Publican la autopsia de Julen, el niño que cayó por un pozo y tardaron 12 días en encontrarlo
Su caso mantuvo en vilo a un país: el niño Julen, de dos años, cayó por un pozo cuando disfrutaba con su familia de un día de descanso el pasado 13 de enero y durante casi dos semanas equipos de rescate trataron de sacarlo. Finalmente, tras una complicada operación, encontraron su cuerpo sin vida sepultado por una capa de tierra y rocas.
Ahora, unos tres meses más tarde, las autoridades españolas han publicado la autopsia definitiva: según el documento el menor murió a consecuencia de la caída y no por las labores de rescate. Además, los forenses determinaron que el tiempo que Julen se mantuvo vivo dentro del pozo "fue corto".
"La causa fundamental de la muerte fue por precipitación", establece la autopsia, que aclara que Julen falleció hacia las 1:50 pm (hora local) de aquel 13 de enero, poco después de precipitarse dentro del pozo, de menos de 10 pulgadas (unos 25 cm) de ancho y unos 330 pies (110 metros) de profundidad en la localidad de Totalán, al sur de España.
El documento, de 25 páginas, indica que la caída por el pozo le provocó dos traumatismos: uno en la base del cráneo y otro en el lado izquierdo de la cabeza, provocado por las irregularidades de la pared del túnel.
Estas conclusiones rebaten la defensa del único investigado por el menor, David Serrano, propietario de la finca donde Julen perdió la vida. Su defensa alegaba que el niño pudo morir por el golpe de un martillo o una herramienta durante la operación de rescate.
"No se han observado fracturas en el plano superior de la bóveda craneal", estipula la autopsia, por lo que descarta esa posibilidad.
Un complicado operativo
El cuerpo del niño Julen fue rescatado el 25 de enero, luego de 12 días de un intenso operativo contrarreloj para intentar recuperarlo en el que participaron unas 300 personas.
Las labores de rescate se vieron retrasadas en numerosas ocasiones debido a las duras condiciones del terreno donde se encuentra el pozo. Inicialmente se propuso realizar dos túneles (uno vertical y otro horizontal) para poder llegar hasta donde se suponía que estaba el niño. Finalmente se optó por seguir trabajando en el conducto vertical paralelo hasta permitir la entrada a un grupo de mineros.
La bajada de los mineros especialistas en rescates, en turnos de tres, se realizó en el interior de una cápsula construida expresamente para el rescate.
Al descender al fondo del túnel paralelo al pozo en el que cayó el niño, excavaron manualmente (con palas y picos) el último tramo que les llevaría hasta la zona donde se encontraba el pequeño.
En la última fase los rescatistas tuvieron que hacer al menos cuatro microvoladuras ante la dureza del terreno y fue más demorada de lo esperado por lo laborioso: los mineros debían subir y bajar de dos en dos en la cápsula a través del túnel.
Las autoridades españolas indicaron que el pozo por donde cayó el niño de 2 años carecía de permisos. Según medios locales, tras realizar la perforación se había tapado con una roca, pero el domingo la boca del pozo estaba abierta. El padre del niño declaró que él y una prima vieron cómo caía por el agujero.