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Tecnología

¿Nos está volviendo ChatGPT más estúpidos?

La inteligencia artificial generativa como ChatGPT está cambiando cómo pensamos y aprendemos. ¿Será una herramienta que potencie nuestra mente o nos hará más dependientes y menos críticos?
Publicado 24 Jul 2025 – 11:35 AM EDT | Actualizado 24 Jul 2025 – 11:35 AM EDT
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En 2008, The Atlantic desató controversia con un provocativo artículo de portada: ¿Nos está volviendo Google más estúpidos?

En ese ensayo de 4,000 palabras, posteriormente ampliado a un libro, el autor Nicholas Carr sugería que la respuesta era "sí", argumentando que tecnologías como los motores de búsqueda estaban deteriorando la capacidad de los estadounidenses para pensar en profundidad y retener conocimiento. En el núcleo de la preocupación de Carr estaba la idea de que las personas ya no necesitaban recordar o aprender datos cuando podían buscarlos al instante en línea. Aunque puede haber algo de verdad en ello, los buscadores aún requieren que los usuarios apliquen pensamiento crítico para interpretar y contextualizar los resultados.

Avanzamos rápidamente hasta hoy y vemos que se está produciendo un cambio tecnológico aún más profundo. Con el auge de herramientas de IA generativa como ChatGPT, los usuarios de internet no solo están delegando la memoria, sino que quizá estén delegando el pensamiento mismo.

Las herramientas de IA generativa no solo recuperan información; pueden crear, analizar y resumirla. Esto representa un cambio fundamental: se podría decir que la IA generativa es la primera tecnología capaz de reemplazar el pensamiento y la creatividad humanos.

Esto plantea una pregunta crítica: ¿Nos está volviendo ChatGPT más estúpidos?

Como profesor de sistemas de información que lleva más de dos décadas trabajando con IA, he observado esta transformación de primera mano. Y a medida que más personas delegan tareas cognitivas a la IA, considero que vale la pena reflexionar sobre qué es exactamente lo que ganamos y qué estamos en riesgo de perder.

IA y el efecto Dunning-Kruger

La IA generativa está cambiando la forma en que las personas acceden y procesan la información. Para muchos, está reemplazando la necesidad de buscar entre fuentes, comparar puntos de vista y lidiar con la ambigüedad. En su lugar, la IA ofrece respuestas claras y pulidas en cuestión de segundos. Estas respuestas pueden ser o no precisas, pero son indudablemente eficientes. Esto ya ha producido grandes cambios en cómo trabajamos y pensamos.

Pero esta conveniencia puede tener un costo. Cuando las personas confían en la IA para completar tareas y pensar por ellas, pueden estar debilitando su capacidad para pensar de manera crítica, resolver problemas complejos y comprometerse a fondo con la información. Aunque la investigación sobre este tema es limitada, consumir pasivamente contenido generado por IA puede desincentivar la curiosidad intelectual, reducir la capacidad de atención y crear una dependencia que limita el desarrollo cognitivo a largo plazo.

Para comprender mejor este riesgo, consideremos el efecto Dunning-Kruger. Se trata del fenómeno por el cual las personas menos competentes y con menos conocimientos tienden a tener más confianza en sus habilidades, porque no saben lo que no saben. Por el contrario, las personas más competentes suelen ser menos seguras, ya que pueden reconocer la complejidad de las cosas que aún no dominan.

Este marco puede aplicarse al uso de la IA generativa. Algunos usuarios pueden apoyarse excesivamente en herramientas como ChatGPT para sustituir su esfuerzo cognitivo, mientras otros las emplean para potenciar sus capacidades. En el primer caso, quizá crean erróneamente que dominan un tema solo porque pueden repetir contenido generado por IA. De este modo, la IA puede inflar artificialmente la inteligencia percibida, reduciendo en realidad el esfuerzo cognitivo.

Esto genera una división en cómo se utiliza la IA. Algunos permanecen atrapados en la "cima Del Monte de la Estupidez", usando la IA como sustituto de la creatividad y el pensamiento. Otros la emplean para potenciar sus capacidades cognitivas existentes.

En otras palabras, lo que importa no es si una persona usa IA generativa, sino cómo la usa. Si se emplea sin espíritu crítico, ChatGPT puede conducir a la complacencia intelectual. Los usuarios pueden aceptar sus resultados sin cuestionar supuestos, buscar otros puntos de vista o realizar un análisis más profundo. Pero cuando se utiliza como ayuda, puede convertirse en una poderosa herramienta para estimular la curiosidad, generar ideas, aclarar temas complejos y fomentar el diálogo intelectual.

La diferencia entre que ChatGPT nos vuelva más estúpidos o potencie nuestras capacidades radica en cómo lo utilizamos. La IA generativa debe emplearse para aumentar la inteligencia humana, no para reemplazarla. Eso significa usar ChatGPT como apoyo de la indagación, no para atajar el proceso. Implica ver las respuestas de la IA como el inicio del pensamiento, no como su finalización.

IA, pensamiento y el futuro del trabajo

La adopción masiva de la IA generativa, liderada por el explosivo ascenso de ChatGPT —que alcanzó 100 millones de usuarios en dos meses tras su lanzamiento— ha dejado, en mi opinión, a los usuarios de internet ante una encrucijada. Un camino conduce al declive intelectual: un mundo donde dejamos que la IA piense por nosotros. El otro ofrece una oportunidad: expandir nuestra capacidad mental trabajando en conjunto con la IA, aprovechando su poder para potenciar la nuestra.

A menudo se dice que la IA no te quitará el trabajo, pero alguien que use IA, sí. Pero me parece claro que quienes usen la IA para sustituir sus propias capacidades cognitivas quedarán atrapados en la cima del Monte de la Estupidez. Serán estos usuarios de IA los más fáciles de reemplazar.

Aquellos que adopten un enfoque de incremento, trabajando de la mano con la IA para conseguir resultados que ninguno podría lograr por separado, serán quienes alcancen el camino de la iluminación. Ahí es donde irá, eventualmente, el futuro del trabajo.

Este ensayo comenzó con la pregunta de si ChatGPT nos hará más estúpidos, pero me gustaría terminar con otra pregunta: ¿Cómo usaremos ChatGPT para hacernos más inteligentes? Las respuestas a ambas dependen no de la herramienta, sino de los usuarios.


* Aaron French es profesor adjunto de Sistemas de Información en la Universidad Estatal de Kennesaw

Este artículo fue publicado inicialmente en The Conversation. Puedes leer en inglés el original.

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