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Cómo un hacker hundió a 'El Chapo' Guzmán a cambio de un jugoso pago del FBI

Pagando y amenazándolo con presentar una acusación criminal en su contra, el Buró Federal de Investigaciones logró que un colombiano experto en computadoras aceptara infiltrar al cartel de Sinaloa. Parte de las 1,500 comunicaciones que interceptó al grupo ahora se usan como la evidencia electrónica más contundente contra el narcotraficante mexicano.
12 Ene 2019 – 02:31 PM EST
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NUEVA YORK.- El golpe más duro que ha recibido Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán durante su juicio por narcotráfico en una corte federal en Brooklyn no se lo dio ninguno de sus exsocios que ya testificaron. El crédito se lo ha llevado un joven especializado en sistemas informáticos que se llenó los bolsillos recibiendo dinero tanto del cartel de Sinaloa, como del FBI. Incluso pidió la recompensa de 5 millones de dólares que se ofrecía por la captura del capo de la droga.

Ese muchacho que noqueó prácticamente la defensa legal de Guzmán se llama Christian Rodríguez, un colombiano que cuando tenía 21 años aceptó instalar un avanzado sistema que ocultó las comunicaciones de unos 100 miembros del cartel. Un tiempo después el FBI le puso una trampa para que se volviera informante y le entregara cientos de conversaciones y documentos de esa organización criminal.

“Hablamos del sistema que tenían y de cómo lo podíamos mejorar”, contó Rodríguez el miércoles en la corte federal de Brooklyn, refiriéndose a la primera conversación que tuvo con ‘El Chapo’ en la sierra en 2008.

Esa vez, el mafioso aceptó pagarle unos 100,000 dólares en efectivo por desarrollar un mecanismo que protegía llamadas y mensajes de texto a través de un centro de datos que colocaron en Canadá, porque allá las estrictas leyes de privacidad -dijo- dificultaban cateos a través de órdenes judiciales.

“La comunicación estaba completamente encriptada, de un teléfono a otro (…) Es muy difícil rastrear la llamada”, explicó este hombre que cursó hasta el tercer semestre de la universidad en Colombia.

Cada integrante del cartel, incluyendo Guzmán, tenía una extensión de tres números para hablar entre sí y también podían realizar llamadas a otras líneas telefónicas sin dejar rastro y usar internet, explicó ante el jurado. Un agente del FBI que también testificó esta semana mencionó que expertos de esa dependencia trataron de pinchar esas comunicaciones, pero jamás pudieron.


A ‘El Chapo’ le interesó de inmediato el proyecto que le ofreció el joven colombiano. Oculto en las montañas, estaba acostumbrado a no tener buena señal para estar en contacto con sus socios.

Rodríguez subió varias veces a la sierra para instalar el sistema computacional. Llegaba en avionetas que aterrizaban en pistas clandestinas cercanas a los escondites del capo y lo escoltaban hombres armados.

Una vez, contó en el tribunal, le tocó huir con Guzmán y otros narcotraficantes por los barrancos del llamado Triángulo Dorado porque los seguía el Ejército mexicano.

“Caminamos por las montañas por tres días. Uno (de los pistoleros del cartel) tenía un arma bien grande y alguien me dijo que podía tumbar un helicóptero”, relató el técnico, quien aceptó que en ese momento “estaba muy asustado”. Guzmán, en cambio, actuaba como si se tratara de algo cotidiano.

“Él siempre estaba muy calmado, muy seguro y muy tranquilo”, afirmó el sudamericano.

“Era como su juguete”

Rodríguez, quien actualmente vive en Estados Unidos usando otra identidad, como parte del programa de testigos protegidos, conoció a ‘El Chapo’ por medio de la familia Cifuentes, que tuvo lazos con el infame Pablo Escobar. El miembro de ese clan que más se ganó la confianza del capo, Alex Cifuentes, le propuso mejorar sus dispositivos electrónicos porque una vez no pudo usar el Internet desde algún lugar de la sierra, donde vivió durante tres años.

Guzmán también le pidió al experto que en secreto instalara un software que espió a unos 50 colaboradores del cartel, incluyendo a su esposa Emma Coronel Aispuro y a su amante Agustina Cabanillas, alias ‘Fiera’, quien fue arrestada en un operativo policiaco en Los Cabos en febrero de 2012.

"Era como su juguete”, dijo el informante, mencionando que ‘El Chapo’ podía ver en una computadora lo que sus socios y mujeres escribían en mensajes de texto, así como sus listas de contactos, los teléfonos a los que marcaban y hasta su ubicación precisa. “Le gustaba mucho”, afirmó Rodríguez.

Se entretenía con el programa Flesispy porque podía encender el micrófono de los celulares que tenían sus allegados para escuchar todo lo que decían cuando él quisiera.

“Les llamaba a las extensiones (telefónicas), luego colgaba, tomaba su otro teléfono y ‘llamaba’ para abrir el micrófono del teléfono para ver si decían algo sobre él”, contó.

