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Salud Mental

La curva de la felicidad tiene forma de 'U': nos sentimos mejor a partir de los 50

A pesar de las arrugas, las canas o esas libras de más, cuando envejecemos somos más felices. Pasados los cuarenta y tantos –la famosa crisis de la mediana edad– la gente se siente mejor. Estadísticas, numerosas investigaciones y un nuevo libro lo corroboran.
10 Jun 2018 – 01:07 PM EDT
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Ni la juventud es tan buena ni la vejez es tan mala como se las pinta tan a menudo en la cultura popular. El periodista estadounidense Jonathan Rauch. refuerza esa noción que puede sorprender a muchos con un nuevo libro: “La curva de la felicidad. Por qué la vida es mejor después de lo 50”.

Tras sufrir en carne propia la crisis de los 40 y remontar cuando alcanzó los 50, Rauch de 58 años ha investigado a fondo con entrevistas a economistas, psicólogos y neurocientíficos y más de 300 cuestionarios sobre algo que los psicólogos conocen desde hace tiempo pero que no deja de resultar alentador: la edad tiende a trabajar en favor de la felicidad.

Esto es universal. Se produce en todos los niveles sociales, hombres y mujeres (aunque aquí sí hay algunas diferencias, como veremos más abajo), pobres y ricos, sin importar el nivel educativo. Por supuesto que hablamos de estadísticas y no le ocurre a todo el mundo. Enfermedades, desempleo o separaciones afectan a la curva pero, calibrando estos y otros factores, la estadística se mantiene.

¿Por qué ocurre? Con la llegada de una cierta edad tendemos a dejar de lado los aspectos más competitivos y ambiciosos y nos inclinamos más hacia la conexión y la compasión. La gente mayor siente alivio de quitarse de encima muchas expectativas del pasado y poder disfrutar de cosas más sencillas. Además, las personas mayores son mejores a la hora de manejar las tormentas emocionales y se centran menos en la información negativa.

Las investigaciones echan por tierra algunos estereotipos que tenemos muy arraigados. Aunque la cultura popular diga lo contrario, la gente mayor siente menos remordimientos.

Por otro lado, no tienen mayor tendencia a la depresión, que es más frecuente en medio de la vida que al final, en contra de lo que se suele creer. "La edad con frecuencia nos hace más hábiles a la hora de lidiar con la depresión y la adversidad", escribe el autor.

La cuestión es que a la gente joven se le da muy mal, en general, regular sus emociones. "La gente es consciente de que ha obtenido aprendizajes con la edad y parece aquietar sus emociones. Se dicen algo así como 'no voy a dejar que eso me moleste más'", dice en el libro la psicóloga de la Universidad de Cornell Elaine Wethington.

Vivir en Seattle y esperar sol todos los días

Algo muy importante es que el estrés se reduce a partir de los 50 años, y este factor, como prueban cada vez más estudios, tiene un gran impacto en nuestro bienestar físico y emocional.

Lo curioso es que, a partir de los 50, la realidad es mejor que las expectativas que nos hemos hecho de nuestra vida y esto tiene un gran impacto en nuestra felicidad. Por el contrario, las personas jóvenes sobreestiman sistemáticamente su satisfacción futura.

“Es como si vivieras en Seattle y esperases sol y buen tiempo cada día”, señala el autor. He aquí una gigantesca fuente de frustración.

Una investigación de 2012 de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, que analizó el estilo de vida de más de 10,000 personas en este país y EEUU teniendo en cuenta variables como su percepción de la salud en general, dolor, bienestar o salud mental llegó a la conclusión de que, a pesar del declive físico, la gente se siente más feliz a medida que envejece.


Concretamente, la encuesta mostró que los niveles de estrés, preocupación y rabia descienden de forma significativa a medida que los participantes se adentran en la década de los 50. De la misma forma, los niveles de felicidad y disfrute de la vida se incrementan. El único sentimiento que no entiende de curvas de felicidad es la tristeza .

Un rasgo interesante de la investigación de la Universidad de Warwick es que contó con la participación de personas de dos países con sistemas sanitarios y de atención a la tercera edad muy diferentes. Pese a lo cual, no se observaron diferencias.

Por otra parte, variables como tener niños pequeños, estar desempleado o soltero no afectan a la configuración de esta U que describe el estudio. Sí hay, en cambio, diferencias entre sexos: las mujeres de todas las edades confiesan sentir mayor estrés, preocupación y tristeza en comparación con los hombres.

Otros muchos estudios hacen un retrato parecido. De entre ellos destaca, por su amplitud, el que realizó en 2010 la Academia Nacional de las Ciencias de EEUU a partir de una encuesta a 341,000 personas y que muestra que el disfrute de la vida desciende a partir de los 30 años, toca fondo sobre los 45 y, a partir de ahí, vuelve a subir, alcanzando su cúspide a los ¡85 años!

¿Hay que esperar tanto tiempo? En su libro You're Looking Very Well (subtitulado "la sorprendente forma de envejecer"), el profesor emérito de biología Lewis Wolpert se refiere a esa intuición universal de que cuanto mayores nos hacemos, más lejos vemos lo que significa “viejo”, y explica por qué a partir de los 45 la gente se hace más alegre y optimista, y alcanza la plenitud cuando llega a los 70 o incluso 80 años.

Menos responsabilidades, más madurez y más capacidad para centrarse en lo que uno disfruta son la clave, segun Wolpert. Y algo más. El último capítulo del libro de Rauch se titula "Gratitud". Y dice: "Si tuviera que explicar el lado álgido de la U [la curva de la felicidad] en pocas palabras", escribe Rauch, "las que usaría serían estas: ' la gratitud se hace más fácil'. Este es el secreto escondido de la curva de la felicidad. Merece la pena la espera".

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