Trump Ocean Resort Baja: Un proyecto basado en mentiras

Trump Ocean Resort Baja
Un proyecto basado en mentiras
Tras una batalla legal que duró cinco años, Donald J. Trump firmó un acuerdo extrajudicial en 2013. Más de 200 compradores de los apartamentos del Trump Ocean Resort en Baja California, México, presentaron una demanda colectiva contra el magnate y el promotor inmobiliario, Irongate, después de perder su dinero en el fracasado proyecto.
En su demanda, los compradores dicen que la familia Trump participó en una estrategia de publicidad fraudulenta que los presentaba como constructores e inversionistas. También alegan que los desarrolladores hicieron una serie de tergiversaciones que les hicieron creer que el proyecto estaba progresando.
Los compradores, que depositaron alrededor de 20 millones de dólares, llegaron a un acuerdo extrajudicial con Irongate en 2012 y recibieron un pago de 7.2 millones de dólares. Un año después Trump también tuvo que pagar una “cantidad generosa” según una parte involucrada en el arreglo.
El Trump Ocean Resort, anunciado en 2006 como una asociación entre Irongate, empresa constructora liderada por Jason Grosfeld y Adam Fisher, y la Organización Trump, era solo un contrato por el uso del nombre. Los desarrolladores le pagaron 500,000 dólares al magnate por adelantado.
Pero en febrero de 2009 los compradores recibieron el mismo correo electrónico enviado por Irongate: “Dada la extrema situación de los mercados financieros y luego de explorar múltiples opciones de deuda y posibles inversiones, desafortunadamente el proyecto en Baja no podrá continuar”.
Un análisis de Univision y Columbia Journalism Investigations revela que Irongate y la empresa encargada de ventas y la publicidad del proyecto, S&P Real Estate, engañó a los compradores durante casi dos años.
Ambas empresas alardearon con números de ventas que no eran reales, y les aseguraron a los compradores que tenían un financiamiento acordado para el proyecto que nunca se materializó. En repetidas ocasiones dijeron que la construcción avanzaría, pero en dos años no hicieron más que excavar un hueco en el suelo, con algunas lozas de concreto.
Univision habló con el abogado de Trump, Alan Garten, para conocer su versión de los hechos en enero. El abogado recibió preguntas detalladas por correo electrónico como lo solicitó. Sin embargo, al cierre de este reportaje, Garten no dio respuestas ni contestó las llamadas de este medio.
El de Trump Baja es uno de muchos casos en los que el nombre del magnate se utilizó para confundir. Constructores en Georgia, Panamá, República Dominicana, Brasil y Azerbaiyán, utilizaron el nombre Trump para decir que el magnate estaba invirtiendo en sus países o estaba a cargo de un proyecto de construcción.
En otros proyectos de Trump, los agentes de bienes raíces mentían sobre el número de ventas para impresionar a los posibles compradores. Este fue el caso con el edificio Trump SoHo en el que Donald Jr. e Ivanka Trump estuvieron cerca de ser acusados por fraude en Nueva York tras inflar los números de ventas, como lo reportó una alianza entre ProPublica, WNYC, Columbia Journalism Investigations y The New Yorker.
Sin construcción
Univision confirmó que PB Impulsores, subsidiaria mexicana de Irongate, recibió permisos de construcción para una sola torre. Además el permiso lo obtuvieron un año y medio después de vender los apartamentos.
Esta investigación descubrió que Irongate nunca tuvo la autorización para construir una segunda torre a pesar de que vendieron más de las mitad de las unidades. Documentos internos revelan que Irongate recibió 10 millones de dólares en depósitos para el segundo edificio.
Una persona involucrada en la demanda, que habló bajo la condición de anonimato, dijo que los demandantes enviaron ingenieros al sitio de la construcción para evaluar el progreso del proyecto.
Los ingenieros dijeron que el hueco solo tenía unos rellenos de cemento que “no tenían la estructura necesaria para soportar las torres que se planeaban”, aseguró la fuente.
“Era una capa delgada, insignificante. Si uno se paraba en ella, se rompía”, dijo la fuente. “Ese trabajo se hizo solo para decirles a los compradores que el proyecto avanzaba”.
Estos hallazgos son parte de una investigación de Univision y Columbia Journalism Investigations en la que se analizaron las prácticas de la marca Trump. Descubrimos que 15 de los 27 proyectos de la Organización Trump en el extranjero incluyen a un inversionista o empresario constructor que enfrentó alegaciones criminales.
No está claro cuánto sabían Trump, Donald Trump Jr. e Ivanka Trump, quienes representaron a la marca familiar en este proyecto, sobre las repetidas informaciones engañosas que recibían los compradores.
Según el contrato entre la Organización Trump y la subsidiaria mexicana de Irongate, PB Impulsores, la empresa del magnate podía realizar revisiones regulares sobre varios aspectos del proyecto como el material publicitario, el sitio y los planes de construcción, el diseño de las unidades y los números de ventas.
