Esto es lo que ocurre en nuestro cerebro tras un maratón de series de televisión
Que levante la mano quien no se haya dado un atracón de series en los últimos meses.
Ver una serie en pequeñas dosis es una reliquia del pasado ahora que las grandes plataformas de forma implícita potencian los atracones; cuando nada más acabar tu capítulo, en 3, 2, 1… ya dispones del siguiente, devorar la temporada en un solo fin de semana es lo más sencillo del mundo. Muy atrás quedaron los tiempos en los que había que esperar al domingo por la tarde para ver la nueva entrega de Los Sopranos.
Según Nielsen, más de 800,000 espectadores estadounidenses acabaron toda la tercera temporada de Stranger Things el mismo día que se estrenó. Millones más terminaron la temporada durante el fin de semana del 4 de julio.
Y, sin embargo, así como pegarse un atracón de pizzas o incluso ensaladas no es saludable para el cuerpo, tampoco lo es colapsar el cerebro con una serie televisiva, aunque sea de calidad. Y puede que además reduzca su disfrute. “Para mí, socava una de las cosas que tanto me gustan de ver la televisión: llegar a habitar mentalmente otro mundo o la vida de otra persona durante un largo periodo de tiempo. ¿Por qué querría precipitar esa experiencia?”, se pregunta el psicólogo cognitivo Alan Jern en su web especializada en el tema OverthinkingTV .
Memoria espaciada
El llamado “efecto de espaciamiento” de la memoria está bien documentado: las personas retienen más información si espacian su estudio a lo largo del tiempo en lugar de hacerlo todo en un solo bloque (como tantas veces te dijeron tus profesores cuando preparabas el examen la noche anterior).
Investigadores de la Universidad de Melbourne, en Australia, llevaron a cabo un estudio cualitativo en 2017 para constatar los efectos del visionado compulsivo sobre la memoria. Para ello dividieron los participantes en tres grupos. Cada grupo visionó la misma serie de tres formas diferentes: atracón en un día, episodio diario y episodio semanal. Con el primer grupo la memoria inmediata era mucho más nítida, pero la precisión de sus recuerdos comenzaba a decaer con los días. Con los dos otros dos grupos los recuerdos se consolidaban con el tiempo y eran capaces de rememorar detalles meses después.
Depresión post-serie
Si dosificamos los capítulos no solo los disfrutaremos y recordaremos mejor. También evitaremos caer en la llamada “depresión post- serie”.
La dopamina que segregamos cuando estamos inmersos en la maratón genera adicción, y puede provocar estados de ánimo un tanto depresivos al terminar la serie. Esto quiere decir que cuando te tragas un programa con tantísimas temporadas como The Office, la serie más vista en 2020 en EEUU, al subidón del visionado le sigue una sensación de vacío. Algo que tiene hasta su nombre en la cultura popular: depresión post-serie o estado de tristeza después de haber visto (o leído) una serie larga.
“El espectador necesita conciliar una realidad (que el viaje en el que ha estado inmerso durante tanto tiempo ha terminado) y un sentimiento (el deseo de que no termine, por muy satisfactorio que haya sido el final)”, señala Business Insider.
Y con el fin de la serie volvemos a una vida “real” que en estos últimos tiempos puede resultar particularmente decepcionante o sosa, sobre todo si lo comparamos con lo que vemos en televisión. Pasar de vivir las aventuras de Claire Beauchamp (Caitriona Balfe) en Outlander, por ejemplo (la serie ambientada en 1945 en la que la enfermera de combate Claire viaja en el tiempo hasta 1743, y tiene que elegir entre dos hombres y dos épocas totalmente diferentes entre sí) a una existencia normal y corriente, aunque sea satisfactoria, puede resultar tan duro como caerse de un tercer piso si se hace de golpe.
Este es el efecto más doloroso pero no el único cuando te tragas la serie de golpe: también nos encontramos con la llamada amnesia anterógada , un palabro que describe la incapacidad de recordar información reciente o de generar nuevos recuerdos.
Los beneficios para las plataformas
Este comportamiento compulsivo que, como señalábamos, puede hacernos sufrir, es ideal para las plataformas . “Los consumos intensos y concentrados generan masas de audiencia con reacciones muy viscerales (por el consumo concentrado) que contribuyen a acrecentar la resonancia del programa, especialmente en redes. Estos espectadores intensos se convierten en una potente red de arrastre para nuevas audiencias, en la energía que impulsa gran parte del ciclo comercial de la captación y la retención”, señala Business Insider.
Por otra parte, este ciclo frenético de estrenos y de series que se digieren y olvidan casi tan rápido como se consumen plantea la cuestión de cuántas de las series estrenadas en esta década serán capaces de dejar el poso cultural que han dejado los clásicos de décadas precedentes. Pensemos, como señalábamos al principio, en series monumentales como Los Sopranos, The Wire o Doctor en Alaska.
Beneficios emocionales
Ver una serie (de forma pausada, como el que saborea un buen vino) puede ser muy placentero y constituir un aprendizaje que nos permita conocer y expresar emociones. Al involucrarnos en la historia, empatizamos con los personajes o sus conflictos y esto puede resultar liberador e instructivo. Y, por supuesto, ver una serie o una película es una forma eficaz de modificar el estado de ánimo.
Como sucede con otras actividades, mejor si planeamos con antelación el tiempo que vamos a emplear en verla y dedicamos un poco de esfuerzo en localizar la serie que se ajusta a nuestros gustos y necesidades en este momento. Por aquí ya hemos dejado caer algunas recomendaciones.