El Big Brother de la sierra

Llegó el momento en que el exjefe del cartel de Sinaloa tenía tanta información qué verificar sobre su gente que terminó pidiéndole a alguien llamado Benjamín que se encargara del espionaje interno y de pasarle “sumarios” sobre lo más preocupante que decía la gente que lo rodeaba.

También instaló un software espía en las computadoras de ciertos colaboradores.

Se obsesionó tanto con las escuchas que incluso le pidió a Rodríguez que se las ingeniara para crear un mecanismo que le permitiera “poder interceptar todos los cafés internet de Culiacán”, el bastión del cartel. Aunque el técnico le dijo que sería complicado por el sistema antivirus, el capo insistió. Jamás lo hizo.

Uno de esos genios empíricos de la tecnología, Rodríguez abandonó la universidad mientras cursaba el tercer semestre. Quería comenzar un negocio y no esperó a tener un diploma. Su especialidad era proteger las comunicaciones electrónicas. Su plan era ganar mucho dinero, por eso no dudó en usar sus conocimientos a organizaciones criminales en Colombia y México.

De 2008 a 2012, las familias Cifuentes y Guzmán le pagaron alrededor de 500,000 dólares.

Así lo convenció el FBI

Su carrera delictiva acabó pronto, cuando el FBI lo puso en su mirilla. Le pusieron una trampa y cayó: un agente que se hizo pasar por un mafioso ruso se reunió con él en un hotel en Manhattan en 2010 para discutir cómo podía tener un sistema similar al de ‘El Chapo’.

De aquel encuentro quedaron evidencias en video y audio tan comprometedoras que solo así le torcieron la mano a este joven y se fue como informante de 2011 a 2013.

La ironía es que utilizó el costoso sistema de Guzmán para espiarlo y enviar esa información al FBI. Al tener la localización de los celulares “especiales”, la agencia trató de coordinar un operativo para capturar al capo sinaloense en Los Cabos, pero se cometieron varios errores.

A través de la colaboración de Rodríguez, el gobierno estadounidense obtuvo alrededor de 1,500 comunicaciones de ese grupo criminal, incluyendo entre 100 y 200 en las que participó ‘El Chapo’. Les llegó valiosa información sobre las actividades ilícitas de Guzmán, su esposa Emma Coronel Aispuro, sus operadores más cercanos, los funcionarios en su nómina y hasta de las charlas con sus hijas.

El experto terminó siendo el consentido del FBI: no solo le ofreció desestimar los cargos en su contra, sino que le pagó casi 500,000 dólares por su colaboración, así como por gastos de viajes y la compra de licencias y servidores. “Fue una compensación por la información proveída”, mencionó Stephen Marston, el agente especial federal que coordinó esa investigación y quien testificó esta semana.

Además, el técnico es elegible para recibir la recompensa de 5 millones de dólares que se ofrecía por facilitar el arresto de Jorge Cifuentes, quien también fue socio de Guzmán y ya habló en su contra. El joven le instaló el software que llevó a su detención y extradición.

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Su cabeza tiene precio

Con los bolsillos llenos, el sudamericano compró cinco departamentos, dos propiedades y un terreno en Colombia valorados en alrededor de 500,000 dólares. Dice que no lo considera lavar dinero, sino “invertir”. Nada le decomisaron y tan benévolo ha sido el gobierno de EEUU con él, que tampoco lo acusaron de evasión fiscal, después de que no declaró los pagos por su servicio. Para resolver ese lío judicial, le permitieron pagar $35,000 dando una parte y una mensualidad de $250.

En el contrainterrogatorio, la defensa criticó su ambición, desglosando cada uno de los cheques que le dio el FBI: “6,000 dólares; otros 6,000 dólares; 6,000 dólares más (…) Aquí trabajaste un poco duro: 8,000 dólares (…) Aquí es donde se pone bueno: 25,000 dólares”, enumeró el abogado Eduardo Balarezo.

Estar al tanto de lo que decían los miembros del cartel le salvó la vida. Una vez, cuando colectaba información para enviársela al FBI, escuchó que lo habían descubierto. Jorge Cifuentes se lo confesó por teléfono a su mamá, también involucrada en negocios ilícitos.

“Dijo que había sabido que yo estaba cooperando (con las autoridades) y que lo había confirmado cien por ciento”, contó.

“Me asusté muchísimo. Me moví permanentemente a EEUU”, agregó.

Para protegerlo, el juez Brian Cogan pidió a los artistas de la corte que no dibujaran el rostro del testigo.

Pero saber que su cabeza tiene precio le ha dejado secuelas en su salud: tuvo una crisis nerviosa hace seis años, por la cual ahora toma medicamentos y acude a terapia psicológica. “Tenía mucho estrés en mi mente, en mi cuerpo; no podía dormir . Así que pedí ayuda y fui al hospital”, contó.

Durante su testimonio que duró dos días el técnico colombiano evitó ver a Guzmán.

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