Estrategias para educar a los hijos con buenas costumbres de alimentación
“No me gusta”, “no quiero sentarme aquí para comer”. ¿Cuántas veces has escuchado a tu hijo decir estas palabras? Tranquila, las dicen tu hijo y miles de niños en el mundo. Parece que los niños tienen la habilidad de saber si una comida les gustará aun sin haber probado bocado, y que el comer fuera de casa funciona como un botón que borra los buenos modales en la mesa, pero nada más lejos de la realidad.
El que los niños no quieran probar bocado o que se comporten mal en la mesa no debe preocuparte; la que sí es una conducta que merece atención es cuando el niño come únicamente lo que quiere, o cuando acostumbra a apoyar los pies sobre la mesa, come con la boca abierta e incluso escupe la comida.
¿Por qué algunos niños se comportan mal en la mesa? Porque los padres han olvidado aplicar algunas estrategias para educarlos con buenas costumbres de alimentación. Y al decir costumbres de alimentación me refiero desde el tipo de alimentos que se consumen hasta los modales que tienen en la mesa.
Alimentarse no es lo mismo que comer
Algunos padres no prestan atención a los hábitos alimenticios de sus hijos, pues se centran en que al niño no le falte el alimento en lugar de ocuparse de ofrecerles un menú sano. Piensan que no es importante que los niños sigan una dieta, que eso es cosa de adultos, lo cual es un concepto erróneo.
Si no le has prestado suficiente atención a la alimentación de tu hijo, no es tarde para que comiences a hacerlo. Intenta preparar un plato diferente cada día y de introducir los alimentos que menos le gustan de una forma original para que aun así los ingiera.
Educa con el ejemplo
Nunca es tarde para enseñarle a un niño a comportarse bien en la mesa. De hecho, cuando más pronto pongas manos sobre el asunto, tu hijo comenzará a realizar cambios en su conducta.
En mi experiencia como psicopedagoga me he encontrado con padres que criticaban de sus hijos las malas actitudes en la mesa, pero después reflexionando descubrieron que ellos también tenían esas actitudes. ¿Qué quiero decir con esto? Que los hijos son los mejores imitadores de los padres, prestan atención a las cosas que ocurren sobre la mesa y luego las imitan porque creen que son comportamientos aceptados por los mayores. Así que si empiezas por cambiar tu comportamiento verás cómo casi por arte de magia el comportamiento de tu hijo mejora.
Con constancia y mucho cariño se puede conseguir que los hijos mejoren su comportamiento y sus hábitos alimenticios.