El dinero sí compra la felicidad, pero tienes que saber cómo
Las nuevas investigaciones en torno a la muy debatida relación entre el dinero y la felicidad dan la razón a Groucho Marx: “Hay muchas cosas en la vida más importantes que el dinero, pero ¡cuestan tanto!”.
Parecía algo obvio que cualquier ciudadano de a pie podría haber anticipado, y, sin embargo, la cuestión ha sido objeto de sesudas investigaciones, como las que emprendió el economista y psicólogo galardonado con el Nobel Daniel Kahneman.
Kahneman propuso en 2010 la teoría de que existe una "meseta de la felicidad" monetaria. De acuerdo con esta hipótesis, la felicidad sí aumenta mientras el nivel de ingresos sube, pero este efecto sólo se percibe hasta que se alcanzan ingresos cercanos a los 75,000 dólares por año. De ahí en adelante, la felicidad y la satisfacción hacia la vida no parecen aumentar.
¿Aumenta la felicidad con los ingresos?
En 2021, otro investigador llamado Matthew Killingsworth, de la Wharton School de Pensilvania, publicó un estudio que discrepaba con el de Kahneman y que demostraba que la felicidad aumentaba con los ingresos.
Ahora, ambos expertos se han unido en una colaboración que ha dado como fruto un nuevo estudio, publicado en marzo, en el que concluyen que Killingsworth tenía más razón (lo que sospechábamos): para la mayoría de las personas, ganar más dinero te hace más feliz.
No todo puede arreglarlo el dinero. Cuando uno es muy infeliz, señala este experto, el dinero no parece ayudar. Pero para las personas que se encuentran en el rango medio de bienestar emocional, la felicidad parece aumentar con los ingresos familiares hasta los 100,000 dólares y luego se estabiliza. Y para las personas muy felices, la felicidad se acelera por encima de los 100,000 dólares.
El investigador reconoce que, para el bienestar emocional, el dinero no lo es todo. "El dinero es sólo uno de los muchos factores determinantes de la felicidad", afirma. " El dinero no es el secreto de la felicidad, pero probablemente puede ayudar un poco".
Un estudio de la Oficina Nacional de Estadísticas británica de hace unos años concluía, de forma parecida, que el nivel de bienestar personal, de satisfacción personal, autoestima y felicidad es mayor, y el nivel de ansiedad menor, a medida que aumenta la riqueza.
Algo interesante de esta investigación de Reino Unido es que es más relevante la riqueza acumulada que el nivel de renta, y en particular la riqueza financiera neta. Otros tipos de riqueza, como la posesión de bienes (joyas, inmuebles) aparecen menos relacionados con la felicidad. Lo que mostraba el estudio es una correlación; no se atrevía a aventurarse en una causalidad. Esto es, es posible tanto que el dinero dé la felicidad como que la felicidad dé dinero.
¿Cómo gastas el dinero?
Por cierto que si el dinero no está procurándote felicidad, quizá sea porque no lo estás gastando de la manera apropiada.
Emplear el dinero en una experiencia (como un concierto, un taller de cocina o un viaje) trae más felicidad que invertirlo en objetos, según prueban investigaciones como esta de Psychological Science.
¿Por qué aportan más felicidad las experiencias que las cosas? He aquí algunas razones:
- La anticipación. esperar para tener una experiencia aporta mayor felicidad que anticipar un bien material porque podemos imaginar todo tipo de posibilidades sobre lo que nos espera (cosa improbable con un bien material: un reloj ya sabemos lo que es, aunque sea de marca).
- Con las experiencias comparamos menos. Las comparaciones sociales son una fuente prácticamente inagotable de malestar. Pero es menos probable que validemos nuestras experiencias comparándolas con las de los demás, como sucede con los bienes materiales.
- Lo que podría haber sido. También somos menos propensos a realizar otro tipo de equiparaciones con las experiencias: la comparación con lo que podría haber sido. Es decir, es más probable arrepentirse de haber comprado un bolso caro cuando vemos uno de oferta; que de haber ido a un espectáculo y saber, después, de otro más barato.
- Las experiencias son más sociales. Tienen más probabilidades de ser compartidas y revividas, dándonos oportunidad de ensanchar nuestros círculos sociales o cimentar la amistad, elementos que contribuyen a la felicidad.
- Las posesiones no cambian. Un reloj o una joya continúan siendo iguales cuando pasa el tiempo; esto, que podría parecer ventajoso, hace que nos adaptemos a ellos con mucha rapidez. Estamos hablando de la adaptación hedónica, o nuestra capacidad para acomodarnos a todo lo bueno que nos ocurre –en algunos casos, de forma verdaderamente vertiginosa– y, consecuentemente, darlo por hecho enseguida.
señalan los autores de un estudio titulado Si el dinero no te hace feliz, probablemente no lo estás empleando bien.
Las implicaciones en el mundo real
Según Killingsworth, las conclusiones del nuevo estudio tienen implicaciones en el mundo real. Podrían servir para reflexionar sobre los tipos impositivos o la forma de compensar a los empleados. Y, por supuesto, son importantes para las personas a la hora de elegir su carrera profesional o sopesar unos mayores ingresos frente a otras prioridades en la vida.
Aunque las conclusiones de este estudio puedan parecer obvias, "sirven como importante correctivo a una narrativa que mucha gente en el poder ha estado tratando de impulsar", dice la columnista Arwa Mahdawi en The Guardian. "Es muy cómodo fingir que el dinero no es importante cuando uno mismo está ocupado intentando acaparar todo el que puede".