No hay evidencia de que Donald Jr. o Ivanka Trump supieran acerca de los números que mencionaron los vendedores, aunque el material publicitario fue publicado en múltiples medios de comunicación en aquel entonces.
En declaraciones juradas durante la demanda en 2012, los hijos de Trump no recordaban los correos electrónicos que se presentaron como evidencia del papel que jugaron en la distribución de información confusa acerca del Trump Ocean Resort.
“Según tengo entendido, la gente encargada de la publicidad y las ventas enviaba toda la información y el material a la Organización Trump para obtener el visto bueno”, dijo Daniel King, el abogado que representó a los compradores en la demanda, en una entrevista con Univision.
Una de las agentes de ventas de S&P, Tracy Collingridge, dijo que ellos recibían instrucciones sobre qué decir a los compradores. “Todo lo que le llegaba a quien estaba encargado del equipo de ventas venía de los desarrolladores inmobiliarios. Lo que hacíamos venía del más alto nivel”, dijo Collingridge a Univision.
Una cadena de correos electrónicos que se presentó como evidencia en la demanda revela que S&P esperaba aprobación la vicepresidenta ejecutiva de la Organización Trump, Jill Cremer, y del ejecutivo de Irongate, Casey Federman, antes de distribuir el material.
Michael Rodríguez, uno de los compradores que participó en la demanda colectiva, dijo que todas las personas habían comprado su apartamento porque pensaron que Trump era el constructor.
“Todos los folletos que recibimos decían que Trump era el desarrollador inmobiliario y que estaba a cargo de todos los detalles. Fue así como se ganaron mi confianza”, dijo Rodríguez en una entrevista con Univision.
Al igual que otros agentes de S&P, Collingridge recibía correos de sus clientes preguntando sobre el papel que jugaba Trump en el proyecto. También recibían mensajes preguntando acerca del progreso de la construcción, que estaba prácticamente paralizada un año después de que se vendieron los apartamentos.
Casey Federman, representante de Irongate, envió a Collingridge su respuesta para un comprador que tenía varias dudas: “Trump no solo está como franquicia, él es un socio en este negocio”.
“Trump participa como dueño del hotel y de la tierra y por ello está al tanto de lo que sucede con cada detalle del proyecto”, dijo Federman en el mismo mensaje.
“Nos dijeron que no nos preocupáramos, que todo iba bien. Ese hueco que excavaron lo hicieron para que no preguntáramos más”, dijo Rosy Torres, una compradora mexicana que también participó en la demanda colectiva.
Collingridge, la agente de ventas de S&P, les dijo lo mismo a varios clientes en marzo de 2008: “El préstamo para la construcción ya fue aprobado y será depositado pronto. Esto permitirá avanzar en la construcción vertical”.
La vendedora dijo en una entrevista que no se acuerda de estos mensajes. Además, dijo que los agentes estaban contratados para hacer las ventas y luego irse. “Yo estuve solo para las ventas. La mayoría ya se había ido, tal vez uno seguía ahí”, dijo Collingridge.
Ventas espectaculares
El primer evento para vender las unidades del Trump Ocean Resort se celebró en San Diego, California, en diciembre de 2006. Irongate declaró ante los medios que había sido un éxito y que vendieron más del 80% de los apartamentos en un día.
Sin embargo, documentos internos de la venta, en manos de Univision, demuestran que solo se vendió un 60% de las unidades. Más de 30 apartamentos estaban a nombre de ejecutivos de Irongate, de S&P y de MKA Capital Advisors, el prestamista del proyecto.
En la demanda colectiva, alrededor de 50 compradores dicen que Ivanka Trump aseguró que su empresa era la constructora del proyecto durante otro evento en San Diego en mayo de 2007. Casi 100 compradores dicen que vieron el video de la hija del magnate en el evento dando la declaración.
En junio del 2007 se realizó otro evento y esta vez fue Donald Trump Jr. el que promocionó el proyecto. Se vendían unidades para una segunda torre, la Spa Tower, y el hijo de Trump dijo que había comprado una para él.
De nuevo, ejecutivos de Irongate dijeron a la prensa que la venta fue un éxito. Los empresarios aseguraron haber vendido más del 70% de las unidades pero el número real era más cercano al 40%, según revelan documentos internos a los que ha tenido acceso Univision.
En retrospectiva, a lo mejor Irongate ya sabía que no podía conseguir el financiamiento y luego simplemente esperaron
El registro de las eventos fue analizado por Univision y se descubrió que Ivanka Trump realizó un depósito inferior a la mitad del 30% solicitado a los compradores. No se encontró ningún registro de que Donald Trump Jr. realizara la compra de la que habló.
