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Liz Cheney

La venganza de Trump y su estrategia de control total del Partido Republicano

Las críticas a los infundios del expresidente sobre el fraude electoral que se habría cometido en su contra en 2020 le costaron su puesto en el liderazgo republicano a Liz Cheney. Un mensaje para el resto del partido.
12 May 2021 – 03:04 PM EDT
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Apartado en Mar-a-Lago, fuera de las redes sociales y con contadas apariciones en medios de comunicación, el expresidente Donald Trump ve cómo se afianza su control del Partido Republicano con una estrategia impulsada con una gran dosis de revancha contra quienes no respaldan los infundios del inexistente fraude en las elecciones del 2020 del que insiste en hablar.

La defenestración de la que fue víctima la representante Liz Cheney este miércoles, cuando en una rápida votación fue despojada de su posición como número 3 de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, muestra la revancha del expresidente en acción.

Cheney ha condenado a Trump por su insistencia en la teoría del fraude electoral y haber incitado a la rebelión a sus simpatizantes que asaltaron el Capitolio el 6 de enero y que dejó 5 muertos. La representante por Wyoming fue una de los 10 republicanos que votó por el segundo ‘impeachment’ del entonces presidente.

Y cuando en las últimas semanas el residente del famoso resort de West Palm Beach volvió por fueros, en comunicados dignos de Twitter enviados vía correo electrónico por su SuperPac ‘Save América’, Cheney le ha salido al paso denunciándolo como un peligro para la institucionalidad estadounidense.

Pero la venganza de Trump pudo más y Cheney terminó siendo expulsada por una mayoría “abrumadora”, según relatos de quienes estuvieron presentes en la conferencia republicana, menos de cuatro meses después de que logró sobrevivir con comodidad a una moción similar.

Se desinfló el rechazo

En los días inmediatos al asalto al Capitolio muchos republicanos, impactados por las tensiones recién vividas, condenaron a Trump por su responsabilidad en los eventos de aquel día, cuando arengó desde las afueras de la Casa Blanca a sus simpatizantes a marchar hasta el edificio del Congreso que en ese momento cumplía la formalidad de registrar el voto del Colegio Electoral que dio el triunfo a Joe Biden.

Algunas condenas eran más directas o fuertes que otras, pero en general había el consenso de que el tono y la oportunidad del discurso del mandatario no habían ayudado a calmar las cosas.

El líder de los republicanos en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, tuvo una conversación telefónica que terminó en gritos cuando le pidió a Trump que pidiera a sus seguidores que se retiraran del edificio. “¿Con quién demonios cree que está hablando” le gritó McCarthy al presidente, según dijo un legislador republicano familiarizado con la llamada.

“El presidente tiene responsabilidad en el ataque del miércoles contra el Congreso por parte de hordas. Él debió denunciarlos inmediatamente cuando vio lo que estaba pasando. Esos hechos requieren una acción inmediata del presidente Trump”, dijo McCarthy el 11 de enero en el pleno de la Cámara, cuando sin embargo, expresó su oposición al ‘impeachment’ del presidente por lo ocurrido.

Tan convencido parecía estar el líder republicano de la responsabilidad del entonces mandatario que ofreció a los demócratas la opción de censurarlo en vez de someterlo a un segundo juicio en menos en un año.

Esa idea no prosperó y Trump fue sometido al ‘impeachment’ con mayor apoyo bipartidista de la historia. Su posterior juicio político en el Senado no llegó a los dos tercios necesarios para la condena, pero siete republicanos votaron en su contra, también otra cifra histórica.

“Estemos claros, Joe Biden será juramentado como presidente de Estados Unidos en una semana porque él ganó la elección”, dijo en aquella oportunidad McCarthy, en un intento por acallar las voces dentro de la bancada que se hacían eco del infundio del fraude.

Pero en poco tiempo McCarthy empezó a ajustar su discurso, asegurando que “todos tenemos responsabilidad” en lo que pasó y, antes de que finalizara enero, con una visita a Mar-a-Lago para coordinar con Trump el futuro del partido.

"Cobardía" republicana

Por esos mismos días Cheney pedía a los republicanos: “No debemos abrazar (las ideas) del anterior presidente” en una entrevista con Fox News.

Es claro que su recomendación no surtió efecto y los republicanos han ido consagrando a Trump como el líder del partido. Un candidato, aunque perdedor, que logró obtener 74 millones de votos (47% del total) y cuenta con un seguimiento cuasi religioso entre sus simpatizantes es un factor de poder que no es conveniente ignorar.

Además, una directiva dividida sería pésimo en la estrategia de un partido que aspira recuperar la mayoría en el Congreso en las próximas elecciones.

Por eso, cuando el movimiento contra Cheney empezó a entrar nuevamente en efervescencia semanas atrás, estaba claro que su suerte estaba sellada y que el expresidente lograría vengarse de la afrenta de la congresista que no lo respaldó y colocar en su lugar a una ficha que complete su control sobre el aparato.

Mientras del lado liberal muchas voces critican la “cobardía” republicana de enfrentarse a Trump y “recuperar” el partido, las encuestas muestran que el exmagnate inmobiliario sigue siendo una voz fuerte que cuenta con gran credibilidad entre quienes consumen medios de comunicación de tendencia conservadora, como Fox News o Newsmax.

Ese es un factor importante en el mundo de la ‘realpolitik’, la política pragmática, esa que tantas veces le genera mala fama a los que la ejercen porque son vistos como oportunistas sin principios.

Mientras para el partido se trata de recuperar espacios de la manera más expedita y práctica, para el expresidente Trump, convencido de que fue víctima de un fraude y quien podría beneficiarse de un GOP solidificado y en una racha vencedora para 2024, tiene el añadido de que estos reacomodos le permiten una venganza ejemplificante contra quienes le critican.

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