El neurocirujano, Franly Vásquez Burgos, señala que este padecimiento se trata de un trastorno neurodegenerativo progresivo que puede ser transmitido por los padres portadores del gen a sus hijos. “Lamentablemente esta enfermedad no tiene cura, pero sus síntomas pueden ser tratados”, indica advirtiendo que la expectativa de vida de estos pacientes suele ser entre 15 y 20 años después del inicio de los síntomas.
En la actualidad esta familia sobrevive gracias al apoyo económico de un pariente, pero no alcanza para solventar la atención y medicamentos que necesitan Ana y su hija, quienes se refugian en la fe en busca de un milagro.
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