Una crisis financiera
El prestamista de Irongate, MKA Capital Advisors, no estaba satisfecho con el progreso del proyecto un año después de que se anunciara. MKA les dio 20 millones de dólares a los desarrolladores para comprar el terreno y comenzar la construcción.
En abril de 2008, Irongate ya había gastado 14 millones de dólares por encima del presupuesto aprobado y estaba utilizando los depósitos de los compradores, según correos electrónicos entre ambas empresas.
El CEO de MKA Capital Advisors, Jason Sugarman, expresó la angustia por la que estaba pasando en un correo electrónico dirigido al ejecutivo de Irongate, Casey Federman.
“Tras enterarme de cómo han gastado el dinero, como fiduciarios, MKA no puede permitir que Irongate continúe usando los depósitos sin tomar en cuenta el presupuesto aprobado”, dijo Sugarman en su mensaje.
Para mayo de ese año, según comunicaciones internas, Sugarman se impacientó. “Cuando MKA descubrió el masivo abuso de los depósitos para cubrir los excesos en gastos, se nos prometió que MKA no sufriría por la violación de los términos del préstamo por parte de Irongate”, dijo Sugarman. Irongate había dejado de pagar su préstamo con MKA y aún no definía cómo le iban a pagar al prestamista.
“Ya completamos cuatro meses de excavaciones y movimientos de tierra”, dijo Grosfeld, el ejecutivo de Irongate, en un correo electrónico enviado a todos los compradores tres meses antes de que surgieran serios problemas con MKA, en enero de 2008.
Grosfeld aseguraba que Irongate tenía “aprobación TOTAL” y estaba cerrando el préstamo para la construcción de las dos torres para las que había vendido ya cientos de unidades.
Un año después de lo programado, la construcción del Trump Ocean Resort no había comenzado.
Aunque los compradores depositaron cerca de 30 millones de dólares en total, Irongate no logró asegurar un préstamo de construcción que les permitiera terminar el proyecto. Según documentos revisados por Univision, no parecía probable que lo obtuvieran.
Michael Rodríguez, quien compró dos apartamentos, habló con uno de los vendedores de S&P para decirle que estaba cansado de esperar y quería su dinero de vuelta.
“Me dijo que esperara y que si ellos no conseguían el préstamo, que Trump invertiría su dinero para terminarlo”, recordó Rodríguez.
La agente de bienes raíces, Collingridge, dijo que según entendió S&P, Irongate ya tenía asegurado el financiamiento para el proyecto y es lo que le habían comunicado a los compradores. “Creo que perdieron su financiamiento”, dijo la vendedora.
Rosy Torres, la compradora mexicana, dijo que pasó un año desde que se empezó a preocupar hasta que Irongate anunció el fracaso del proyecto en 2009. “¿Saben qué? No tenemos financiamiento, sorry”, dijo Torres. “Nos dijeron que todo estaba bien y de la nada dicen que tienen problemas con el dinero, dos años después de que pusimos nuestros depósitos.
Irongate seguía buscando financiamiento en agosto de 2008, cinco meses antes de anunciar el fracaso, esta vez en México, según documentos internos de la empresa.
“En retrospectiva, a lo mejor Irongate ya sabía que no podía conseguir el financiamiento y luego simplemente esperaron”, sugirió Torres en entrevista con Univision.
Trump permaneció como marca del proyecto por dos años a pesar de que no había progreso. Finalmente se separaron a finales de 2008.
Según el acuerdo por la licencia, la Organización Trump tenía el derecho de romper el contrato desde abril de 2008. El contrato estipulaba que si el desarrollador inmobiliario no aseguraba financiamiento o los permisos para construir en 18 meses, entonces el pacto se podía anular, pero la organización se quedó por al menos seis meses más.
Los Trump aseguraron en una declaración jurada no saber de la situación en la que se encontraba Irongate. Sin embargo su contrato tenía como requisito que el desarrollador inmobiliario debía proporcionar “reportes mensuales relacionados al progreso de la construcción de cada edificio”, cosa que habría alertado a la familia del magnate desde temprano.
Alejandra Ibarra colaboró con este reportaje
Créditos completos
Editores en español: Ronny Rojas, Giannina Segnini, Alejandro Fernández S. y José F. López
Editores en inglés: David Adams, Jessica Weiss y David Boddiger
Investigación y reporteo: Inti Pacheco, Manuela Andreoni, Alex Mierjeski, Keenan Chen, Gerardo Reyes, Juan Cooper y Margarita Rabin
Diseño y desarrollo web: Juan Jesús Gómez
Animación: Mauricio Rodríguez-Pons
Estrategia de redes sociales: Angélica Rodríguez
Colaboradores: Curso de “Using Data to Investigate Across Borders”, clase 2017 de Columbia Journalism School, Alejandra Ibarra, Alicia Ortega, Amanda Gomez, Rebecca Schuetz, Mónica Cordero, Jeremy Blackman, The Toronto Star