Yocairi Amarante quedó con buena parte de su rostro y cuerpo quemado por el ácido. Ella ahora lucha por salir adelante con su pequeña hija en República Dominicana, pero necesita ayuda.
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Harta de los
maltratos que sufría, Yocayri Amarante -de 19 años- decidió tomar a su pequeña hija de dos años y separarse de su pareja para siempre.
Un acto que el despechado hombre no le perdonaría jamás.
Hace unos 9 meses, poco tiempo después de haberse armado de valor para dejar a su agresor, Yocayri viajaba como pasajera en un automóvil en su natal
República Dominicana cuando de pronto
dos hombres contratados por su expareja se le emparejaron a bordo de una motocicleta y le rociaron ácido sulfúrico en su rostro.
En videos de cámaras de
seguridad se pudo ver la angustia de Yocayri que se bajó del coche todavía incrédula de lo que acababa de ocurrir,
mientras el cuerpo le ardía como nunca antes y veía como los pedazos de su ropa iban cayendo como hilachas.
“No vi quien era porque me lo tiraron a los ojos; fue demasiado tarde”, recuerda Yocayri, quien perdió el ojo derecho, gran visibilidad del otro, se quedó con el 40% de su cuerpo quemado
y necesitó unas 11 cirugías para tratar de reconstruir su rostro.
Tras el doloroso proceso de rehabilitación en el hospital, Yocayri pudo verse en el espejo y el impacto fue tal que intentó
acabar con su vida.
Sin embargo, lo más doloroso que la joven tuvo que vivir fue el momento en el que su
pequeña la vio por primera vez. “Se asustó y me dijo que era un ‘cucu’”, dice al borde del llanto Yocayri,
quien tuvo que trabajar mucho para que la pudiera aceptar ahora que ya no lucía como antes.
Ahora, con su agresor a punto de ser enviado a prisión, Yocayri
ha decidido no dejarse vencer por la adversidad y en
redes sociales ha causado furor la forma en la que se muestra bailando, posando y siendo feliz con sus imperfecciones.
“Les diría a todas las mujeres que no es lo de afuera lo que importa, sino tu corazón y lo que llevas por dentro”, dice la joven que hoy anhela volver a estudiar y trabajar para dejar atrás las heridas físicas y emocionales,
con la única intención de construirle un futuro a su linda hija.