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El placer de poder disfrutar un tratamiento en cabina

Aunque siempre lo critiqué, un día me animé y probé las mieles de los tratamientos que ofrecen en las cabinas de belleza de tiendas y aeropuertos.
4 Abr 2016 – 08:24 PM EDT
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Los tratamientos en cabina son un placer. Crédito: IStock

Siempre critiqué a las mujeres que a la menor provocación se tiraban en el sillón del mostrador de alguna marca de belleza para recibir un tratamiento –casi siempre gratuito– en plena tienda departamental, a la vista de todos los transeúntes que pululaban por la tienda. Hasta que yo misma caí.

Siempre hay una primera vez y siempre hay alguien que llega en el momento indicado para hacerte flaquear.

El día que traicioné mis principios a este respecto tenía varios pendientes de trabajo por la zona de Polanco, en la Ciudad de México, por lo que no volvería a la oficina. Había que hacer tiempo entre una cita y otra, cuando de pronto apareció la mujer en cuestión. Un poder de convencimiento digno de admiración se sumó a un insólito tiempo libre en mi agenda. Me detenían los flashazos de escenas del pasado que me parecían ridículas, pero ella fue muy persistente. Me ofreció tirarme en el sillón por espacio de media hora para hacerme una limpieza exprés seguida de una hidratación que “dejaría mi rostro resplandeciente”. Usaría aplicadores con punta de malaquita y diamante para aplicar los productos. Aquello me sonó fantástico y, finalmente, tras ese ejercicio de convencimiento tan tenaz, no opuse más resistencia. A los dos minutos me había olvidado de que estaba en el paso de todo aquel que entrara a la tienda departamental El Palacio de Hierro y me sorprendieran dándome la gran vida en horas laborales. No sólo eso: seguramente mi aspecto era de oso panda.


No hay nada más delicioso que alguien te sobe tu carita con maravillosas cremas y lociones que desprenden aromas que te transportan directamente a otro mundo, haciéndote olvidar cualquier otro asunto. Desde ese día, ni modo, me declaro adicta a faciales y masajes, y no me niego a un ofrecimiento de este tipo JAMÁS. Ahora yo los solicito. Te aconsejo que hagas lo mismo. Y no sólo por los resultados que verás en tu piel, sino por lo valioso del momento. Sales de ahí con una renovada energía.

Si no sueles acudir a que te practiquen faciales, haz la prueba. Además, en la actualidad hay otra ventaja: casi todas la casas de belleza tienen cabinas privadas en tiendas departamentales –también en algunos aeropuertos-, de manera que no tendrás que enfrentar las miradas, si es que eso te preocupa como solía pasarme a mí. Son esos placeres que no debes negarte.


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