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Con Trump se fortalecerá aún más el presupuesto de Defensa

“Si el pasado es un buen indicador el gasto militar, sumado a los recortes de impuestos, creará otro espectacular déficit de presupuesto como en la era de Ronald Reagan”.
Opinión
Periodista. Editorialista del diario La Opinion de Los Angeles
2016-12-07T16:04:09-05:00
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PORTSMOUTH, ENGLAND - DECEMBER 07: People watch as Britain's last serving aircraft carrier HMS Illustrious is towed from her home port at Portsmouth Docks after being sold for scrap on December 7, 2016 in Portsmouth, England. The 22,000 tonne ship, whose service started in 1982 in the aftermath of the Falklands War and saw deployments in Bosnia and Sierra Leone, was affectionately known as 'Lusty' and will be broken up for scrap in Turkey despite attempts last minute attempts to save her. (Photo by Matt Cardy/Getty Images) Crédito: Guetty Images

El presupuesto de Defensa es el sistema de asistencia social más grande de Estados Unidos. Ahora, con la llegada de la presidencia de Donald Trump, se fortalecerá con decenas de miles de millones de dólares este programa de welfare tan especial y generoso. Mantiene personal que no se necesita, crea empleos a precios extraordinariamente caros para hacer productos que muchas veces son inservibles pero reditúan ganancias estratosféricas a los contratistas.

Los programas que están destinados a los pobres y los desempleados imponen condiciones muy estrictas. Si no cumplen con una cita o dan positivo de droga son castigados con la pérdida de beneficios. En cambio los contratistas que estafan al Pentágono pagan una multa y están en primera fila para el próximo contrato.

Además, se ignoran las propuestas del sector privado para cortar el derroche gubernamental de dinero y hacer más eficiente una agencia federal. Un ejemplo de ello es la reciente investigación de The Washington Post que reveló que el Pentágono escondió un reporte que identificaba ahorros concretos por valor de 150,000 millones de dólares.

Aquí no habrá investigación del Congreso para fustigar al Departamento de Defensa por sabotear reportes internos para evitar que le recorten el presupuesto.

En comparación, hoy los conservadores están indignados porque el programa federal de educación que reduce la deuda de los estudiantes universitarios subestimó el costo porque está ayudando a más gente graduada. Pero no se escucha nada cuando los contratistas de defensa obligan al Pentágono a pagar por usuales excesos de presupuesto y por incumplir los plazos previstos.

Se le puede echar la culpa a la burocracia por gastar más de 209,000 millones de dólares en fantasiosas defensas espaciales (como la Guerra de la Galaxia de Reagan) o el recordado bombardero B-2 en el que después de gastarse 43,000 millones de dólares se descubrió que si llovía no era invisible al radar... además de tener que mantenerlo en un refrigerador gigantesco para protegerle la pintura. Estos son solo un par de ejemplos de muchos otros.

También uno se puede quejar de la ineptitud del gobierno, como cuando se halló que el inventario de partes del Pentágono tenía un exceso valuado en 7,100 millones de dólares.

Suele ser más sencillo en estos casos culpar a la incapacidad gubernamental, que a la intención deshonesta del contratista privado. Pensar que muchos creen que la solución es reducir el gobierno federal y acrecentar el papel del que estafa al erario público, bajo el argumento de estar obligado a toda costa a obtener ganancias para sus accionistas.

El problema aquí es que muchos de los militares a cargo de las decisiones pasan inmediatamente al sector privado de defensa cuando se retiran. Lo mismo ocurre con los legisladores en comités de defensa que deberían fiscalizar que no se desperdicie el dinero de los contribuyentes.

La solución es eliminar el conflicto de interés prohibiendo la puerta giratoria laboral y castigar a las empresas que estafan impidiéndoles que puedan seguir recibiendo contratos de defensa.

Claro, es más fácil para un legislador mostrar que se protege el dinero de los contribuyentes castigando a una madre soltera sin recursos, que a contratistas de defensa que gastan millones de dólares en contribuciones de campaña para su reelección.

Pero hasta el más conservador se convierte en un derrochón cuando tiene la oportunidad de gastar dinero envolviéndose en una bandera y atraer empleos a su distrito. La habilidad de la industria de defensa es distribuir la fabricación de un avión o de un tanque a lo largo de varios Estados para conseguir un amplio respaldo para sus proyectos. Vaya si esto tiene éxito.

Ahora más de 400 cabilderos se refriegan las manos para una nueva bonanza.

Si Donald Trump cumple con lo prometido, el presupuesto de defensa puede superar los 650,000 millones dólares. Habrá millares más de soldados, docenas de barcos y cientos de aviones.

Esta no sería la primera vez que se compre armamento inadecuado para las hipótesis de conflicto de Estados Unidos en la segunda década del Siglo XXI. Aunque quien se atreva a cuestionar un sistema de defensa por costoso o inservible, será acusado de poner en peligro a la patria.

Si el pasado es un buen indicador este gasto, sumado a los recortes de impuestos, creará otro espectacular déficit de presupuesto como en la era de Ronald Reagan. Igual que antes se dirá que hay que recortar el gasto social, porque ese es el responsable de los números rojos.

Otra vez se habrán equivocado convenientemente sobre cuál es el programa de asistencia pública que tiene un serio problema.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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