Por estas 6 razones agradezco ser una mujer del siglo XXI
La desigualdad de género representa una preocupante realidad: la mujer se encuentra en desventaja en muchos aspectos como los salarios y el acceso a cargos de liderazgo en todas las esferas de la sociedad.
Sin embargo, si miramos hacia atrás y contemplamos nuestra historia, no podemos negar que como género hemos sido capaces de lograr avances que eran impensados hace 100 años y que nos impulsan a seguir concretando más cambios.
Esos logros son los que hoy me permiten ser una mujer más libre y me estimulan a sentirme orgullosa de la época en la que me tocó vivir. En concreto, ¿por qué me siento orgullosa de ser una mujer del siglo XXI?
1. Puedo tomar la píldora sin que nadie me diga lo contrario
Esta es para mí una decisión responsable, en la medida en que soy consciente de que en esta etapa de mi vida no estoy preparada para tener hijos. Esta decisión, también, es una forma de ejercer cierto control sobre mi propio cuerpo.
Pero antes de 1960, las mujeres no tenían esa opción, ni siquiera era un medicamento aprobado. Cuando finalmente se aprobó, tardó 12 años en ser accesible a todas las mujeres. Este factor contribuía a que las mujeres experimentaran la maternidad desde más jóvenes y no pudieran planificar su familia como realmente querían.
Hoy las mujeres del siglo XXI como yo deciden si quieren estar en pareja, casarse o estar solteras, cuidándose de forma responsable y pudiendo tener control sobre su salud sexual.
2. Puedo votar y ejercer la democracia
La política es un universo en sí mismo: hay gente apasionada y gente que cree que «todos los políticos son iguales». En mi caso, más allá de que ningún candidato me convenza o no esté segura de qué quiero votar, me siento feliz de poder tomar una elección en democracia.
Porque el voto femenino fue muy buscado por nuestro género. Fue permitido por primera vez en Nueva Zelanda en 1893. En el caso de Latinoamérica, Uruguay fue el primer país en aprobarlo en 1918, aunque se ejerció por primera vez en un plebiscito local, organizado por la comunidad de Cerro Chato, el 3 de julio de 1927.
3. Tengo respaldo legal ante violaciones y acosos
¿Imaginas sufrir acoso laboral sin tener derecho a decir nada? ¿O ser violada por tu pareja sin poder denunciarlo?
Recién en 1977 se reconoció el acoso sexual en el ambiente laboral, pero antes de esa época las mujeres no tenían ningún respaldo legal, lo que las colocaba en una situación mucho más vulnerable.
A su vez, también podían ser despedidas si quedaban embarazadas y las violaciones dentro del matrimonio tampoco eran consideradas un crimen. Hoy en día y por más que hay mucho más por hacer, contamos con el apoyo legal para denunciar cualquiera de estas injusticias.
4. Puedo divorciarme si quiero
Hoy puedo decidir si quiero terminar mi matrimonio. Pero hace 100 años, la mujer no podía divorciarse por las mismas razones que el hombre, ni con la misma facilidad. Incluso para lograrlo, debían probar maltrato físico o adulterio y el divorcio en sí era considerado un escándalo.
5. Puedo dedicarme a mi carrera profesional
Aunque a nivel laboral, la mujer sigue teniendo menos beneficios que el hombre, podemos alcanzar una exitosa carrera laboral y estudiar lo que más nos apasione, incluso especializarnos con maestrías y postgrados y ocupar cargos de referencia.
Pero eso era impensado hace 100 años, cuando las mujeres tenían prohibido ser astronautas o ingresar al ejército. Tampoco podían acceder a las universidades pertenecientes a la liga Ivy.
La Universidad de Yale y la de Princeton admitieron a las primeras estudiantes mujeres en 1969, mientras que Harvard en 1977. Y tampoco podían ejercer como abogadas hasta 1971.
6. Puedo vestirme como quiero
Parece algo tan obvio que hoy podamos elegir la ropa que nos queremos poner e incluso transmitir nuestra forma de ser mediante ella.
Pero antes las mujeres no podían vestir trajes de baño para no mostrar mucha piel ni usar pantalones, ya que los pantalones eran para «los hombres de la casa».
Todos estos aspectos que hoy yo y la mayoría de las mujeres damos por sentado eran antes impensados. Poco a poco, nuestro género fue abriéndose camino, luchando por lo que le pertenece y con grandes referentes que lo hicieron posible. Claro que todavía queda mucho por lograr, como una mayor participación política, equidad salarial y la erradicación de los matrimonios infantiles y la violencia de género.
Lo único que espero es que dentro de 100 años, las mujeres vean a nuestra época con el mismo sentimiento de gratificación y orgullo que nosotras sentimos al contemplar nuestro pasado. ¡Que nuestros logros no se detengan!
- Puedes ver también: «Discriminación laboral y de género: la dura realidad de las mujeres en Irán»