En el lugar quedan pocos vestigios de lo que fuera una 'jaula de oro' de Escobar, el mayor narcotraficante de Colombia. Ahora pertenece a la Fundación Monástica San Benito Abad, manejada por monjes benedictinos, encargados de un asilo, de un monasterio y de una iglesia a donde llegar feligreses a orar y turistas que van tras la sangrienta historia de famoso capo.