X cosas que amo al ser madre de un niño especial
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Se dice que la vida elige padres especiales para darles hijos especiales, pero quienes tenemos a estos angelitos a nuestro lado, sabemos que es con ellos con quienes aprendemos; adaptándonos y volviéndonos una mejor versión de nosotros mismos.
Mientras otras madres estrenan las cunas cuando vuelven del hospital, la mía se quedó vacía pues dormía a mi hijo sobre mi pecho para controlar su respiración a cada instante, desde ese momento supe que mi vida como madre sería muy diferente a lo que había imaginado…
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La compra de pañales no se detiene a los 2 años, postergas durante más tiempo tus planes personales, esos tenis de lucecitas que siempre imaginaste ponerle se transforman en botas ortopédicas, los juegos de futbol se convierten en terapias sabatinas, los visitas a McDonalds en consultas médicas y pasan años antes de escuchar la palabra “mamá”… sin embargo no cambiaría a mi niño por nada del mundo pues aunque es una tarea muy difícil, ser madre de un niño especial, también tiene las más grandes recompensas.
El lado más humano
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La primera que me viene a la mente y que recarga mis baterías día con día es sin duda la increíble inocencia que estos niños tienen, no importa cuánto tiempo pase, es como si su alma permaneciera pura por siempre, lo notas en su mirada y la forma en cómo se dirigen; esa sonrisa que un bebé tiene al escuchar un sonido nuevo es la misma que he descubierto en mi hijo por más de 5 años.
Me enajeno al ver cómo se maravilla con cosas que nosotras mismas olvidamos existen, tener un hijo especial me acerca más a lado humano, noble y honesto; olvidando cualquier banalidad para poder entrar en su mundo.
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Desarrollas tus sentidos
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Cuando te conviertes en madre algo maravilloso pasa y desarrollas ese sexto sentido, pero lo que ser madre de un niño especial me ha obligado es a agudizarlo aún más, mi hijo no habla claramente y es impresionante cómo desarrollamos habilidades que no sabíamos poseíamos pues ahora soy capaz de entenderlo y comunicarme, sé de padres que aprenden todo un nuevo lenguaje a señas por ejemplo, simplemente maravilloso.
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Te vuelves una erudita
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Como bien dicen, “si no puedes contra el enemigo únetele” y una vez que supe nuestra vida giraría en torno a consultas médicas, instintivamente comienza esa necesidad por entender de qué te están hablando, para bien o para mal, no puedes dejar todo en manos de los doctores cuando se trata de la vida de lo que es más importante para ti y terminas por involucrarte tanto que como en una ocasión me dijeron: te vuelves casi una de sus colegas.
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Un desafío diario
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Ser madre de un niño especial es cansado, realmente cansado y quien diga que no está hablando a medias, pero eso mismo es lo que lo hace una experiencia tan única; poder mirarme al espejo y saber que soy capaz de darle una vida y calidad de la misma a un niño con necesidades, tiempos y requerimientos diferentes que no cualquiera se atreve a hacerlo (mismo por lo que lo he criado sola) es lo que me hace caminar con la cabeza en alto y sentirme orgullosa.
Dejar las reuniones cuando mi hijo entra en crisis, reemplazar los caramelos por papillas especiales, cargarlo cuando sus piecitos no pueden más… recibir abrazos sin importar quién mira, me regale miradas llenas de amor, tener su compañía incondicional y disfrutar sus logros como los más grandes acontecimientos, sentarlo en mi regazo aunque ya sea un niño grande… por esto y más amo ser madre de un niño especial.
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