El congreso de geriatría en Cuba
El octavo congreso del partido comunista de Cuba tiene el mismo objetivo que el de los primeros siete: actualizar el modelo totalitario de gobierno que padecen los cubanos desde hace seis décadas. Su objetivo primordial es identificar y fomentar los cambios necesarios o inevitables para que todo siga igual, es decir, para que se mantengan más o menos los mismos niveles de explotación laboral, hambre administrada, privación de libertades y mano dura por parte de una camada de gente que empieza a relevarse en el poder, pero siempre al servicio de un pasado sin futuro. De ahí que en las redes sociales lo estén denominando un congreso de geriatría, según advierte la periodista independiente – discúlpenme el pleonasmo – Yoani Sánchez. Un conciliábulo donde abundan los antiguos aparatchiks y las ideas medievales.
Lo primero que ha de hacer el extranjero interesado en entender la condición matusalénica del aquelarre comunista es ignorar las crónicas de periodistas acreditados o autorizados para informar desde la isla. Suelen ser un eco de la versión oficial, repetir lugares comunes sobre los “logros” del socialismo tropical y lanzar pronósticos exaltados sobre el porvenir de los cubanos. De lo contrario, las fuentes oficiales castristas ni siquiera les contestarían el teléfono, para no hablar de darles visa de ingreso y de trabajo en la isla.
Más sensato es escuchar lo que están informando, con no poco riesgo personal, los activistas y periodistas independientes cubanos. Y lo que están informando es que los jerarcas del castrismo se están cerciorando en su cacareada reunión de que Cuba se mantenga estatizada, con planificación económica centralizada y sin las libertades que asociamos con un país civilizado. Raúl Castro, desde luego, anunció con bombos y platillos su retiro de sus posiciones encumbradas en el PCC. Pero seguirá siendo el titiritero que moverá a su antojo a los títeres que él y su familia coloquen en los puestos de mando por lo menos hasta que se lo permitan su salud y su chochez. El diario ABC de Madrid sugiere que podría ser poco tiempo porque Castro, quien cumple 90 años en junio, “padece de cáncer de esófago y recto, con diarreas crónicas”. Pero ha sido imposible confirmar de manera independiente esa versión.
La renuencia castrista a las reformas liberales en lo económico y democráticas en lo político han devuelto a Cuba a su peor crisis desde la caída del imperio soviético. La crisis actual se ha agravado por la pandemia y sus efectos deletéreos sobre el turismo y por la decisión del gobierno de Donald Trump de frenar el contubernio con el régimen de la familia Castro que tristemente había iniciado el gobierno del presidente Barack Obama. Los negociantes e inversionistas que sin escrúpulos se disponían a asociarse con el régimen de La Habana se mosquearon con las nuevas restricciones estadounidenses y echaron el freno. Algunos están tocando frenéticamente a las puertas del gobierno de Joe Biden. Pero sin mucho éxito hasta ahora.
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En consecuencia, Cuba vive en un callejón sin aparente salida, lo cual se evidencia en el creciente número de protestas populares en las grandes ciudades, sobre todo en La Habana. Las protagonizan jóvenes hartos de vivir en la desesperanza, sin libertad ni futuro, que además se han conectado con la civilización democrática por internet. Entre ellos abundan los artistas, escritores y periodistas que han aprendido a pensar con independencia a pesar de la férrea regimentación de sus vidas que les ha impuesto el régimen. En sus ansias y expresiones de libertad y de justicia, en sus grandes sacrificios personales, se avizora ya un futuro mejor para Cuba.
Ese futuro deseable, sin embargo, dependerá también de que en la isla surjan héroes de la retirada, es decir, jóvenes miembros del oficialismo que estén dispuestos a sepultar, aunque sea gradualmente, la vieja dictadura. Muchos jóvenes funcionarios y sus familiares han sufrido en carne propia la miseria y los atropellos del régimen. No pocos han sido vecinos, amigos y compañeros de estudios de los que se están rebelando pacíficamente. Pero a diferencia de ellos, aspiran a cambiar las privaciones y humillaciones por los privilegios y la complicidad con el poder totalitario.
Y sin embargo entre las nuevas generaciones de funcionarios podrían estar - deberían estar - los héroes de la retirada de quienes nos hablara en un memorable ensayo el escritor alemán Hans Magnus Enzenberger: “héroes de un nuevo estilo que no representan el triunfo, la conquista, la victoria, sino la renuncia, la demolición, el desmontaje”. En el caso de Cuba, los héroes de la retirada deberán renunciar, demoler y desmontar una tiranía que durante más de seis décadas ha condenado a millones de cubanos a la esclavitud política, a guerras absurdas, a la corrupción moral, a la muerte, a la prisión y al exilio.
Nota : La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de Opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.