compulsivos. Y según una encuesta reciente de Couponcabin.com, hoy esta cifra corresponde al 15% de adultos, quienes afirman tener hábitos de compradores compulsivos. Y, ¿podemos culparlos?
Hoy es tan fácil comprar que da miedo. Compras un pijama en una tienda departamental y la cajera te pasa una tarjeta con crédito para tu próxima compra. Le dices que no la quieres, que no la pediste. Ella se excusa diciendo que no puede quedarse con la famosa tarjeta. Jaque mate. Ella te provoca con algo que no pediste y tú te tientas en la próxima compra, porque, bueno, te ahorrarás unos dólares.
Casi todas las tiendas de ropa conocidas tienen páginas web con el carrito de compra incluido. Solo hay que poner los datos de una tarjeta de crédito válida y ¡voilà!. Comprar es tan fácil que ni siquiera te pasa por la cabeza cómo pagarás la tarjeta al mes siguiente. Las ofertas son tan jugosas que puedes comprar una computadora sin siquiera probarla solo porque por internet es más barato. Comprar no tiene nada de malo, aunque estemos inmersos en una cultura que nos convence de que necesitamos comprar. Lo complicado es cuando dejamos de lado nuestra vida cotidiana para realizar esta actividad que nos provoca un placer indescriptible. Aquí comienza el problema.
Comparable con la cocaína
Una adicción propiamente tal es cuando tenemos un comportamiento compulsivo. En palabras de Alejandro Iglesias, psicólogo del Cosam Ceif de Puente Alto en Santiago de Chile y coordinador del equipo de adicciones de adulto del mismo centro , “es una conducta que se repite mucho y que termina apoderándose de todos los ámbitos en la vida de una persona”. A partir de esta conducta compulsiva se pierden las actividades que antes ‘me llenaban’. Y uno lo puede aplicar a todo tipo de adicción; a la comida, a la ludopatía, a la cocaína, o a las compras compulsivas.”
Espera. ¿Qué? ¿ Se puede comparar una adicción a las compras con una adicción a la cocaína? Al parecer, sí. “Son perfectamente comparables, ya que se trata de los mismos niveles de angustia. Si le quitas a una persona, de un momento a otro, la posibilidad de comprar -lo que se conoce como síndrome de abstinencia-, hay comportamientos parecidos. La sudoración, irritabilidad, insomnio, los síntomas son similares” recalca Alejandro. Según el psicólogo, este tipo de comportamiento comienza por un problema sin resolver o un trauma. Es decir, la adicción –a lo que sea- sirve para tapar un problema.
Ya que los síntomas de los distintos tipos de adicciones son similares, el tratamiento también lo será. Lo importante en este caso es profundizar en los ámbitos que llevaron a esa persona a la adicción. Y, por supuesto, el tipo de personalidad también influirá en el comportamiento compulsivo. “Hay formas de ser que son más predispuestas a una adicción. Una personalidad más intensa es más probable que tenga un consumo de cocaína que de marihuana, por ejemplo, esto unido a las cosas que han marcado su vida”.
Salir con una shopaholic
En una sociedad consumista puede ser un poco difícil reconocer a una persona adicta a las compras. Pero tal como lo explica el psicólogo Alejandro Iglesias, el signo más importante para saber si estamos frente a una persona con un problema de adicción, es ver qué tan lejos llega esta conducta. Porque una cosa es que compremos de vez en cuando, pero cuando esta acción no nos permite seguir con nuestra vida normal e interfiere en nuestras relaciones personales, es momento de preocuparse.
Y esto se extiende a una relación de pareja. “Como toda problemática, una adicción puede afectar una relación de pareja. Y la adicción a las compras no es la excepción. Porque uno destina más tiempo a comprar y dejas de compartir con la pareja, destinas menos tiempo a comunicarte”. En muchos casos, esta necesidad por querer consumir, comprar ropa de marca y mostrarla, es un claro ejemplo de carencia. “El tema de la compra compulsiva se debe a que les falta algo en la niñez. Y el comprar ropa de marca puede ir ligado al tema de la autoestima. Es decir: ‘No me siento tan bien por lo que soy, sino que valgo por mi ropa de marca’. Mucha gente cae en esta conducta”.
Salir con una persona con este problema no es fácil, pero sí puede mejorar con la ayuda de su pareja, familia o personas que la rodeen, además de un especialista. Lo importante es, según el especialista, no enfocarse en porqué la persona está empeñada en comprar, sino más bien entender esta conducta como una manera de enfrentar el estrés, que produce mirar los problemas, los vacíos personales. “Lo que ha mostrado gran eficacia es que la persona entienda que tiene un problema más allá del síntoma, más allá de la adicción”, explica. “Y también es importante comprender que la persona tiende a consumir no porque quiere, sino porque algo le ocurrió, algo que le genera angustia y eso hace que quiera comprar. En este sentido, ayudaría mucho a que la pareja pudiera tener esta otra visión respecto de la adicción, que no se preocupe tanto si consume o no. Porque cuando alguien cae en una conducta adictiva, tiende a ser muy castigado por la pareja o la familia sin entender que hay otros motivos detrás”, finaliza.
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